Os transcribo el texto de este curioso artículo aparecido hoy en las páginas de la agencia de noticias rusa RIA Novosti:
© RIA Novosti. Liubov Chilikova
18:26 29/11/2013
Miguel Bas, para RIA Novosti.
El 29 de noviembre es el cumpleaños de la más joven letra del alfabeto ruso que hoy, no obstante, está al borde de la extinción y tal vez la única cuyo día de nacimiento se conoce: la “Ë” (diptongo que se pronuncia “io”) y que la diéresis distingue de la “E” (diptongo "ie").
Este día de 1783 en el salón de la directora de la Academia de Ciencias, la ilustre princesa Ekaterina Dashkova, se reunió un selecto grupo, en el que destacaban el poeta Gavriil Derzhavin, los dramaturgos Denís Fonvizin y Yakob Kniazhnin y otros padres fundadores de la literatura rusa.
Fue allí donde Dashkova propuso la letra Ë en vez de las dos IO y fue Derzhavin el primero en emplearla en su correspondencia ya antes de que en noviembre de 1784 se produjese el reconocimiento oficial.
A partir de entonces comenzó su solemne imposición: la primera palabra en la que apareció la Ë imprimida fue “vsë” (todo) y el primer apellido, el del todopoderoso favorito, príncipe Potëmkin.
Pese a tan aristocrático comienzo, sería difícil encontrar una letra más arraigada en el folclore cotidiano del pueblo ruso, a decir del escritor Víctor Eroféyev, una de las piedras angulares de la jerga soez, el "mat", pues da comienzo a un imperativo verbal pronunciado "iob" y traducible literalmente como "joder".
En este contexto, y de acuerdo a un estudio meramente matemático, en “palabras censuradas” aparece con doble frecuencia que el resto de las letras.
“La letra ë no tiene una de las mejores reputaciones”, destacaba Bernardo Suárez Indart en una crónica para la agencia EFE dedicada exclusivamente a la Ë, mientras Víctor Chumakov, un ingeniero jubilado que escribió varios libros en defensa de la letra en peligro de extinción, se pregunta por qué esa “letra expresiva” provoca todo “un estallido de emociones".
No obstante, una comisión ocupada de preparar la reforma de la escritura rusa en 1912 dispuso que el uso de la letra más joven era “deseable pero no obligatoria” y la reforma, decretada en 1918 ya por el primer ministro de Cultura soviético, Anatoli Lunacharski, se limitaba a recomendar su uso.
Su importancia dentro y fuera de Rusia parece indudable. Aunque esta letra aparece en más de 12.500 palabras, en más de 2.500 apellidos y en miles de topónimos, la vagancia a la hora de escribir y el ahorro al imprimir fueron y siguen siendo sus enemigos mortales. Pero también la letrita se sabe vengar.
En 1941, cuando la URSS fue agredida por la Alemania nazi, la ausencia de la diéresis en los toponímicos provocó confusiones que llegaron a desembocar en derrotas militares que desataron las iras del Comandante en Jefe soviético, Iósif Stalin. Tratándose de quien se trataba y más aún en tiempos de guerra, es más que comprensible que la Ë volviese a los mapas de inmediato.
Tras la muerte del dictador también se diluyó el respeto a la letra. En particular, la ausencia de la diéresis provocó diferencias de transcripciones a otros idiomas de apellidos rusos, incluso de máximos líderes, como Nikita Jruschëv (Jruschov o Jruschev) y Mijaíl Gorbachëv (Gorbachov o Gorbachev).
No obstante, la falta de diéresis fue mucho más sentida por un tal Yerëmenko, quien no pudo cobrar una herencia de 10 millones de dólares debido a que el funcionario que inscribió su apellido en el Registro Civil no tenía la menor idea del precio que pueden alcanzar los dos puntos sobre la “E”.
Cabe admitir que la tecla Ë ocupa un lugar muy incómodo en los teclados de los ordenadores, muy difícil de alcanzar con el meñique de la mano izquierda para los que escriben al tacto, por lo cual esta letra, a la que matemáticamente debería de corresponder el uno por ciento de cualquier escrito en ruso, prácticamente haya desaparecido de los textos impresos.
También cabe reconocer que su salvación ha movilizado a más personas que la extinción del oso polar.
En 2005 en la ciudad de Ulianovsk fue erigido un modesto pero monumento a la letra Ë, que más tarde fue sustituido por su versión moderna, una pirámide de granito rojo, de 2,05 metros de altura y más de tres toneladas de peso.
En Rusia fue instituida oficialmente la Unión de ëficadores que se encargan de restablecer los derechos de las “palabras despuntadas”, los diseñadores inventaron el Ëpyrigt, signo que honra las ediciones “ëficadas” y los maestros de la informática ya crearon el “ëtator”, programa de ordenador que coloca automáticamente los dos puntos sobre las “E” (en los lugares necesarios, por supuesto).
También nosotros hemos osado utilizar en este artículo la letra “Ë”, lo cual, rogamos, sea interpretado como nuestro modesto aporte a la preservación de tan valiosa letra y en ningún caso considerado como una falta de respeto al castellano.
A cambio, y con pleno derecho, cierra este artículo un merecido Ëpyright.
© Public Domain
Antonio G