Hola a todos,

He vuelto de mi largo y maravilloso viaje a San Petersburgo, así que durante las próximas semanas intentaré publicar aquí los siguientes artículos (y quizá alguno mas):

- La iluminación navideña de San Petersburgo – 2018 viewtopic.php?f=18&t=309#p1018

- 100 años de la Revolución en el Hermitage viewtopic.php?f=18&t=309&sid=0d4bb4bb96098fae276dab65a5a6b4b5#p1019

- “Las obras maestras del arte clásico” en la Casa del Arquitecto viewtopic.php?f=18&t=309#p1024

- El metro de San Petersburgo hoy viewtopic.php?f=18&t=309&p=1025#p1025

- Los supermercados en Rusia y en España: ¿comparamos los precios? viewtopic.php?f=18&t=309&p=1027#p1027

- Las guarderías en Rusia: de 0 a 7 años viewtopic.php?f=18&t=309#p1026

- Últimas tendencias que saltan a la vista.





Un saludo para todos y suerte con los estudios del idioma,

La_profe.

La iluminación navideña de San Petersburgo – 2018


La iluminación navideña de este año me ha sorprendido, y no solamente por su belleza.

A pesar de que los adornos sean muy bonitos, son exactamente los mismos que el año pasado. O incluso los de hace una década, como es el caso de algunos edificios edificios emblemáticos: la Duma y la “Dom Knigui”, por ejemplo, salen con sus “vestidos” de siempre.





No sé por qué no los cambian de vez en cuando. ¿Será porque es más económico? ¿O es que lo hacen, como muchas otras cosas, para los turistas? Ellos visitarán la ciudad una vez, harán sus fotos y se marcharán para siempre, entonces, ¿para qué cambiar? O, por qué no, puede que haya más motivos. ¿Qué tal la imposibilidad de mejorar el diseño una vez elaborado?

Y la verdad es que el diseño de la mayoría de los adornos es magnífico. Al cruzar la Nevski a cualquier altura merece la pena parar un instante en el medio y contemplar ese increíble túnel de luz formado por los arcos que recuerdan los tocados kokóshnik de las zarinas rusas y los árboles dorados instalados en las farolas.







Los puentes de los ríos fueron adornados con guirnaldas de luces también, y todas las noche se llenaban de gente haciendo selfies. En la foto de abajo sale el río Fontanka y el puente de Lomonósov.



Pero quizá los elementos más curiosos de la iluminación de los últimos años sean los adornos de las fuentes. Estos, a pesar de estar vacíos en invierno, durante las fiestas navideñas vuelven a tener vida. Las dos fuentes más bonitas se encuentran una casi al lado de la otra. Son la del jardín del Hermitage y la del jardín Aliexándrovski. ¿Cuánto le habrá costado a la administración de la ciudad el instalar todo esto?





Los dueños de los grandes almacenes “Gostiny Dvor” tampoco miran mucho el dinero cuando se trata de la iluminación navideña de sus galerías. El árbol que colocan delante de su fachada ya a primeros de noviembre suele ser uno de los más altos de la ciudad, y este año lo acompaña una bola de luces en la que se puede entrar para hacer fotos dentro. Las columnas y los balcones del edificio también se iluminan todos los años.



He leído en un periódico que para las fiestas fueron puestos 57 arboles navideños por toda la ciudad. A pesar de ser artificiales, parecen muy naturales todos. Los árboles colocados en las plazas del centro de la ciudad fueron adornados con luces de distintos colores, mientras que en las zonas más periféricas hubo árboles adornados con los personajes de los dibujos animados soviéticos hechos de madera. Un detalle simpático, aunque quizá no tan vistoso.

Y por último, otra cosa que no me esperaba ver: ¡el belén!



No me pude acercar para hacerle ninguna foto, porque había gente amontonada delante de él a todas horas del día y de la noche. Nunca ha habido ningún belén en mi ciudad, y este año pusieron uno delante de la Catedral de Kazán. La foto es de http://www.topdialog.ru.

Si pensáis ir a San Petersburgo las próximas navidades, borrad estas imágenes de vuestra memoria por si toca ver lo mismo una vez más, y, por supuesto, armaos de unas buenas cámaras de fotos para sacar unas imágenes nocturnas de calidad.




La_profe

100 años de la Revolución en el Hermitage.



Este año los interiores del Palacio de Invierno, el Museo del Hermitage, ofrecen un aspecto completamente nuevo tanto para los turistas como para los mismos petersburgueses. Nunca ha habido nada parecido dentro de sus paredes ni tampoco lo habrá luego. No en los próximos cien años, al menos.

Para celebrar los 100 años de la Gran Revolución Rusa la administración del museo ha preparado una amplia programación de exposiciones y conferencias. La idea es mostrar aquellos acontecimientos tal y como los vivió el Palacio de Invierno, su protagonista.

El director del Hermitage, Mijaíl Piotrovski dijo en una entrevista que no se trataba de diseñar otro proyecto cultural, sino de hacer que las mismas paredes del edificio, testigos de aquellos hechos, hablasen de aquel período de la historia.

El Hermitage soviético.

La exposición titulada “El asalto del Palacio de Invierno” invade todo el museo igual que los marineros y los soldados lo habían invadido el 26 de octubre de 2017. La URSS está por todas partes. Esa URSS con su color rojo, sus eslóganes puestos con esa letra tipográfica estilo soviético, un enorme Lenin adornando la escalera.





En la Avant-Salle del museo se encuentra la exposición dedicada a la historia del lazareto en nombre del zarévich Aliexiéi. El lazareto se había abierto en el Palacio de Invierno durante la Primera Guerra Mundial en 1915 y se cerró justo después de la Revolución de Octubre. En la sala se pueden ver documentos, fotografías y algunos objetos conmemorativos incluidos los instrumentos y aparatos de medicina fabricados por la famosa joyería petersburguesa “Fabergé”.





En la sala de Nicolás hay otra exposición dedicada a los acontecimientos que llevaron el país a las revoluciones, la de Febrero y la de Octubre, y a la abdicación del zar Nicolás II. Dentro de los escaparates están expuestos los vestidos de la zarina y de sus cuatro hijas, algunos dibujos de éstas y de su hermano, el zarevich Aleksiéi. Sus acuarelas, sus juguetes.









En los paneles de información se puede leer párrafos interesantes sobre cómo del Palacio de Invierno sobrevivió a la Revolución. A diferencia del Palacio de las Tullerías destruído por la Comuna de París en 1871, el Hermitage apenas sufrió daños provocados por los bolcheviques. Ellos se llevaron todos los objetos valiosos que encontraron en sus salas, quitaron todas sus lujosas cortinas, clavaron sus bayonetas en el retrato de Alejandro II y en el dorso pintaron a Lenin. Este retrato también se puede ver en la exposición.



Otra de las exposiciones que hay ahora en el museo está dedicada a los documentos impresos de la Revolución. Los volantes de la propaganda política, los carteles, ediciones de poemas de Maiakovski, la primera edición del poema “12” de Blok que salió justo después de la Revolución, en 1918, con la tirada de 150 ejemplares.







Y otra exposición temática que hay es la de las figuritas de porcelana soviéticas. Se titula “La voz del tiempo: la porcelana soviética”. No son simplemente unas figuritas finas de esas que en muchas casas adornan las estanterías del salón, sino “porcelana política”, es decir, objetos diseñados con el fin de animar al pueblo a apoyar el nuevo gobierno.









Las exposiciones cerrarán dentro de unos días. Todo volverá a la normalidad. Los turistas extranjeros podrán, por fin, hacerse fotos en la escalera principal sin que ese Lenin rojo que aparece por encima de los peldaños les amenace con su martillo.


La_profe

“Las obras maestras del arte clásico” en la Casa del Arquitecto.

En la Casa del Arquitecto había estado una vez cuando tenía unos diecisiete años. Hubo entonces allí una presentación de un libro, y mi amiga, cuyos padres, ambos, eran arquitectos, tenía dos invitaciones, así que me pidió que la acompañase. Y este invierno he tenido la suerte de visitar el edificio una vez más.

La Casa del Arquitecto es un chalet que está situado en pleno centro de San Petersburgo, en la calle Bolshaia Morskaya, y que tiene historia.



En la época del Pedro I había en su lugar una finca que pertenecía a un conde, luego la tierra se había vendido varias veces a distintas familias nobles hasta que en 1835 la compró un rico mercader que decidió construir en su lugar un pequeño palacio. Fue entonces cuando el edificio, un precioso ejemplo de la arquitectura clásica, adquirió el aspecto que tiene ahora. A diferencia del exterior, las escaleras y las salas habían cambiado de diseño varias veces, y la imagen que ofrecen hoy se la deben a su dueño posterior, el senador A. Polovtsov, gobernador de la Sociedad Histórica Rusa.

En 1932 el chalet pasó a ser propiedad de la Unión de los Arquitectos de Leningrado y aún hoy pertenece a la Sociedad Petersburquesa de los Arquitectos de Rusia y se considera un museo.


Durante la cena del Año Nuevo mi madre de repente se levantó de la mesa para ir a buscar algo y volvió con dos sobrecitos plateados. Uno era para mi hermana, y otro para mí. Dentro había entradas. Leí lo siguiente:

- 4 de enero. La Casa del Arquitecto. “Las obras maestras del arte clásico”.

El nombre no podía ser más misterioso: ¿qué podía ser eso?

- ¡Anda, pues, muchas gracias! – dije- Y qué es?

- No sé, -dijo mi madre- Vais allí y lo veis.

Entonces la tarde del cuatro de enero fuimos a ver qué era. Podía ser una charla sobre la pintura, un concierto, las dos cosas juntas, una conferencia, unos bailes, etc.

Ibamos recorriendo la Bolshaia Morskaya andando a buen ritmo a pesar de los tacones simplemente para no helarnos: nos vestimos tal y como requerían los eventos así, y ahora el frío se notaba mucho. De repente mi hermana dijo:
- Va a haber un “welcome drink” y todo…
- ¿Cómo lo sabes?
- Lo miré por internet.

Iba mejor informada que yo, desde luego. Aún así no sabía qué era el evento en sí.

Cuando entramos, me acordé en seguida de la escalera y del pasillo que llevaba a la guardarropa. Y cuando subimos, en la primera sala había bandejas con champán y todo el mundo estaba tomando copas. Escuchamos las conversaciones alrededor y supimos que el evento era un concierto de las obras más conocidas de la música clásica, básicamente de las óperas, las operetas y los musicales famosos.

Mientras saboreábamos con el champán, una de las empleadas eestaba intentando vender los folletos con la programación de los próximos eventos acompañados de unas tabletas de chocolate con la imagen de la Casa del Arquitecto en el envoltorio.
- Программа, шоколад! Программа, шоколад! – decía en voz alta a cada instante.
Sonaba como «Программа «Шоколад»», y se podía pensar que uno de los próximos conciertos tenía “El chocolate” como título, y la señora lo estaba anunciando.



Al terminar con la bebida, decidimos dar un paseo por las salas del palacio que estaban abiertas al público y nos hicimos fotos donde era posible. Todo estaba lleno de gente. Luego entramos en la sala, y el concierto empezó.

Hubo cuatro solistas de los teatros principales de San Petersburgo: del Mariinski y de “San Petersburgo-Ópera”. Un tenor, un barítono, una soprano y una mezzosoprano. Cantaron fragmentos de “Don Juan”, de “Carmen”, de “Barbero de Sevilla”, de “Porgy y Bess”, de “Cats” y otras obras muy conocidas. Después del entreacto en el cual a todos nos esperaban más copas de champán, la mayoría de las obras eran de los compositores rusos. Hicieron bien en no mezclarlas con el resto de la música, así la diferencia de las melodías se percibió mucho mejor. Es curioso que la música rusa puede ser tan rusa. A mí me gustó mucho la segunda parte.



Lo que no me gustó fue la voz de la mezzosoprano y su malísimo francés. Desgraciadamente, también interpretó “La historia de un amor” en español, y esa famosa canción fue cantada con un fuerte acento italiano, el idioma muy importante para los cantantes de ópera.

A la vuelta nos fueron a buscar con el coche, y no sólo nos evitamos el frío y el metro, sino que pudimos disfrutar de un paseo automovilístico por la Nevski. Inolvidable.






La_profe.

El metro de San Petersburgo hoy.

No había tenido miedo al metro de mi ciudad hasta que pasó lo de abril 2017. Había viajado en metro a diario desde pequeña. Bueno, hice montones de deberes escolares en el metro, leí decenas de libros en el metro, escuché muchísima música en el metro... Y si sólo fuera eso. Tengo recuerdos relacionados con el metro, muy bonitos recuerdos.

El metro de San Petersburgo siempre ha sido mi transporte favorito y lo será a pesar de todo. Aunque después de lo ocurrido ya no ha vuelto a haber para mí ni un solo viaje agradable. El entrar en el metro ahora me pone nerviosa, me dan ganas de evitar tanto metro, pero es imposible. Estando en San Petersburgo suelo coger el metro dos veces al día como mínimo. El rato que dura el viaje no hago más que aguantarlo. Me entretengo con lo que sea: conversación, lectura, etc. Pero en el fondo tengo el mismo pensamiento que se repite una y otra vez: “a ver si llego…” o "espero poder volver hoy a casa". De viajar con niños ya ni os hablo. Y es que la mayor parte de veces no viajo sola.

La gente dice que pasado un tiempo ya se ha vuelto a acostumbrar a ir en metro a todas partes, porque la vida sigue y no tiene por qué haber el mismo atentado dos veces. Y aún así cada vez que hay un ruido repentino, cuando algún asiento plegable, al levantarse un pasajero, da un fuerte golpe contra el respaldo, alguien se estremece. La gente se asusta. Todos están alerta.

Los arcos detectores de metales.



Las paradas de metro disponen ahora de unos arcos detectores de metales colocados en la entrada justo delante de los torniquetes. Antes del abril del año pasado ya había algunos, pero no hacía falta pasar por ellos a no ser que te obligara el policía. Ahora ya es imposible evitarlos, porque hay barreras por todas partes y los únicos pasajeros que tienen derecho de rodearlos son aquellos que tienen enfermedades cardíacas y que usan los marcapasos. Los campos magnéticos pueden afectar estos aparatos.

Además de los arcos que podréis ver en la foto, el acceso a los torniquetes está vigilado por varios policías que se colocan justo delante de estos y que miran con mucha atención a todos los pasajeros que quieren entrar. Nadie se escapa de sus miradas desconfiadas y sospechosas.

Un poco de risa para combatir el miedo.

En los andenes hay ahora pantallas con dibujos muy simpáticos y poesías graciosas, y se trata de lo mismo: de no olvidar en el metro los objetos personales y de comunicar a los empleados de la estación la presencia de un objeto abandonado si se produce tal caso.





Y sí que se producen tales casos, porque muchas veces se puede oír en el metro anuncios como: “La parada tal está cerrada desde tal hora, perdonen las molestias, etc”. No dicen por qué razón se ha cerrado la estación, pero todo el mundo se la imagina: se ha encontrado un objeto sin dueño, han evacuado toda la estación y la han cerrado para inspeccionar el hallazgo.

Los inmigrantes, los cabeza de turco.

Otra cosa que me ha llamado la atención es la preocupación con la que se mira ahora a los pasajeros de rasgos caucásicos o kazajos. Si los hay en el vagón, la gente intenta apartarse, los mira de reojo, con desconfianza. Y ellos hacen todo lo posible para demostrar que no son peligrosos. Sonríen, juegan en sus móviles, dejan sus asientos a los niños y a los mayores, etc. Es curioso.

Las cosas tienen que cambiar, ojalá cambien, pero no soy optimista y no creo que el metro vuelva a ser aquel lugar seguro y agradable como aquel que conocí en mi infancia.

La_profe

Las guarderías en Rusia: de 0 a 7 años

Según las leyes de la Federación Rusa, todos los niños mayores de 2 meses de edad pueden ser matriculados en las guarderías públicas que ofrecen el apoyo familiar y la preparación preescolar. Los padres deben rellenar un formulario indicando en él dos o tres guarderías que han elegido, y luego se les otogra un número. El número significa simplemente que ya están puestos en la lista de espera. ¿Cómo será de larga? Se supone que esto depende del barrio en cuestión, pero en los foros hay quien dice que también “depende de lo espabilados que sean los padres”…

No es obligatorio.

Las estadisticas muestran que sólo el 64 % de los niños rusos de la edad preescolar asiste a las guarderías. Muchos se quedan en casa simplemente porque así lo quieren sus padres. Yo misma, por ejemplo, estuve en casa hasta empezar directamente el cole a la edad de siete años.

La guardería de mi sobrino Iliá.



Este invierno tuve la oportunidad de conocer por dentro una de las guarderías de mi barrio, aquella a la que va mi pequeño sobrino.

La rutina diaria.

Los padres dejan a los niños en las manos de sus tutoras a las 7 – 8 15 de la madrugada. Está estrictamente prohibido darles el desayuno en casa, porque nada más entrar y cambiarse desayunan todos juntos. Se les suele dar alguna papilla de sémola y leche o cacao.

Por la mañana tienen actividades de diferentes tipos, y a las 10 30 salen al patio. Juegan en el parque infantil del territorio de la guardería hasta las 13 00. El tiempo del paseo puede ser reducido cuando fuera hay 15 º bajo cero. Cuando hay 20 º bajo cero los paseos no se realizan.

A las 13 00 los niños reciben su comida. Una sopa de primero, un segundo y para el postre, un té con algún bollo o bizcocho. Después de la comida viene la así llamada “hora silenciosa” que dura hasta las 15 00. Durante este tiempo los niños estan en sus camas, cada uno con su pijama, la niñera les lee un cuento (en el grupo, además de las dos tutoras, siempre hay una señora mayor que es precisamente “la niñera”) y tienen que intentar dormir.

Desde las 15 00 hasta las 16 00 los niños juegan simplemente, y a las 16 00 reciben su merienda.

A partir de las 16 00 a los padres se les permite recoger a sus hijos. Pueden pasar a por ellos en el momento que quieran.

Desde las 16 00 hasta las 16 45 tienen clases individuales aquellos niños que necesitan ayuda de algún tipo (la guardería dispone de fisioterapeutas, logópedas, etc.)

A las 17 00 para los que aún permanecen en la guardería empieza el segundo paseo que dura otra hora y media. En invierno es casi un paseo nocturno, y siempre se me hace raro ver a los niños correr entre los toboganes y columpios nevados en plena noche invernal…

A las 19 00 se marchan los últimos niños. La guardería se cierra.

¡Vamos a recoger al niño!



Durante muchos días de enero fui a recoger a Iliá, y lo que más me ha gustado, además de su alegría al salir, es que el sitio es agradable tanto por fuera (tiene un enorme parque infantil en el territorio del patio y una plantación de abetos), como por dentro.

Para entrar hay que llamar al timbre, pero si es a partir de las cuatro, nadie pregunta nada, simplemente te abren y te dejan entrar. Para recoger a alguien hay que saber dónde están los aulas de su grupo y llamar al timbre que hay en la puerta. Saldrá la tutora y llamará al niño, si ve que el que le va a recoger es alguien de la familia. Los viernes los niños salen con sus cuadernos (preescritura, desarrollo del lenguaje, etc.) y con el pijama para lavar.










Al entrar en la sección del grupo se puede ver el aula principal donde los niños juegan, estudian y comen, y al lado está el dormitorio con 25-35 camas, dependiendo del número de alumnos.

En el pasillo donde los niños dejan la ropa de abrigo y el calzado de la calle (dentro están con sandalias o zapatillas) hay tablones de anuncios con el horario de actividades diarias, nombres de las tutoras y maestras, menú del día y trabajos manuales de los niños, incluyendo dibujos y otras cosas. Así los padres están informados de lo que hacen sus hijos a lo largo de la semana.










Curiosidades de las guarderías rusas.

Cuando un niño tiene cumpleaños, sus padres deben preparar unos pequeños obsequios para todos los demás niños del grupo. Puede resultarles angustioso a aquellos padres que no se pueden permitir lujos, porque, además de ser un gasto aparte, existe cierta competición entre los niños/padres del grupo, todos intentan hacer que sus regalos sean mejores que los de los demás. Mientras unos traen los huevos “kinder”, otros son capaces de adquirir unas cajitas de “Lego”. Tal vez sea mejor renunciar a este tipo de detalles, pero por ahora los hay.

Cuando hay alguna fiesta especial, como el Año Nuevo, el Día del Defensor de la Patria o el Día Internacional de la Mujer, los niños preparan conciertos para los padres. Para ello, durante todo el año tienen clases de música y de baile que les dan las maestras correspondientes dentro del horario del día.

Una vez admitidos, los niños pueden estar en las guarderías hasta los 7 años de edad. La mayoría va al colegio a los 7 años, algunos hasta van con 6, pero en algunos casos un año más de preparación escolar tampoco sobra y se ve como algo muy normal.


La_profe

Los supermercados en Rusia y en España: ¿comparamos los precios?

Para comparar los precios de los productos de alimentación en Rusia y en España he elegido lo más básico y he ido a los supermercados más populares, como lo son “Perekrestok” en San Petersburgo y “Mercadona” aquí, en León. Intenté elegir la marca blanca, y aún así, algunos precios sólo se pueden comparar más o menos porque la cantidad del producto no siempre es la misma.

Ha salido lo siguiente:

Leche (1 litro): 49, 90 rublos (0, 66) - 0, 76

Sal (1 kilo): 26, 90 rublos (0, 35) - 0, 19

Huevos (10-12 unidades): 86 rublos (1, 13) - 0, 95

Mantequilla (200-250 g): 90 rublos (1, 19) - 1, 48

Pechugas de pollo (1 kilo): 400 rublos (5, 27) – 5, 86

Zumo (1 litro): 45 rublos (0, 52) – 0, 50

Barra de pan: 61 rublos (0, 82) – 0, 45

Café molido: 179 rublos (2, 36) – 1, 85

Hamburguesas (360-400 gramos): 199 rublos (2, 62) - 2, 54

Arroz (1 kilo): 38, 70 (0, 51) – 0, 75

Queso (150-200 gramos): 125 rublos (1, 65) – 1, 70

Salchichas: 119 rublos (1, 57) – 1, 70

Macarrones (1 kilo): 41 rublo (0, 54) – 0, 49

Azúcar (1 kilo): 31 rublo (0, 41) – 0, 80

Cerveza (0, 33-0, 5): 34, 90 (0, 46) – 0, 55

Whisky “Red Label”: 1029 rublos (13, 57) – 12, 85


El salario mínimo en Rusia es de 18 000 rublos (247, 14 euros).

El salario mínimo en España es de 735, 90 euros.

Sobran las conclusiones, pero no las fotos.



























La_profe