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Vladímir Nabókov "Nikolái Gógol"

NotaPublicado: 26 Sep 2016, 21:57
por La_profe
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“Si esperas averiguar algo acerca de Rusia, aléjate de Gógol” (V. Nabókov)

Un comienzo prometedor. El párrafo entero es este:

"Hablando en plata, viene a ser lo siguiente: si esperas averiguar algo acerca de Rusia, si estás ansioso por saber por qué los alemanes llenos de ampollas fallaron en su bombardeo aéreo, si lo que te interesa son “ideas”, “hechos” y “mensajes”, aléjate de Gógol. La horrible molestia de aprender ruso con el fin de leerle no te será reembolsada en el tipo de moneda que utilizas. Aléjate, aléjate. No tiene nada que contarte. Mantente alejado de la vía. Alta tensión. Cerrado per secula secularum. Evítalo, abstente, no”.

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El libro de Vladímir Nabókov que se titula “Nikolái Gógol” y que ha sigo publicado por primera vez en castellano en 2002 forma parte de un curso de literatura rusa que el famoso escritor escribió para los universitarios americanos y en el que entran también lecciones sobre Chéjov, Dostoiévski, Gorki, Tolstói y Turguénev. El original está escrito en inglés y yo lo tengo aquí en ruso, el curso entero en un solo libro.

Podría tratarse de un mero curso de literatura rusa (de esos que incluyen biografías breves de los escritores y analisis de sus obras principales) si su autor no fuera Nabókov. Y lo que tenemos aquí es otra obra del Maestro (es así como se le suele llamar en Rusia) con la que, igual que con el resto, nos hace disfrutar de su impecable estilo, de una riqueza de vocabulario extraordinaria y un dominio absoluto de la lengua materna. Pero, además, nos ofrece una opinión muy valiosa (y muy subjetiva) de los célebres escritores rusos.

El libro “Nikolái Gógol” no sólo es sobre Gógol: también se puede considerar escrito sobre el propio Nabókov. Digamos, sobre aquel Nabókov que lee a Gógol. No es tanto biografía ni análisis literario, sino más bien un intento que hizo Nabókov de comprender mejor a sí mismo a través de Gógol, un escritor con el que comparte el país y el idioma, es decir, lo ruso, pero poco más.


Nabókov sobre Gógol como persona.

Hasta el lector más perezoso, aquel que leerá este libro “en diagonal” para poder aprobar algún examen sobre Gógol o sobre Nabókov siendo estudiante de filología, se dará cuenta de que el último siente una especie de rechazo hacia el primero.

Es curioso darse cuenta de que Gógol no le cae bien como persona a Nabókov y por eso habla de él con frialdad y con cierta ironía. Parece que todo en él le es desagradable, hasta su aspecto físico y su forma de actuar en la vida social.

“Nikolái Gógol, el más extraño poeta en prosa que jamás produjo Rusia, murió un jueves por la mañana, un poco antes de las ocho, el 4 de marzo de 1852, en Moscú. Tenía casi cuarenta y tres años: una edad razonablemente madura para él, teniendo en cuenta la vida ridículamente corta que, por lo general, tuvieron otros grandes escritores rusos de su milagrosa generación”.

“Él aparece en tres cuartos, sosteniendo aquel delgado bastón con puño de marfil entre los dedos delicadamente moldeados de la mano con la que escribía (como si el bastón fuese una pluma). El largo pero bien cepillado cabello está partido en el lado izquierdo. El acicalado bigote fino corona los desagradables labios. La nariz es grande y puntiaguda, en armonía con los angulosos rasgos del rostro”.

“¿Su juventud? Poco interesante. Pasó las habituales enfermedades: paperas, escarlatina y pueritus scribendi. Era un muchacho debilucho, un tembloroso ratoncito, de manos sucias y grasientos cabellos y con pus saliéndole gota a gota de la oreja. Se atracaba de dulces pegajosos. … Al finalizar su período escolar en Nezhin, Ucrania, partió hacia San Petersburgo para buscar algún empleo. …
… A ello siguió una búsqueda de empleo bastante poco metódica, vagamente interrumpida con peticiones de dinero a su madre”.

“Las acusaciones dirigidas contra El inspector del gobierno por parte de gente resentida que vio en la obra un insidioso ataque contra la burocracia rusa tuvieron un efecto desastroso sobre Gógol. … Otro hombre se habría deleitado en este ambiente de elogios y escándalo. … Gógol hizo lo que había hecho tras el fiasco de Kuechelgarten: huyó, o más bien se escabulló, a tierras extranjeras.
Hizo otra cosa, también. De hecho hizo lo peor que pudiese hacer un escritor bajo aquellas circunstancias…”


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Nabókov sobre Gógol como escritor.

La mayor parte del libro es dedicada al análisis de las obras de Gógol, como es lógico. Hay que tener en cuenta que los alumnos del Maestro tenían que leerlas traducidas al inglés o, también, ver alguna en los teatros de los Estados Unidos, y por eso Nabókov habla de las traducciones que conoce y de alguna de sus propias experiencias:

“Una sola vez he visto la obra (El Inspector del gobierno) [b]representada en una lengua extranjera (en inglés) y no es un recuerdo que me apetezca evocar. En lo concerniente a la traducción del libro, hay poco donde escoger entre la versión de Seltzer y la de Constance Garnett. Aún careciendo totalmente de talento verban, esta última autora ha realizado la suya con cierto grado de interés y, por lo tanto, ésta resulta menos irritante que algunas de las monstruosas versiones de El capote y Almas muertas”.

“Las viejas traducciones de Almas muertas al inglés no valen absolutamente nada y deberían ser alejadas de todo público y de todas las bibliotecas universitarias”.


Estoy más que segura de que lo mismo pasa con las traducciones al castellano...

Mientras habla de las novelas y piezas de teatro de Gógol, no dejamos de percibir aquí y allí el mismo tono irónico e incluso desdeñoso que vimos cuando hablaba de la personalidad del escritor:

“En su fase de Dikanka y Taras Bulba (y cuánta razón tuvo, en sus años ya maduros, al ignorar o rechazar aquellas obras artificiales de su juventud) Gógol estaba evitando caer en un precipicio muy espantoso. Casi se convirtió en un escritor de cuentos folclóricos ucranianos y “coloridos romances””.

“Después de un lapso de quizás veinticinco años me forcé a mí mismo a releer Las Veladas… y me dejaron tan impasible como lo habían hecho en la época en que mi profesor no podía comprender que La Terrible Venganza no me pusiese la carne de gallina o que Shponka y su tía no me hiciese morirme de risa”.


Pero, a pesar de algunos párrafos como los de arriba, vemos que Nabókov no sólo aprecia la obra de Gógol, sino que es precisamente a él a quien considera uno de los escritores más grandes que ha habido en Rusia. Citaré dos párrafos más importantes:

“La diferencia entre la visión humana y la imagen percibida por el ojo compuesto por facetas de un insecto puede compararse con la diferencia existente entre una plancha a media tinta hecha con la más fina de las pantallas y la correspondiente imagen representada por las gruesísimas pantallas utilizadas en la reproducción gráfica normal de los periódicos. La misma comparación sirve entre el modo en que Gógol veía las cosas y el modo en que las ven los lectores medios y los escritores medios. Antes de su llegada y de la de Pushkin la literatura rusa era miope”.

“El formal Pushkin, el realista Tolstói, el comedido Chéjov han tenido todos sus momentos de irracional perspicacia que, de forma simultánea, hacían borrosa la frase y revelaban un significado secreto que valía sobradamente el repentino cambio de foco. Pero con Gógol estos cambios constituyen la base mísma de su arte… Cuando, como en su inmortal El capote, realmente se dejaba ir y se entretenía faenando alegremente en el borde de su abismo privado, se convertía en el mayor artista que Rusia haya producido jamás”.



Nabókov vs Gógol.

Un combate literario entre dos grandes escritores provocado por Nabókov y desenvuelto en las páginas de su libro resulta ser una lectura más que entretenida. Y ya casi al final encontramos esta observación del autor:

“Desesperados críticos rusos, tratando con todas sus fuerzas de hallar una influencia y de encasillar mis novelas, me han vinculado en una o dos ocasiones con Gógol, pero cuando volvían a mirar yo ya había desatado los nudos y la caja estaba vacía”.

Por supuesto que sería difícil encontrar dos escritores rusos más diferentes, pero después de haber leído obras de ambos creo que podemos percibir algo muy propio de Gógol en ciertos medios de expresión que utiliza Nabókov en esta parte de su curso.

Conozco muchas biografías de Gógol y algunas, seguramente, se han traducido al español y se pueden encontrar fácilmente en las bibliotecas. Pero…

si esperáis averiguar algo sobre Gógol, alejaos de Nabókov.

(No, es broma. Después de leer este libro conoceréis mejor a ambos. Mucho mejor).


La_profe.