Suelo visitar el supermercado de El Corte Inglés cuando se me acaban los panecillos de centeno finlandeses que mi hija y yo somos capaces de comer a todas horas. De hecho es el único producto finlandés que he visto en España, y sólo se vende en El Corte Inglés.
La última vez que entré en ese supermercado cogí mis panecillos y me dirigí a las cajas pasando por la sección de cervezas. Y entonces tuve que parar sorprendida. Allí estaban…
¡Allí estaban mis queridas, mis adoradas latas de “Báltika"! Y no lo digo porque sea mi bebida favorita (me gusta la cerveza, pero no hasta ese punto), sino porque fue como trasladarme de repente a Píter, a algún supermercado donde no son cinco ni diez latas juntas, sino montones de ellas. Aquí no eran muchas, pero suficientes para que tuviera ganas de saludarlas con un “здравствуйте, мои дорогие”. Y creo que hasta lo hice así.
La marca “Báltika”.
La construcción de la fábrica de cerveza “Báltika” empezó en Leningrado en 1978 y terminó doce años después, en 1990. Las primeras cervezas salieron de la fábrica al mercado en noviembre del mismo año, pero entonces aún no se llamaban “Báltika”, sino que tenían etiquetas de las marcas conocidas en la URSS: “Zhigulióvskoe”, “Rízhskoe”, “Admiraltéiskoe”, “Prázdnichnoe”.
En 1992 la fábrica dejó de pertenecer al Estado y sus nuevos dueños decidieron producir cerveza que llevara el nombre de la empresa. Ahora “Báltika” es una de las empresas líderes del mercado ruso de cerveza.
La gama de las “Báltikas”.
La “Báltika” que encontraréis en El Corte Inglés lleva un número: el siete. Es nuestra “Báltika semiorka”. ¿Por qué el siete? Porque de todos los números de las “Báltikas” es precisamente el “siete” el que pertenece a las cervezas de exportación. Existen también:
- la “Балтика 0” cuyo nombre ya lo dice todo, es la “Báltika” sin alcohol;
- la "Балтика 1" con poco alcohol;
- la “Балтика 2”, que es una “lager”;
- la “Балтика 3”, una cerveza rubia clásica;
- la “Балтика 4”, que es una “Балтика Оригинальное”, y es ése el sabor que más me gusta de todas ellas;
- la “Балтика 5” tiene el nombre de “Балтика Золотое”, la “dorada”, y no sé si la he probado;
- la “Балтика 6” es la “porter”;
- la “Балтика 8” es una cerveza de trigo;
- y queda la “Báltika 9”, muy parecida a las cervezas tostadas.
Una cerveza “Báltika” que, por desgracia, nunca olvidaré.
Me gustan las cervezas "Báltika", pero hubo una vez que el tomar una de ellas hizo que lo pasara mal de verdad.
¿Me emborraché y me sentí mal? ¡No, no se trata de eso! El daño no fue para nada físico. ¿Os lo cuento?
Hace unos años, mientras estaba de visita en mi casa en San Petersburgo, un antiguo compañero mío con el que compartí la mesa del colegio durante una buena parte de los años escolares, me invitó a tomar unas cervezas. Aún seguía viviendo en la misma calle, la que iba perpendicular a la mía, y dijo que me esperaría en el portal de mi casa. Nada más verme, me preguntó qué cerveza prefería.
- No sé, la checa, quizá –contesté y añadí. – Y la belga, por supuesto.
- De esas no creo que haya – dijo–. ¡Vamos!
Y cuando pensé que quizá fueramos a la pizzería que se acababa de abrir al lado del metro y que tenía su carta de cervezas, de repente me llevó a un pequeño supermercado y allí clavó la mirada en las estanterías de cervezas.
- ¿Qué tal la “Báltika vosmiorka” (la “Báltika 8”)? Se parece algo a la "Hoegaarden" belga...
Asentí, pero luego, cuando salimos a la calle con las latas de cerveza en la mano, y ya después, cuando nos sentamos en la orilla del Neva, pensé: “Ojalá nadie me vea ahora…”, porque...
Tomar cerveza en la calle no es “comme il faut”, como se diría en la época de Pushkin.
Hasta hace poco no había ninguna ley que prohibiera tomar cerveza en la calle. Ahora sí la hay, y ya apenas se ve por ahí gente que camine con una lata de cerveza en la mano, o se siente a tomarla en un banco, o, lo que es peor, la tome de pie en el transporte público. Últimamente hay policías que lo vigilan, y eso es bueno.
Lo que sigue siendo malo es que, a pesar de que haya cafeterías, restaurantes y cervecerías de todo tipo, los salarios de la gente no le permiten frecuentar tales sitios y la mayoría prefiere tomar cerveza en casa, en un banco puesto al lado del portal, o en un pick-nick con unos amigos en algún sitio de la naturaleza.
¿Cómo se vende la cerveza en Rusia?
La cerveza que se vende en los supermercados suele tener la misma apariencia que aquella que se vende en España: botellas, botellines, latas. Pero el tamaño más pequeño es de 0, 3 (se dice “ноль три”). Menos que 0,3 no hay, ni en las tiendas, ni tampoco en las cafeterías. La cerveza que más se vende son latas de 0, 5 (“ноль пять”).
¿Y algo “para pinchar”?
Frutos secos, por supuesto, patatas también, pero lo que la gente rusa de todas las edades prefiere para acompañar con la cerveza es el pescado seco y salado. Pocos rusos habrá a quienes no les guste este tipo de snacks. También en las últimas décadas aparecieron calamares secos o ahumados, bastante poco apetecibles a la vista, pero muy originales en cuanto al sabor.
Una manera muy rusa de tomar la cerveza: el Iorsh.
El Iorsh (simplemente es «Ёрш») es un… bueno, que sea un cóctel, aunque en realidad sólo es un truco que la gente bebedora utiliza para emborracharse lo antes posible. Para experimentar los efectos de un “Ёрш” (“la acerina” en español) hace falta servirse una jarra de cerveza, luego echar un trago y rellenar la jarra con el vodka para que ésta vuelva a tener la cantidad inicial. Cuando el contenido de la jarra deje de parecer cerveza, es hora de cambiar y en vez de añadir vodka echar cerveza, obviamente, después de cada trago… Y esperar.
Lo dicho: ¡la cerveza “Báltika” está aquí con nosotros! Ура!
La_profe.
