Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor La_profe » 14 Ene 2015, 13:57

Hola a todos,

Deciros que acabo de regresar de mi viaje a Rusia, a mi San Petersburgo natal, donde estuve dos semanas, y ahora iré publicando fotos y artículos que se me han ocurrido durante mi estancia allí. Aún no están escrito los textos, pero voy a hacerles algo de publicidad:

Dentro de poco podréis leer en este foro sobre:

- Cómo sobrevivir en Rusia en invierno;
- Las oficinas de correos en Rusia;
- La Catedral del Salvador sobre la sangre derramada en San Petersburgo;
- las librerías en San Petersburgo;
- las farmacias en San Petersburgo;
- las sanciones de 2014 y el efecto que produjeron en los supermercados;

etc.

Los artículos vendrán acompañados por muchas imágenes.

Y ahora mismo subiré un álbum de fotos de la ciudad que iré completando esta tarde.

Un saludo y suerte con vuestros estudios del idioma.

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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor La_profe » 14 Ene 2015, 22:59

¿Cómo sobrevivir en Rusia en invierno?

Si habéis decidido viajar a Rusia en invierno y el lugar de vuestra estancia es San Petersburgo, podréis imaginar qué dificultades pueden surgir y cómo evitarlas gracias a este texto.

El invierno en San Petersburgo no suele tener un carácter único, es más, el tiempo suele cambiar mucho de un día para otro, y por eso hay que estar pendientes de él. Pero, por muy buenos que sean los pronósticos meteorológicos de vuestra página favorita de tiempo en Internet, por mucha confianza que tengáis a los reportajes sobre el tiempo que salen cada poco en la tele, lo mejor siempre es consultar el termómetro de la calle antes de salir a dar un paseo. Si no hay ninguno detrás de vuestra ventana, hay que colgarlo allí lo antes posible. ¿Por qué? Porque Piter es grande y si en los barrios del centro puede hacer menos frío, las temperaturas de los barrios periféricos pueden ser bastante más bajas, y las zonas de la costa son más frías aún…

Si váis a pasar el invierno en San Petersburgo, olvidaos de la moda y de vuestro propio estilo impecable y buscad ropa que pueda protegeros al máximo del frío y de la humedad. Lo importante que esa ropa sea cálida, tenga cuello alto, capucha y bolsillos con cremalleras por fuera y por dentro (súper importante si uno utiliza transporte público). Imprescindible llevar gorro, bufanda, guantes y también unas botas fuertes, fáciles de limpiar y que no resbalen.


¿Caminamos o nos deslizamos?

Lo peor del invierno en San Petersburgo quizá no sea el frío ni la humedad sino la imposibilidad de andar por la calle a gusto. Yo diría que hay tres tipos de “calle sucia” en San Petersburgo en invierno, a cual peor. Veamos este ranking:

1. Barro mezclado con nieve derretida.

Desde luego, ocupa el primer puesto del ranking porque no hay nada peor que pisar esto:

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Luego toda la suciedad queda en el suelo de las entradas de las tiendas, del metro, de las cafeterías y de los autobuses, por ejemplo:

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2. Hielo peligrosísimo.

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Ocupa el segundo puesto porque por muy peligroso que sea, el truco está en saber andar. Los rusos aprendemos a caminar por las calles heladas desde que somos niños y los más hábiles de nosotros pueden presumir de no haberse caído ni una sola vez en invierno. Bueno, suele ser “este invierno”.

3. Nieve agradable.

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Quizá sea lo más cómodo para andar. No se ensucian las botas ni los pantalones, es casi imposible resbalar y caerse. Pero sólo es agradable comparando con las dos opciones anteriores.

Y es que otra cosa en invierno en Rusia no vais a encontrar. Ya os acordaréis de las limpias y secas calles españolas barnizadas ligeramente por el simpático sol invernal…


¿Cuándo piensa salir el dichoso sol?

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Por cierto, hablando de sol. No lo vais a ver. En invierno en San Petersburgo no hay “sol” como nos lo solemos imaginar. Puede haber una fina y blanquecina luz que podemos llamar sol y que intenta abrirse paso por detrás de las nubes, pero apenas lo logra. Y por supuesto que de calentar nada.
Es más, si veis que detrás de la ventana parece que quiere salir el sol, preparaos para la peor helada.


Por último, para sobrevivir en Rusia en invierno es mejor andar a buen ritmo, no intentar entrar en calor tomando alcohol (mejor tés e infusiones “para llevar”) y hacerles caso a los primeros síntomas de catarro para combatirlo a tiempo.

Eso sí, las casas de los petersburgueses suelen estar calientes a tope (25 grados mínimo) y en cada una de ellas hay una bañera que es un auténtico placer después de un día de paseos por la ciudad congelada.


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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor Antonio G » 17 Ene 2015, 00:16

Hola Elena,

Bienvenida de vuelta a España y al Año Nuevo 2015. Después de tu estancia en Piter el "terrible invierno" leonés te parecerá una broma. En la sierra de Madrid aun luce el sol cada día y no ha llovido prácticamente nada desde primeros de diciembre hasta ahora. Así que algunos, como es mi caso y supongo que no seré el único, estamos esperando, más o menos confortablemente sentados, tus crónicas peterburguesas desde que anunciaste que te ibas a pasar allí las Navidades.

Conservo el recuerdo de tu ciudad, desgraciadamente cada vez más lejano en el tiempo pero permanentemente grato en la memoria. Por ello cada publicación tuya me hace una gran ilusión y me reaviva recuerdos de la maravillosa Leningrado que conocí y que, aunque no estuviera ya en sus mejores tiempos, pasó a ocupar desde entonces un destacadísimo lugar de honor en el elenco de mis experiencias viajeras.

Aunque ahora deba conformarme con fotos, vídeos, noticias y anécdotas, algunas representaciones, como las tuyas, cargadas con todo el sabor de lo auténtico, constituyen el mejor aliciente para un nostálgico irremediable como yo. Así pues te felicito por tu idea y espero expectante tus anunciados artículos. Lectores no te han de faltar pero de momento yo me coloco en primera fila para no perderme detalle.

Me gusta San Petersburgo, pero lo prefiero en verano. Por eso ahí va una sugerencia: cuando termines con tu serie de artículos de actualidad haz, por favor, un hueco para el Piter turístico; el que nos enseñaban en un correctísimo español aquellos entrañables guías - seguramente en nómina de la KGB - pero que no impedían en ningún momento el conocimiento y el contacto del turista extranjero con la auténtica piel de la ciudad y su pueblo, siendo al mismo tiempo un ejemplo de profesionalidad, cortesía y buen hacer.

Seguramente tu irías camino del instituto o de la facultad cuando a mi me estaban enseñando las fuentes de Petrodvorets, la fortaleza o el Aurora; la Nevski, la plaza del Palacio o la catedral de San Isaac. Recuerdo a una anciana vendiendo fruta en un puestecillo callejero al pie de una boca de metro frente a Nuestra Señora de Kazán; a un joven, casi un niño, tocando maravillosamente el violín junto a los puestos de souvenirs a la entrada del recinto de la fortaleza de Pedro y Pablo; o a mi mismo regateando en el precio de un icono en un mercadillo al aire libre. Disculpa esta descarga de añoranza probablemente del todo inapropiada para este foro. Pero sobre todo gracias por acercarme tu ciudad.

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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor La_profe » 17 Ene 2015, 21:45

Добрый вечер, Антонио!

Muchas gracias por todo. La verdad es que últimamente la gente apenas se anima a escribir en el foro, y no sólo en este foro de Rusoenleon, sino en la mayoría de los foros que existen en Internet. Nos hemos acostumbrado a poner un "me gusta" cuando existe esa opción (y a veces no hacemos ni eso) y cada vez quedan menos usuarios dispuestos a dejar mensajes, por eso te agradezco mucho tus palabras.

He pasado por Madrid a la vuelta, hace ya casi una semana, y lo que encontré allí era... abríl :) . Sí, sí, para mí esas temperaturas y ese sol son propios de abril, y no te imaginas lo feliz que me sentí cuando salimos por la mañana del hotel y dimos un paseo por Atocha y sus alrededores antes de coger el autobús y volver a León. ¡Qué primavera tan auténtica tenéis en la capital! Qué lujo.

Y en León sí que tenemos ese "terrible invierno" que mencionas. ¡Hasta estuvo nevando! Pero qué quieres que te diga, amo la nieve...

Me parece estupenda la idea de escribir un texto sobre un paseo turístico por Petersburgo como lo veo yo, y por supuesto que lo publicaré nada más tenerlo preparado. Pero también tengo que decirte que me ha gustado mucho el párrafo de tu mensaje en el que hablas de tus recuerdos de Leningrado. ¿Quizá te animes a escribir un artículo sobre aquel viaje y publicarlo aquí?

Un saludo.

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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor La_profe » 18 Ene 2015, 23:10

Las oficinas de correos en Rusia.

«Почта России», el “Correo de Rusia” es una de las empresas más emblemáticas del país: tiene 42 000 oficinas en las que trabajan más de 350 000 empleados.

Desde luego, a la hora de tener que enviar una carta certificada la gente rusa prefiere acercarse a la oficina de correos que corresponde a su domicilio antes que acudir a otras empresas de mensajería que quizá sean internacionales y más rápidas, pero no le inspiran la misma confianza que su “почта” de siempre.

Además de tramitar paquetes y cartas, las oficinas de correos se ocupan de muchas otras cosas. Uno puede hacer allí suscripciones a revistas y periódicos, mandar documentación a algunas instituciones del Estado, hacer trámites de dinero, comprar postales y sobres, etc.

¿Puede el «Почта России» serle útil a un turista?

Claro, porque es posible que compréis tantos recuerdos o libros rusos que no entren en la maleta y decidáis enviarlos por correo para que un día el cartero pase por vuestra casa a dároslo. Pero si tenéis que enviar paquetes con regalos a España, acordaos de esto:

1. No se puede llevar a la oficina paquetes anteriormente cerrados en casa: los empleados tienen que revisar su contenido para saber exactamente qué es lo que va dentro.
2. Los libros se envían separados del resto de las cosas.
3. No se puede enviar ropa usada, sólo se admite ropa nueva con etiquetas puestas.
4. No se pueden enviar frascos con líquidos dentro y otras cosas frágiles.
5. No se admite comida que tiene poca caducidad.
6. No se envía el alcohol.


Esta es la lista, a no ser que mientras estaba escribiéndola haya salido alguna otra norma absurda de esas.

¿Y si necesitamos registrar el visado? Nada más fácil que hacerlo en una oficina de correos.

La ley dice: “Todo ciudadano extranjero que permanezca en el país más de 3 días ha de registrar su visado en la oficina territorial del UFMS. Es obligatorio y debe llevarse a cabo por la parte que acoge al extranjero, es decir, por los representantes de la organización contratante, la persona particular que le invite (parientes, amigos, etc.) o la administración del hotel donde se aloje”.

El UFMS es en realidad УФМС (Управление Федеральной Миграционной службы) y quiere decir Servicio de Migración.

Si vais a un hotel, sus empleados ya se ocuparán de todo ellos mismos. Si estáis invitados por una empresa, se ocupará la empresa. Pero si viajáis sólos y vais a la casa de un amigo o alquiláis un piso, tendréis que ocuparos de todo vosotros.

¿Cómo se registra un visado?

Para registrar el visado, se puede ir directamente al UFMS , pero allí suele haber montones de gente realizando todo tipo de trámites. Por eso lo más fácil es acercarse a la oficina de correos del barrio en el que os alojáis y con la ayuda de las chicas que trabajan allí rellenar unos formularios enviándolos luego al mismo UFMS sin tener que visitarlo nunca.

Ojalá evitéis el rollo de rellenar esas hojas porque…

1) Parecen interminables.
2) Requieren una atención bárbara porque en el caso de cometer un fallo o hacer un tachón os harán escribirlo todo de nuevo…
3) Os sacarán de quicio estos formularios grises con sus cláusulas diminutas y sus preguntas que, además, se repiten por ambos lados…

Una experiencia propia.

Tuve que hacer ese papel en junio y ahora otra vez en enero. Era para mi hija, que es española. Los papeles los imprimí en casa (se pueden descargar en la página web del UFMS), los rellené bien después de varios intentos fallidos y los llevé a la oficina de correos que está a 10 minutos de mi casa.

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En la oficina enseguida saqué los formularios y los pasaportes de la carpeta y me acerqué a la única ventanilla vacía en la que encontré a una chica joven absorta en la pantalla del ordenador. Mientras la cola que formaban varias personas mayores se dirigía a la otra ventanilla, pregunté a la chica dónde se podía enviar ese tipo de documentación. Para mi sorpresa, quiso atenderme.

Resultó ser una chica muy agradable. Revisó mis formularios, diciendo constantemente algo como “ujum…” y ese “ujum…” me tranquilizaba porque significaba que lo había rellenado bien todo y que ya no tenía que hacerlo más veces. Me dijo que tenía que añadir más información aquí y allí (¡cómo no!) y luego me miró con sus ojos grises, casi trasparentes, que contrastaban con su pelo negro recién teñido, y me preguntó:
- ¿No había venido usted también en verano? ¿En junio, quizá?
- Sí.
- ¡Exacto! Me acuerdo de la carita de su niña…
Qué detalle. Claro, vio la foto de mi hija en su pasaporte y se acordó de ella.
No sé expresar lo que sentí en aquel momento. Es que viviendo en León, soñando con San Petersburgo y realizando los viajes allí muy de vez en cuando lo que menos te esperas es que se acuerden de ti las chicas de la oficina de correos de tu barrio.

Mientras que aquella chica estaba pasando la información de los formularios al ordenador, una señora muy mayor de la cola de al lado que estaba mirando las postales navideñas en un escaparate (la que sale en las fotos), se dirigió a mí:
- Ninguna está bien, todas parecen como… no sé, vulgares.
Le dije que tenía razón, aunque a mí me había gustado una postal con un Cremlin dorado y otras dos que se parecían a las antiguas, las de antes de la Revolución.

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Luego a mi ventanilla se acercó un señor muy mayor también, y me aparté para que no tuviera que esperar y preguntara a la chica lo que hiciera falta. Él quería comprar un sobre, y la chica le dijo que precio tenían. Se lo dijo en voz alta, vocalizando lo mejor posible, y preguntó si también necesitaba un sello. Se veía que estaba acostumbrada a tratar con gente tan mayor. Les hablaba muy alto, pero con mucha amabilidad y cortesía. Y yo le noté al señor que no era de Leningrado, hablaba de una manera diferente.

Ya casi eran las dos y la oficina tenía que cerrar, pero la chica me dijo que no me preocupara, que ya estaba terminándolo todo. ¡Como si fuera yo la que quería descansar, no ella!

Cuando al final lo metimos todo en sobres y le pagué, me acompañó a la puerta para luego cerrarla con un candado, y me dijo:
- С наступающим, приходите ещё! (“¡Felices fiestas, vuelva a vernos!”)
Las ganas que tengo de volver allí un día…

Espero que el día que vayáis a alguna oficina de «Почта России» os vaya tan bien como a mí.


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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor La_profe » 20 Ene 2015, 16:41

¿Un kebab? No, una shavierma.

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Si viajáis un día a San Petersburgo, veréis puestos callejeros y cafeterías pequeñas cuyo cartel pondrá “шаверма”. En Moscú pondrán “шаурма” y en otros lugares de Rusia encontraréis otras maneras de escribir y de pronunciar la misma palabra que es el nombre de un plato del Medio Oriente, muy parecido al kebab que se conoce en España, pero en vez de lechuga lleva pepinos y una salsa con bastantes más especias.

“Шаверма” se lee como “shavierma”. El acento puede variar: hay gente que dice “shaviérma”, y también hay quien dice “shaviermá”.

Los puestos callejeros de “shavierma” aparecieron en San Petersburgo a finales de los años noventa, y al principio lo más normal era comer una shavierma de pie frente al puesto donde se vendía. Por supuesto que esa manera de comer no podía gustarle a toda la gente. Por muy sabroso que fuera el plato, la gente decente no se veía comprando comida en un quiosko callejero al lado del metro y comiéndola allí mismo pasando frío, luchando con los gorriones, inhalando el humo de los cigarrillos de la gente que salía del metro ansiosa por fumar y, sobre todo, percibiendo las miradas despectivas de aquellos de los transeúntes que aborrecían la comida callejera…
Por eso, una vez que la mayoría de la gente probó la shavierma y quiso poder comerla a gusto, empezaron a aparecer por la ciudad cafeterías sencillas (para no decir cutres) donde se podía comer una shavierma sin ningún obstáculo.

Una de esas cafeterías la conocí en el año dos mil cuando después de los largos paseos por la Nevski y sus alrededores a mi novio y a mí nos entraba hambre. Desgraciadamente, no nos podíamos permitir nada mejor que unos blinis o una shavierma, y la shavierma podía mejor con el hambre, desde luego. Entonces entrábamos en aquel garito de la avenida Liteiny y nos comprábamos unas shaviermas y algo para beber. Todavía hoy se acordará aquel chico, ahora un hombre felizmente casado y padre de un hijo, de aquellos días y de los pepinillos salados que se echaban en la shavierma de Liteiny añadiéndole un toque especial mientras que en las demás cafeterías se echaban pepinos frescos, duros y bastante insípidos.

Una chiquilla de diecinueve años puede entrar en una cafetería “democrática”, como las llamamos los de Piter, acompañada por un chaval atrevido que acaba de empezar a ganar su primer sueldo. Es una cosa normal. En cambio, no es tan normal tratándose de una mujer que puede ir a comer en cualquier sitio decente con mesas, platos, cubiertos y hasta camareros, pero por alguna razón prefiere comer de pie y de mala manera una shavierma en un lugar sucio y pobre.

Durante mis últimos viajes a Petersburgo me animé a entrar en aquella cafetería de Liteiny sólo dos o tres veces. Y los viajes han sido más de diez. Fijaos en la puerta de ese sitio, ¿os parece atractiva?

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¿A que no? Ahora imaginaos que os acercáis y podéis ver qué hay dentro. Y dentro hay esto:

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¿Se puede comer bien aquí? ¿Merece la pena entrar? ¿No nos pasará nada a nosotros? ¿Y a nuestros estómagos?

Esta vez fui suficientemente valiente y entré, porque estaba completamente helada después de un largo paseo que di por el malecón de Fontanka. Aquel día las temperaturas de los termómetros de la ciudad no paraban de bajar, y lo que más me apetecía era un té negro con bastante azúcar y… la shavierma de Liteiny.

Vi aquella puerta antes de cruzar la avenida y pensé: “Ojalá cuando mire dentro no vea a ningún borracho ni tampoco a ningún mendigo de esos que asustan…” Crucé la calle y me acerqué.

Dentro había una señora de una edad indefinida que estaba terminando de comer. No parecía simpática ni estaba bien vestida. Pero era una señora y no tenía cara de alcohólica. Entré.

En el cartel encima de la barra había distintos tipos de shavierma y acabé pidiendo la clásica.

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La chica con rasgos uzbekos llamó al cocinero que parecía ser de la misma nacionalidad e incluso de la misma familia, y aquel salió y empezó a preparar mi shavierma. Mientras tanto, la camarera cogió un vaso de cartón que ya tenía dentro un sobre de Lipton y unas cucharadas de azúcar y lo llenó de agua hirviendo.

Nada más probar aquella shavierma noté que lo de los pepinillos salados se había perdido en el tiempo, se lo habrían llevado consigo los dueños anteriores de aquel sitio. Pero estaba riquísima.

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Mientras la estaba comiendo en la cafetería entró un grupo de hombres altos y robustos que hablaban muy alto, se reían a carcajadas y se mostraban muy alegres. Pidieron shaviermas para llevar. A la chica uzbeca la tuteaban, pero no parecía que la hubieran conocido antes. El ruido y alboroto enseguida me empezaron a molestar, así que comí el resto de mi shavierma rápido y salí a la Liteiny con el té en la mano. Aún quemaba mucho y tuve que parar en una esquina de la Nevski para poder tomarlo tranquilamente. Y la Nevski estaba preciosa…

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Ah, y los precios. La shavierma me costó 130 rublos (2,5 euros) y el té 20 rublos (30 céntimos).


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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor La_profe » 21 Ene 2015, 22:30

La Catedral del Salvador sobre la sangre derramada.

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La Catedral del Salvador sobre la sangre derramada que en ruso se llama Храм Спаса на крови, o simplemente Спас на крови (“Spas na kraví”), es todo un símbolo de San Petersburgo. La veréis a vuestra derecha nada más salir del metro en la parada de canal Griboyédova que está en la avenida Nevski a la altura de la Catedral de Kazán.

La arquitectura de la Spas na kraví (dejadme llamarla así, si no os importa), que contrasta mucho con los edificios más característicos de la ciudad por pertenecer al así llamado “estilo ruso”, nos puede recordar las iglesias más antiguas de Rusia y también, por supuesto, la más significativa de todas que es la Catedral de San Basilio de Moscú.

Sobre la sangre derramada.

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La Spas na kraví fue construida en los años 1881 – 1907, y tanto el sitio que está ocupando como el nombre son muy significativos. El 1 de marzo de 1881 en aquel mismo lugar hubo un atentado contra el zar Aliexandr II que resultó herido de muerte. La sangre del zar derramada en aquel sitio dio nombre a la catedral que es como un homenaje a aquel emperador querido por la gente de entonces que luego hasta quiso financiar su construcción.

¿Quién fue el arquitecto?

Tratándose de la arquitectura de San Petersburgo casi siempre podemos asociar un edificio emblemático con un arquitecto no menos emblemático. El Hermitage es de Rastrelli, la Catedral de San Isaac es de Montferrand, la Catedral de Cazán es de Voronijin, etc. Si a un niño petersburgués de la edad entre 7 y 12 años le preguntáis quién fue el arquitecto de la catedral de San Pedro y San Pablo, os dirá que fue Trezzini porque se lo saben tan bien como la tabla de multiplicar. Pero no es fácil dar la respuesta correcta si se pregunta sobre la Spas na kraví. De hecho ha sido creada entre mucha gente que decidió darle ese aspecto ruso antiguo, impropio para una ciudad tan joven como es Petersburgo: Parland, Mályshev, Benois, Bogomólov, Gun, Kitner, Shreter, etc. Y los autores de los mosaicos del interior son más de treinta, entre ellos los famosos pintores rusos Vasnietsov y Nésterov.

¿Cómo se ha librado la catedral de los soviéticos?

Se sabe que muchas de las iglesias fueron derrumbadas en la época soviética. El mismo destino la esperaba a la Spas na kraví, pero comenzó la guerra y ya nadie más iba a ocuparse de las iglesias que quedaban. Durante el Sitio de Leningrado la catedral se convirtió en un tanatorio hasta que un día una bomba cayó dentro de una cúpula sin haber explotado, y el edificio fue abandonado.

Después de la guerra los interiores de la catedral sirvieron como almacenes al teatro Mijáilovski, y en el año 1970 empezaron las obras de reconstrucción precedentes a la apertura de la catedral como museo.

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Хочу я жить
Среди каналов и мостов
И выходить с тобой Нева из берегов,
Хочу придать
Домам знакомый с детства вид,
Хочу я снять
Леса со Спаса на Крови...

“Quiero quitar los andamios de la Spas na kraví…”, así cantaba en los años ochenta Aliexandr Rosenbaum, un cantautor petersburgués. Y es que la catedral tapada por los andamios estuvo así veinte años. Las obras duraron tanto tiempo que la gente ya empezaba a bromear diciendo que los andamios se quitarían junto con la propia URSS. Tiene gracia, pero así mismo fue, la catedral apareció ante la gente justo en el 1991, espléndida como en sus mejores épocas.

¿Vamos a visitarla?

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Para visitar la Spas na kraví podéis elegir cualquier día excepto miércoles, que es cuando cierra. Las entradas valen 250 rublos (3,5 euros) y en el precio entra una excursión en ruso que empieza en la entrada de la catedral una vez que se reúna bastante gente. Si no queréis escuchar la excursión, podéis dar un paseo dentro de la catedral vosotros mismos y hasta hacer algunas fotos sin flash.

Antes de ver la catedral por dentro os recomiendo no dejar de contemplarla por fuera hasta saciarse. Para eso sólo tenéis que ir recorriendo la avenida Nevski día tras día fijando vuestras miradas en ella. Intentad no perderla de vista durante todo el viaje. Tenéis que llegar a conocerla por la mañana, en un día de sol, en un día de chubascos (y si puede ser, también de nieve), al anochecer y de noche… Intentad verla no sólo desde el puente del canal Griboyédoba que es donde todo el mundo hace fotos con la Spas na kraví de fondo, sino también desde el jardín Mijáilovski o pasando por debajo de los puentes del canal en un barco turístico… Sólo después, cuando se borre de vuestras mentes aquella alegre imagen de mucho colorido que presenta la Spas na kraví en la mayoría de los folletos, libros y otros medios pensados para los viajeros, id a las taquillas.

Esta vez fui allí en un día muy gris y muy frío y encontré toda esta luz…


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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor La_profe » 27 Ene 2015, 15:24

Aquí tenéis un artículo más, o mejor dicho dos artículos en uno (si lo vemos como uno sólo, parece demasiado largo... :) )

Sobre las librerías en general.

Antes de ponerme a escribir un artículo sobre las librerías de San Petersburgo y sobre la “Dom Knigui” en particular, he decidido averiguar cuántas librerías hay ahora mismo en la ciudad, y el buscador enseguida me llevó a una página donde la lista de librerías de San Petersburgo superaba el número de 260 sitios.

¿Cuántas conoceré yo personalmente? Unas 50, quizá. Y algunas de ellas las conocí en otras épocas, así que es posible que ya no existan.

Además de la antigua, famosa y céntrica “Dom Knigui” de la que hablaré en este artículo, hay redes de librerías como “Bukvoied” (la de la foto) cuyas tiendas hay en la mayoría de los barrios de la ciudad. En las “Bukvoied” se puede encontrar todo o casi todo lo que se está editando hoy día. No me equivocaré diciendo que la mayoría de los petersburgueses que leen libros en papel entran a comprarlos precisamente en las “Bukvoied” que, vayas donde vayas, están cerca.

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"Буквоед" significa "comeletras".

También hay una enorme feria del libro en un barrio industrial (20 minutos en metro desde el centro y unos 10-15 andando) que ocupa un enorme edificio de la Casa de Cultura de Nadiezhda Krúpskaya (Дом Культуры имени Надежды Крупской) y que es el sitio favorito de los estudiantes que necesitan libros de texto. Pero hay de todo y más. Lo bueno de la feria es que es un gigantesco almacén de varias plantas en el que se puede encontrar cualquier libro editado recientemente por un precio mucho más bajo que el de las librerías normales. Lo malo de la feria son los tumultos que los compradores forman delante de las mesas en las los libros que están colocados en pilas (una mesa, una editorial) y el frío que uno pasa en aquel edificio que nunca ha gozado de buena calefacción, si es que la hay, cosa que dudo.

Además de esos sitios conocidos por cualquier lector petersburgues hay una infinidad de librerías pequeñas aquí y allá. Unas de ellas ofrecen ediciones modernas de las que se venden bien, y otras suelen pertenecer a una rama de literatura concreta. Existe una librería en Fontanka que ofrece buenísimas colecciones de libros en inglés (editados en Rusia y en el extranjero), hay librerías que venden libros técnicos, catálogos de arte, libros de historia, de religión, etc. Y, por supuesto, hay librerías cuya especialidad son libros antiguos, de segunda mano, descatalogados, etc. Ese tipo de librerías frecuentaba yo a finales de los noventa en búsqueda de “algo” para leer en español. Mis primeros libros en castellano eran todos cubanos, llevados a aquellas librerías por personas que habían visitado Cuba en la época de la URSS y luego quisieron deshacerse de aquellos libros que compraron y no leyeron y por los estudiantes cubanos que decidieron no llevarlos consido de vuelta, una vez terminados los estudios. Uno de aquellos libros que compré (para poneros un ejemplo) era “Rojo y negro” de Stendgal. El día que lo compré no conseguí leer ni los primeros párrafos: me faltaba mucho vocabulario. Pero el hecho de que el libro fuera cubano lo hacía muy especial para mí.

Muchos petersburgueses, como la gente moderna en general, prefieren comprar libros por internet, a mí en cambio nunca me ha gustado, (necesito tocarlos y hojearlos antes de adquirirlos), y sí que me encanta comprarlos en la librería más emblemática de San Petersburgo, la “Dom Knigui”.

Sobre la "Dom Knigui".


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La "Dom Knigui" ("Дом книги" significa “casa del libro”) de San Petersburgo se instaló en el edificio de Zinger después de la Revolución, en el año 1919. Ahora es difícil imaginar la avenida Nevski sin ese edificio con su cúpula tan característica, pero no es tan antiguo, sólo fue construido en 1902-1904. La empresa de máquinas de coser “Zinger” compró el sitio para la edificación y de esa manera, instalándose frente a la misma Catedral de Kazán, quiso darle más importancia a su negocio en San Petersburgo.

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La librería “Dom Knigui” tiene tres plantas. La planta 0, que es el sótano, hay que bajar las escaleras, contiene secciónes de libros de filosofía, psicología, medicina, economía y otras ciencias de todo tipo. En la planta 1, que un español consideraría planta baja, está la sección de regalos que últimamente ocupa un espacio exagerado teniendo en cuenta que es una librería y no de una tienda para los turistas. Y un poco más lejos de la entrada están la sección de papelería, la de filología (¡la mejor!), la de arte y la de libros sobre San Petersburgo y sus alrededores..

En la planta 2 (subimos las escaleras, no hay ascensor) está la sección de la narrativa, la de libros infantiles, la de pedagogía, la de análisis de literatura, etc. Y también está allí la maravillosa cafetería “Zinger” que en ruso se escribe “Зингеръ”, como para añadirle con ese ъ el matiz antiguo que le va tan bien.

Al entrar en la “Dom Knigui” un turista no podrá prescindir de la sección de regalos porque allí se puede encontrar todo lo que uno quiera llevar consigo al extranjero para luego poder presumir ante los amigos. Lo triste es que no es esa la imagen que nos gustaría tener de la “Dom Knigui” cuando cruzamos su umbral. Nada más entrar nos gustaría ver libros y no matrioshkas ni petrushkas.

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Pero vamos a caminar un poco más por el pasillo principal (si es que hay forma de caminar con la cantidad de gente que suele haber) y ante nuestros ojos aparecerá una infinidad de postales, entre las cuales quizá encontremos las mejores imágenes de San Petersburgo, modernas y antiguas, y no tan “turísticas”, lo que es bueno. Seguimos haciéndonos paso entre los compradores y pasamos por la sección de arte con sus fantásticos catálogos de pintura y arquitectura… y entramos en el paraíso para la gente que ama los idiomas. Me acuerdo de aquellos tiempos cuando de español sólo había un libro, mi primer libro de español con su cinta de audio. Y ahora de español hay esto:

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y esto:

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Últimamente estoy estudiando el finés, y pienso que en ningún otro país del mundo y en ninguna otra ciudad habrá tantos libros dedicados al estudio de finés como lengua extranjera. Finlandia está a 6 horas en coche de San Petersburgo.

Después de revisar las fabulosas estanterías de aquella sección lo mejor es subir a la segunda planta y antes de hojear las novelas y libros de poesías acercarse a las ventanas. Estas vistas son únicas:

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A mí personalmente las estanterías que más me gustan en la segunda planta son las que contienen libros de memorias, diarios y autobiografías de escritores y poetas. Es allí donde me compraría casi todo. Pero no sólo el precio, sino muchas veces el peso del libro me prohibe hacer la compra: mi maleta no debe pesar más de 22 kilos.

La última vez que visité la “Dom Knigui”, a pesar de ser una verdadera fan de la sección de filología, sólo compré allí un libro de diálogos en finés. En cambio compré calendarios de pared con imágenes de San Petersburgo y otros recuerdos de Piter para mis alumnos y una decena de cuentos para mi hija. Las cosas cambian.

Cuando después de fotografiar el canal de Griboyédov desde la ventana me acerqué a la estantería de memorias y diarios, me di cuenta de que no podía mirar nada allí. La cafetería “Zinger”, donde en otros tiempos me gustaba tomar un americano carísimo con una bolita de helado de vainilla en cuyo precio seguramente entraban las vistas a la Catedral de Kazán, se había extendido más de lo normal. Antes solía ocupar dos de las últimas salas de la librería cuyas estanterías terminaban justo antes. En la época del Año Nuevo y todos los días festivos que lo siguieron, la cafetería no daba abasto y los dueños pusieron más mesas sin preocuparse por las estanterías que quedaron detrás de éstas. Dos chicas tomaban sus latte con pasteles en la mesa que estaba justo delante de mi estantería favorita y sería casi una falta de respeto el acercarme a ver los libros puestos en ella. Nada, me fui.

La “Dom Knigui” abre todos los días a las 9 00 y cierra a las 24 00. ¿Os podéis imaginar cuál es la mejor hora para visitarla? Exacto, la última, cuando la Nevski está ya medio vacía y en vuestras cabezas no hay otro pensamiento que “A ver si se me cierran el metro…” Pero está claro que es cuando mejor se está. Que sea a las diez de la noche, o a las once, qué tranquilidad, qué paz, que belleza vais a encontrar…


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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor Oblomov » 30 Ene 2015, 19:51

Hola. Me han encantado todas las crónicas que llevas publicadas sobre tu viaje. Esperaré con expectación las que aún faltan. Me ha gustado mucho la catedral del Salvador por dentro, nunca la había visto y es espectacular.

Gracias por contarnos todas estas cosas tan interesantes. Un saludo "profe", y espero que nos veamos antes del 2016 (a veces dos barrios de León pueden estar más lejos que Píter y Vladivostok).

Cuídate mucho. Me vuelvo al diván.

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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor La_profe » 31 Ene 2015, 21:07

Gospodín Oblómov, le agradezco su participación en el foro. :)

Lo de Píter y Vladivostok, Iliá Ilych, es totalmente cierto. Aún así esperaré su respuesta vía email. Y mientras seguiré publicando algunos artículos en este tema del foro.

Un saludo.

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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor La_profe » 31 Ene 2015, 22:49

Supermercados. Parte 1: Las sanciones de Rusia.

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El veto de Rusia a las exportaciones de alimentación de Europa afectó en cierta manera la vida de los ciudadanos.

“Не представляю, как заменить сыр моцареллу, а ведь для пиццы он необходим. И без пармезана как теперь быть?»
(“No tengo ni idea de cómo sustituir el queso mozarella, y para hacer pizzas es imprescindible. ¿Y qué vamos a hacer sin el parmesano?”)

«Исчезла итальянская томатная паста. Приехали...»
(“Desapareció la pasta de tomate italiana. Tela…”)

«Может, дело не в санкциях, но почему тогда отечественные продукты поднялись в цене на 25%?»
(“Si no es por las sanciones, ¿por qué habrán subido 25% los precios de los productos del país?”)

«Плохо, что наши продукты подорожали. Такое ощущение, что картошка в этом году из серебра... а о мясе что и говорить. Посмотришь на цены – и идёшь дальше. Но может быть, санкции в этом и не виноваты»
(“Lo málo es que han subido los precios de los productos nacionales. Las patatas este año parece que son de plata… y la carne ni os digo. Miras los precios y sigues caminando. Pero quizá las sanciones no tengan culpa”).

«Ну и что, одной проблемой больше, а разве мы не пережили 90-е? Вот тогда точно была ж...па».
(“Bueno, es un problema más, pero ¿acaso no sobrevivimos en los 90? Y entonces sí que lo pasamos canutas”).

«Мне наплевать. Хамона вам что ли не хватает?»
(“A mí me da lo mismo. ¿Es que os hace falta el jamón?”)

«Те, кто говорит, что не замечает эффекта от санкций, похоже по магазинам не ходят...»
(“Los que dicen que no notan el efecto de las sanciones parece que no entran en los súper…”)

«Санкции задевают лишь тех, кто позабыл вкус нашей обычной еды и начал питаться французскими устрицами, итальянскими сырами... тем хуже для них».
(“Las sanciones sólo afectan a aquellos que habían olvidado los sabores de nuestras comidas de siempre y pasaron a comer las ostras francesas, los quesos italianos… peor para ellos”).

«Мне по барабану. Меньше ешь, стройнее будешь».
(“A mí me importa un bledo. Quien come menos, no tendrá sobrepeso”).

Mientras estuve leyendo todo esto en un blog hace unas semanas, mi madre que estaba conmigo en la cocina tomando un té, al haber echado un vistazo en la pantalla de mi portátil, dijo:
- Да, именно хамона нам и не хватает! (“¡Pues sí que nos hace falta jamón, hombre!”)
Y el jamón en San Petersburgo ya no se vende. Aquel jamón catalán que mi madre solía comprar desapareció, a ver cuándo volverá.

El segundo día de mi viaje a Piter tuve que ir un supermercado de mi barrio para comprar algo de comida. Nada más entrar y acercarme a la sección de frutas y verduras me di cuenta de que ya no podía comprarme aquellas clementinas españolas que solían ser mi única fruta en mis viajes a Piter en invierno. La verdad es que los supermercados de mi barrio, y de la ciudad en general, nunca habían ofrecido buena fruta, pero algo siempre había y solía ser de importación. Esta vez encontré mandarinas de Turquía y de Marruecos que no tenían muy buena pinta. Luego supe que tampoco tenían un gran sabor, pero eso sí, montones de pepitas.

¿Qué más había? Bananas de Ecuador, peras de Argentina, manzanas de Serbia y de Chile, naranjas de Sudáfrica, limones de Israel. Había fruta de China también.

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Eso sí, también vi manzanas y patatas del país. De hecho, las patatas nunca las ha habido de importación, siempre han sido “nuestras”:

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Por supuesto que no encontré mis yogures favoritos, eran finlandeses, de “Valio”. Pero gracias a su ausencia descubrí muchos yogures buenos de las marcas rusas que de otra manera no probaría.

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El marisco ahora es asiático, casi todo es de China. Antes solía comprar gambas noruegas que estaban bastante bien. Las gambas chinas son diminutas, no se podrían comer, ¿pero darían sabor a algún plato? Alguien las querrá.

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Y esto es todo lo que puedo decir del efecto producido por las sanciones. Creo que los países de los que provenían los productos ahora prohibidos lo han sufrido bastante más que Rusia y los rusos. Y a pesar de haber saboreado aquellos productos extranjeros, los rusos no los van a echar de menos mientras haya suficiente variedad de alimentación y las estanterías de los supermercados estén llenas. La razón es la siguiente: a la gente que conoció los 1990 no es fácil asustarla. Esa gente no se preocupa por bobadas.


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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor La_profe » 02 Feb 2015, 21:31

Supermercados. Parte 2. Algunas curiosidades.

1. Como estuve en Piter en la época de las navidades, en los supermercados encontré un producto como éste:

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Los abetos de distintas especies se venden por toda la ciudad en los bazares navideños, pero también se pueden adquirir en los súper. No se trata de los abetos que antes de haber sido cortados poblaban los gigantescos bosques rusos. Estos árboles se cultivan única y exclusivamente para las ventas navideñas, son todos del mismo tamaño y aspecto y la gente los prefiere a los árboles artificiales.

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2. La cantidad de marcas de vodka es sorprendente. Tiene que ser muy difícil elegir uno...

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3. En España sólo se conoce una ensaladilla rusa, pero en San Petersburgo se puede ver muchas, todas diferentes. Hay mucha gente que prefiere comprarlas hechas antes que tener que cortar y mezclar los ingredientes en casa, pero también hay personas que no se fían de ellas y piensan que para su elaboración se usan los alimentos a punto de caducar que son difíciles de vender de otra manera. Esto quién lo sabe.

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4. Las panaderías de los supermercados ofrecen todo tipo de empanadas dulces tradicionales, tanto artesanas como industriales:

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5. En 2006 el gobierno ruso había prohibido la importación de los vinos de Georgia y aquellos maravillosos vinos estuvieron ausentes en los supermercados rusos durante siete años. En 2013 han vuelto, y me imagino que fue una gran alegría para los verdaderos amantes del vino tinto georgiano. Yo también lo soy, y me ha encantado volver a tomarlos este invierno:

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6. El famoso chocolate soviético “Osobiy” ("Особый", “el especial”) que aún ahora se considera de los mejores del país, ha salido recientemente en su otra variedad, con avellanas. No sé qué tal está porque me compro el de siempre.

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7. Los “priániki” son panecillos con especias que no se pueden comparar con ningún dulce español. En Rusia es un dulce preferido e imprescindible:

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8. Otro producto muy querido por los rusos desde hace siglos es el esturión salado )"cельдь", "селёдка") que rima tan bien con el vodka, "водка - селёдка" y se come muchas veces junto con un vaso de ese aguardiente:

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9. El “studien” ("студень", del verbo antiguo "студить" - enfriar) o "jolodiets" ("холодец") es un plato que nunca he probado, pero del que he oído hablar desde pequeña. No sé cómo es que hay tantos rusos que a cualquier comida normal le prefiere un “jolodiets”, esa masa gelatinosa que se obtiene cuando se deja enfriar un caldo preparado a base de una carne grasienta… No lleva gelatina, el truco está en utilizar las partes de vaca o cerdo adecuadas (cabeza, patas) que contienen elementos capaces de darle al plato este aspecto. Horroroso… pero se vende increíblemente bien:

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Para obtener imágenes mejores copiad la palabra "студень" en el buscador de Google u otros, veréis cómo es ese plato cuando está listo para comer.

10. La “tushionka” (“Тушёнка”, del verbo “тушить” – “guisar”) son frascos o latas de carne guisada. En la última década de la URSS cuando las tiendas estaban vacías, seguía habiendo esas latas y la gente solía conocer sus "caras”. Es una metáfora, pero no del todo, porque las etiquetas solían llevar dibujado el hocico del animal cuya carne había dentro, y si te acordabas de “la cara” de la vaca de la marca que hacía una carne guisada comestible, lo tenías más facil a la hora de ir a comprarla. Con aquella carne guisada se podía hacer muchos platos diferentes y muy ricos. Aún ahora, cuando hay de todo, sigue habiendo gente fiel a aquellas latas mágicas:

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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor Antonio G » 04 Feb 2015, 22:28

Estimada Profe,

Perdóname que te moleste con lo que seguramente será una tontería pero que a mí me supera y no encuentro la vía de averiguar que quiere decir lo siguiente:

бесл в знач. сказ.

Este texto aparece en cursivas en mi diccionario ruso (de Rusia) como abreviatura en el lugar indicado para denotar la categoría gramatical de ciertas voces, como las siguientes:

можно, надо, нужно, etc.

y me gustaría poder llamar a estas palabras por su nombre pero me quedo atrancado en el sentido de las abreviaturas.

Gracias y enhorabuena por los reportajes de Piter. No sabes cuanto me alegra saber que tenéis repletos los escaparates y que se fastidie el Gran Sancionador. Además supongo que dentro de poco os vais a poder atiborrar de yogur griego.

Esperemos a que algún día tengamos la suerte de que nos caiga también aquí alguien con dos dedos de luces y algo de narices como para enterrar de una vez por todas el seguidismo pro USA, pro UE, pro OTAN, pro Euro, en fin pro todo menos pro España, y que puedan volver a probar en tu casa el jamón y no sólo el catalán sino el de Jabugo, de la sierra de Aracena en Huelva, que es el etiqueta negra de los españoles.

Por cierto, cuando yo era niño y vivía en Marruecos las naranjas y las mandarinas del Lukus eran tan buenas que hasta venían de Valencia a comprarlas. Pero igual todo cambia y ya no es lo mismo.

En fin que me alegro por vosotros, lo siento por los agricultores levantinos y disculpa el desahogo pero es que cuando veo las mamarrachadas de estos pretendidos genios de la geopolítica que son el dúo afroalemán me hierve la sangre.

Un saludo muy cordial.

Antonio
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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor La_profe » 05 Feb 2015, 14:53

Привет, Антонио!

бесл в знач. сказ.


¿Seguro que es "бесл" y no "безл"? Porque si es "безл" quiere decir "безличное", "impersonal", lo que es lógico tratándose del uso de estos adverbios que forman frases impersonales y figuran en ellas como predicado (de hecho se llaman adverbios presicativos). Y "в знач. сказ." es precisamente "в значении сказуемого", "en función de predicado". Ejemplo:

Мне нельзя пить холодные напитки ("No puedo tomar bebidas frías") No hay sujeto, porque es una frase impersonal, pero sí hay predicado "нельзя".

En los diccionarios suele venir una lista de abreviaturas, y es sumamente necesaria porque muchas veces es difícil adivinar qué se esconde detras de ellas. ¿Seguro que en el diccionario tuyo no la hay?

Un cordial saludo y gracias.

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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor Antonio G » 06 Feb 2015, 00:22

Elena,

Muchas gracias por tu rápida y clarificadora contestación. Ahora todo cobra sentido. Tienes razón en el gazapo que he cometido con cambio de letra en la primera palabra; en cuanto al índice de abreviaturas del diccionario el mío también lo tiene pero no incluía la expresión completa tal y como yo la buscaba, tan solo el término "besl" que, encima, era el que yo tenía mal alfabetizado.

Gracias otra vez y un cordial saludo.

Sigue con Piter, seguro que tienes muchas más cosas interesantes que contar.

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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor La_profe » 10 Feb 2015, 16:25

Un paseo por el Fontanka.

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El río Fontanka (Фонтанка en ruso) sale del Nevá a la altura del Jardín de Verano y se extiende unos siete kilómetros. Gracias al mismo jardín recibió su nombre: las tuberías instaladas en el Fontanka suministran el agua a las fuentes (“фонтаны” en ruso) del jardín.

Aquel día que decidí dar un paseo por el malecón del Fontanka hacía muchísimo frío. Salí del metro en el “Gostiny Dvor”, fui por la calle Sadóvaya hasta el callejón de Krylóv (el autor de las traducciones al ruso de las fabulas de La Fontaine... fontaine, fuente, Fontanka), luego crucé la plaza de Ostrovski (el famoso dramaturgo del siglo XIX) y llegué hasta mi río favorito.

El cielo en el horizonte tenía un color rojo suave, típico de las tardes más frías del invierno. Y sobre aquel fondo se veían muy lejanas, pero muy nítidas las cúpulas azules de la Catedral de la Santa Trinidad en la que Fiódor Dostoievski se había casado con Anna Snítkina. A pesar de que mis manos apenas sentían algo por el frío que hacía, no podía parar de hacer fotos.

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El Fontanka es el río que más quiero. Quiero sus puentes, quiero su pavimento de granito, antiguo e irregular, tan atractivo para los pintores gráficos como, por ejemplo, Dobuzhinski, el autor de las ilustraciones delos libros de Dostoievski. El pavimento que sale en los dibujos de Dobuzhinski es aquel que pisé con mis botas de trekking aquel día.

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Quiero mi Fontanka porque… allí fue donde se me cayó un gatito de goma. De hecho lo dejé caer, lo tiré. Tenía unos cuatro años.

Creo que era esa mi edad de entonces. Vivíamos en la plaza de Turguienev (otro escritor famoso), justo al lado de la Sadóvaya, pero un poco más lejos, y a menudo íbamos a pasear por el Fontanka. Aquella era una tarde de invierno, de eso me acuerdo muy bien, y mi madre nos vistió a mi hermana y a mí con unos pañuelos de lana gruesos por encima de los gorros, para que hicieran de otro gorro más y a la vez de bufanda. Salimos a pasear con nuestro padre. Ya era de noche, íbamos por el malecón, y al pararme puse el gatito sobre la barrandilla de hierro ennegrecido. Era un gatito sencillo, un juguete soviético. Apenas tenía color y estaba desgastado porque ya le había mordido bastante las orejas. Lo quería mucho. Me acuerdo muy bien de lo que sentí en aquel momento sujetando el juguete aquel en la mano. Lo que pensé fue: “¿Qué pasará si lo suelto? ¿Se caerá en el agua de este río tan oscuro y frío? ¿O no? ¿Cómo puede ser que sí, si es mío, si es mi juguete... acaso puede desaparecer de repente? ¡No debería!"

Y abrí la mano…

Luego hubo la vuelta a casa, mi largo y desesperado llanto y el regreso de mi padre que me había devuelto mi gatito perdido. Después de habernos llevado a mi hermana y a mí a casa, había salido de nuevo, y, no sé cómo, pero logró alcanzar el juguete que, seguramente, se había caído sobre el hielo que cubría el río.

Recuerdo como envolví el juguete en unos trapos para ayudarle a entrar en calor.

Por eso quiero tanto el Fontanka, y no sólo por eso. En el Fontanka a la altura del puente de Aníchkov está el Palacio de los Pioneros adonde iba por las tardes a clases de dibujo y pintura a partir de siete años, y luego al coro juvenil a partir de doce. En el malecón de Fontanka está el teatro BDT (el Gran Teatro Dramático) en el que trabajan los actores más conocidos de San Petersburgo como Alisa Freindlich y Oliég Basilashvili. Por el Fontanka se puede llegar hasta el Castillo Mijáilovski donde en 1801 fue asesinado el zar Pablo I, y no muy lejos de allí está el museo de la poetisa Anna Ájmatova que vivió en aquel edificio en los años 1927-52. Y también en uno de los edificios que hay en el malecón del Fontanka, la antigua casa de los Olienin, el poeta Aliexandr Pushkin conoció a Anna Kern.

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El teatro BDT


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El puente de Lomonósov.


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Un patio típico petersburgués.


Hubo años (no tan lejanos como aquellos en los que estudiaba en el Palacio de los Pioneros) en los que visitaba el malecón del Fontanka sólo para ir a comer en el restaurante mexicano “La Cucaracha” que hasta hace poco se consideraba el mejor restaurante mexicano de la ciudad. Fue allí donde empecé a practicar mi español intentando decirles algo a los camareros, todos estudiantes de la América Latina.

En realidad el río Fontanka puede ser visitado de muchas maneras, el viaje mismo os propondrá la vuestra. Puede que sea una visita al Circo Ciniselli, el famoso circo antiguo que la gente llama simplemente “Цирк на Фонтанке”, (el Circo en el Fontanka), puede que déis un paseo en barco por los ríos y canales de la ciudad, puede que vayáis al Teatro Juvenil donde un día vi la mejor versión de la obra de Chéjov “Las tres hermanas”. Aunque quizá no haya nada mejor que dar un largo paseo por el malecón de Fontanka durante una de las noches blancas.

"Te oigo musitada en la imperceptible tristeza, en la amistad, en la calle vacía junto al canal Fontanka, en el umbral de una casita de madera, en los ojos de una mujer ilusionada, y siempre entre copos de nieve silenciosa que no te hacen callar”.

(de "Lengua rusa", Juan Eduardo Zúñiga).

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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor La_profe » 13 Feb 2015, 15:28

Farmacias en San Petersburgo.

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Аптека (аптэка en bielorruso, apteka en polaco, apotek en danés y en sueco, apotheke en alemán, apteekki en finés, apteek en estonio, apotheek en holandés, апотека en serbio) es una palabra de origen griego. En el griego al principio significaba simlpemente “almacén”. Hay muchos países que en vez de la palabra griega utilizan una latina (farmacia, pharmacy, farmacie, etc.) y también hay lenguas eslavas como el slovenio, eslovaco, checo y croata que utilizan palabras muy similares que tienen raíz eslava: lékareñ, lekarna, lékárna, ljekarna (en ruso hay palabras con la misma raíz: лечить - curar, лекарь –médico, лекарство - medicamento).

En San Petersburgo hay dos tipos de farmacias: las del Estado y las privadas.

Las farmacias del Estado no tienen nombres, sólo números: «Аптека № 176», «Аптека № 243», etc. Todas abren a las 9 y cierran a las 21 horas. Son todas parecidas en cuanto al diseño de sus interiores y en algunos aspectos recuerdan la época soviética.

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Las farmacias privadas tienen nombres, algunos de ellos muy originales y llamativos como, por ejemplo «36,6», «Здоровые люди» (“Gente sana”), «Первая помощь» (“Primeros auxilios”), «Родник здоровья» (“Fuente de salud”). La mayoría de ellas son redes de farmacias conocidas no sólo en San Petersburgo, sino también en otras ciudades del país. Muchas de ellas abren las 24 horas y ninguna cierra los domingos. Las farmacias privadas suelen tener logotipos que las identifican y un diseño concreto, propio de cada empresa. Algunas de esas farmacias como, por ejemplo, «Фармакор» no sólo venden medicamentos, sino producen los suyos propios. Hay farmacias que además de vender medicamentos venden productos de medicina natural, de homeopatía, remedios tradicionales, cosmética medicinal, alimentación infantil, etc.

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Lo importante es que:

- Los precios cambian dependiendo de la farmacia, pero no diría que mucho;

- Los petersburgueses en su mayoría confían en las recomendaciones de los farmacéuticos;

- Cualquier medicamento se puede encontrar fácilmente en cualquier farmacia;

- Los farmacéuticos suelen ser profesionales, simpáticos, dispuestos a ayudar;

- No hay colas;

- En todas las farmacias de la ciudad hay descuentos de muchos tipos (por ejemplo, para los jubilados, los veteranos de la guerra)

- Hay farmacias que ofrecen tarjetas de descuento y de ahorro para los clientes permanentes.

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Unos consejos.

Si viajáis a San Petersburgo con un nivel de ruso entre inicial y básico y tenéis que comprar algo en la farmacia, pero os da cosa preguntar, podéis seguir estas recomendaciones:

1. Teniendo que comprar algo que no requiere consulta del farmacéutico lo mejor que podéis hacer es buscar una farmacia estilo supermercado. Son cómodas porque en ellas apenas necesitaréis hablar. Se trata de buscar el producto en cuestión en las estanterías y llevarlo a la caja. Así son las farmacias «Первая помощь» y «36,6».

2. Si no sabéis si podéis afrontar una charla con el farmacéutico, pero necesitáis comprar “algo para” el catarro, la garganta, la tos, etc., lo mejor que podéis hacer es informaros antes de visitar la farmacia y elegir un medicamento que os puede valer preguntando a los amigos rusos, viendo la publicidad en la tele, mirando páginas de farmacias por internet, etc.

3. Si tenéis que llevar algunos medicamentos para tomarlos durante vuestra estancia en San Petersburgo, informaos antes del viaje de la posibilidad de adquirirlos también en Rusia, por si acaso. Y si tenéis medicamentos “favoritos” para los males más básicos, podéis llevarlos en la maleta si no es una cantidad exajerada. Yo, por ejemplo, suelo llevar una o dos cajas de Frenadol y nunca me han hecho preguntas en la aduana.

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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor La_profe » 03 Mar 2015, 16:24

Una visita a la Catedral de San Isaac.

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La Catedral de San Isaac (Исаакиевский Собор) fue construída en los años 1818-1858, el proyecto elegido entre muchos pertenecía a un joven arquitecto francés August Montferrand. La Catedral de San Isaac actual es la tercera de las que hubo en San Petersburgo. Las dos anteriores tuvieron el mismo nombre, y la primera era una iglesia hecha de madera. El zar Aliexandr I decidió que un templo con ese nombre tenía que ser más monumental, y así fue como se hizo esa emblemática catedral.

Durante el sitio de Leningrado en el sótano de la catedral fueron guardados los cuadros y otros objetos valiosos de las colecciones de los museos de la ciudad, y los empleados de la catedral no dejaron de asistir a sus puestos de trabajo ni un solo día. La propia catedral fue protegida de los ataques de los alemanes de la siguiente manera: la cúpula fue cubierta de una pintura gris mate que la dejaba prácticamente invisible en el cielo nocturno de Leningrado. Aún así el edificio fue dañado y las columnas aún guardan huellas de aquella guerra.

Sólo una vez había entrado en la catedral de San Isaac y vi sus maravillosos interiores, fue hace mucho tiempo y era una visita guiada. Los últimos años el visitar esa catedral significa para mí simplemente el poder acercarme a ella “en persona” y no a través de una imagen de la cámara web disponible en internet.

La última vez que me acerqué a la San Isaac fue el día ocho de enero de este año. Desde por la mañana estaba nevando sin parar, pero cuando salí del metro en el canal de Griboiedov a las cinco de la tarde vi que en el centro sólo había que humedad y una mezcla de lodo y nieve derretida en las aceras. Ese lodo no sólo es desagradable, sino que también estropea bastante la imagen de las calles céntricas. Arriba estaban las girnaldas navideñas, las chispas de nieve danzaban en el aire iluminadas por las luces de las farolas, y abajo se veía toda esa horrible suciedad…

Al atravesar la Nevski llegué hasta el río Moika y di un largo paseo por su malecón pasando la Universidad de Herzen, la calle Gorójovaya y las puentes Roja y Azul para encontrarme con la más majestuosa de todas las catedrales, la de San Isaac. Y allí estaba ella, la real, la única.

Nada más verla me acordé de mi padre. De joven vivía cerca de allí, pasaba junto a la catedral a diario, la veía de mañana y de noche, bajo el sol y bajo la lluvia… Cuando era pequeña, él y yo visitábamos aquellos lugares, me había llevado hasta el edificio en el que vivía con sus padres en la Pochtámtskaya, me enseñó su colegio… Yo tenía doce años. Y luego mi padre murió y ahora ya no sabría decir cuál era su casa, ni dónde queda aquel colegio.

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Mis pensamientos tristes se interrumpieron cuando me di cuenta de que no era fácil cruzar la calle para llegar a la catedral. No había semáforos ni pasos cebra, sólo había una enorme calle de Bolshyaya Morskaya con montones de coches, autobuses, trolebuses. Pero justo en aquel momento el tráfico paró y ví como cruzaba la calle una chica con un niño pequeño. Los alcancé casi corriendo y crucé también.

Entonces decidí subir a la cúpula.

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Hay una película soviética del año 1975, "Дневной поезд" (“El tren diurno”), que empieza justo allí, en la cúpula de la San Isaac. Su protagonista está contemplando la plaza Mariínskaya desde arriba, y la ciudad de Leningrado está nevada, es un día típico de invierno:

https://www.youtube.com/watch?v=Iw9RJap ... ZoROoYli_1

Nunca había visto la ciudad desde arriba en un día así. Solía subir a la cúpula en los días calurosos de verano cuando la ciudad parece una postal para los turistas. Tuve suerte cuando subí allí en agosto de 2011 porque el día estaba muy nublado y la ciudad tenía unos colores grises plateados, tan propios de ella. Y esta vez, en enero de 2015, pude verla en invierno y de noche.

En la taquilla había una pequeña cola, la entrada valía 150 rublos (2, 20 euros). La mayoría de los visitantes eran de fuera, no sabían ni qué querían visitar. Iban a comprar una entrada para ver la catedral por dentro y ya en la caja les preguntaban si también querían subir a la cúpula. Y entonces ya querían saber de qué visita se trataba.

Me costó un poco subir las escaleras por culpa de la ropa de invierno que abulta y pesa. Delante de mí iban subiendo dos chicas acompañadas por sus amigos que las habían dejado atrás. Una de ellas llevaba unos botines de ante de color claro que tenían unos tacones de unos diez o más centímetros. La otra llevaba botas que como suela tenían una plataforma muy alta. No sé cómo pudieron llegar arriba, creo que les fue difícil, y lo peor no era la escalera en sí, porque a pesar de ser larga, no lo es exageradamente; lo peor era el último tramo que tiene escalones de metal y está al aire libre. Aquel tramo estaba cubierto de hielo y de nieve y quizá hasta peligroso.

No podría describir toda aquella belleza que se puede ver estando allí arriba. Lo que voy a hacer es publicar aquí las imágenes que obtuve durante mis dos últimas visitas a la cúpula de San Isaac. Así podéis comparar los diferentes estados de la ciudad vista desde arriba.

июль 2011:
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январь 2015:

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Al bajar las escaleras y salir a la plaza, fui caminando lo más rápido posible por la Bolshaya Morskaya para entrar en calor. Me dolía la garganta, y lo que más quería era entrar en la confitería “Bushé” y tomar un té con aroma de frutas del bosque en una taza grande con algún pastelillo, pero necesitaba cambiar mis euros y ya no podía demorarme más tiempo. Era hora de volver a casa en la que mi madre estaba jugando mientras con mi pequeña niña.

Пока, Исаакиевский собор, я вернусь.

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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor Antonio G » 05 Mar 2015, 23:40

Hola Elena,

Gracias por toda la información que estás poniendo a nuestra disposición sobre San Petersburgo y, en mi caso personal, por los recuerdos que despiertan tus textos y tus fotos. Yo estuve dentro de San Isaac cuando visité Piter a principios de los 90. Aunque cada día la memoria se desvanece un poco más, recuerdo la impresión que me produjo la visión interior de este majestuoso templo. Evoco sus impresionantes mosaicos cubriendo los lienzos de pared hasta difuminarse en la altura; el magnífico iconostasio; las columnas de malaquita y las dos pilastras centrales de lapislázuli, de unas dimensiones que costaba creer que fueran ciertas, en fin, tantas y tantas cosas. Como muestra de todas estas impresiones te diré que sólo otra vez en mi vida tuve una sensación igual de verdadero anonadamiento ante tanta belleza. Fue cuando, a los 17 años, recién llegado a España, entré por primera verz en la Mezquita de Córdoba. Tuvieron que pasar 30 años y haber recorrido más de medio mundo para encontrar algo que igualara ese impacto. Y ese algo fue la Catedral de San Isaac. Ni San Pedro en el Vaticano; ni Santa María en Florencia; ni San Pablo en Londres, ni la Catedral de Sevilla, por citar los cuatro mayores templos del arte cristiano en el mundo, me produjeron una sensación comparable a la de San Isaac. Por eso y si no fuera mucho pedir te agradecería que si tienes alguna imagen del interior la incluyas en tu serie de recuerdos gráficos de tu ciudad.

Un cordial saludo,

Antonio.
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Re: Mi viaje a San Petersburgo en enero 2015.

Notapor La_profe » 07 Mar 2015, 22:32

Привет, Антонио!

No sabes cuánto me alegro de que mis relatos te hagan recordar aquel viaje a Leningrado. No sé si te quedan fotos o si hiciste algunas notas mientras estuviste en mi ciudad, pero si no, las cosas se pierden, es lo que dices tú: la memoria cada día se desvanece un poco más.

Yo intento conservar todos los recuerdos de mis viajes en fotos y textos. Cuando estoy en San Petersburgo, hago montones de fotos (de hecho no paro de hacer fotos en la vida normal también…) y escribo diarios en el Word. Por muy cansada que esté después de un día de paseos por la ciudad, ocupaciones, eventos, charlas, etc., por muy tarde que sea, siempre escribo cómo me ha ido el día, qué ha habido de interesante, de importante, qué me ha impresionado, en qué estuve pensando, etc. Así lo guardo todo, sin perderme ni un solo detalle.

Ayer y hoy estuve preguntando a algunas personas cercanas si por si acaso tienen fotos de los interiores de la Catedral de San Isaac. Nadie tiene nada. Y yo ahora mismo tampoco tengo, pero como pienso volver a viajar a Piter en verano, iré a la catedral y sacaré montones de imágenes del interior que tan bien describes en tu mensaje.

Entonces ya las publicaré aquí.

Por supuesto que podría descargar algunas imágenes de Internet, habrá muchas, pero no es lo mismo.

Un cordial saludo.

Elena.
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