El escritor ruso Feódor Mijáilovich Dostoievski vivió en San Petersburgo unos 28 años y durante todo ese tiempo estuvo cambiando de direcciones. Nunca tuvo su propio apartamento e iba alquilando pisos en distintos edificios de la ciudad que casi siempre eran los que hacían esquinas. Tres de las direcciones pertenecen al mismo barrio situado al lado de la plaza Sennaia (el lugar favorito de Raskólnikov de "Crimen y castigo") que ahora es conocido como "barrio de Dostoievski". Uno de los edificios es ahora el Museo de Dostoievski, el otro se ha convertido en un prestigioso hotel que se llama "Dom Dostoiévskogo" ("La casa de Dostoievski") y en el tercero, en el piso del célebre escritor... simplemente vive ahora otra gente.
Los personajes de Dostoievski, habitantes de San Petersburgo, son en su mayoría gente pobre que pertenece a la clase más baja. La ciudad aparece en sus novelas como un sitio triste, de colores grises; huele a basura, está cubierta de polvo y llena de charcos y nieve sucia; los días en ella siempre son nublados y fríos. La plaza Sennaia en el siglo XIX era un sitio habitado por ladrones, mendigos y borrachos. Estaba llena de bares baratos que ofrecían alcohol de pésima calidad.
¿Cómo es el barrio de Dostoievski ahora?
Ahora la Sennaia es una plaza totalmente reconstruida que tiene su gran centro comercial, cafeterías bonitas y una parada de metro. Al lado de la plaza, en las calles que salen de allí, todavía quedan muchos edificios de la época de Dostoievski, pero están reformados y hacen que los paseos por aquella zona sean agradables.
Lo único que recuerda los tiempos de Dostoievski es el color amarillo de las fachadas, típico para la época del escritor y para sus obras, y la atmósfera de aquel barrio.
Uno de los edificios más famosos que tienen algo que ver con Dostoievski es el "Dom Raskólnikova" ("La casa de Raskólnikov"), la casa donde vivía el personaje principal de "Crimen y castigo". La última vez que estuve allí le saqué unas fotos al monumento que pusieron en la fachada del edificio en los años 1990.
Y al lado de aquel edificio se puede ver una placa que muestra cómo subió el agua durante la riada del año 1824, una de las más crueles:
Aquel día que di un paseo por el barrio de Dostoievski tal vez no fuera el más adecuado. Fue un día soleado y caluroso de junio, y la alegría del comienzo de verano se notaba en el aire, en las hojas verdes de los árboles y en el reflejo brillante del cielo azul en el agua del canal Griboiédova (el canal Ekateríninski en los tiempos del escritor). Las pocas fotos que hice no muestran el carácter verdadero de aquella parte de la ciudad y tampoco fue mi intención sacar imágenes "a lo Dostoievski".
Si alguien de vosotros viaja a San Petersburgo y quiere conocer el barrio de Dostoievski, lo mejor es que lo hagáis en un día frío, húmedo y desagradable. Que haga mucho viento, que en el cielo haya nubes, y si es otoño y está lloviznando, mejor todavía. Las imágenes que sacaréis serán estupendas.
Lo curioso es que por muy bonitos que sean los días en junio, hay algo en aquel barrio que muestra su clima especial y la infelicidad de las gentes que vivieron allí durante siglos. La atmósfera de aquellos lugares no ha cambiado. Pasé por una calle que tenía una tienda de alimentación y vi que al lado de ella, en unos bancos colocados juntos, estaban sentados unos hombres vestidos de una manera muy pobre que tenían pinta de estar bastante borrachos. Dentro del círculo formado por los bancos posaron sus botellas a medio beber. Y junto a ellos pasaba gente, niños pequeños de la mano con sus madres, y una mujer joven hasta se atrevió a preguntar algo a uno de ellos, cosa que yo no haría jamás. ¿Preguntar algo a los borrachos del barrio? Pero tal vez sea algo normal para sus vecinos.
La pobreza de aquella gente, su capacidad de conformarse con la vida tan desgraciada que lleva, las tiendas de producción china y las cafeterías baratas con sus mesas de plástico que existen para esa gente dan una sensación de miseria e infelicidad. Estando allí aquel día tuve ganas de marcharme a otro lado, ir hasta la avenida Nevski para ver otras caras, otros escaparates, otro tipo de vida. Es pesado el barrio aquel. Y fue lo que hice.