Irène Némirovsky "La vida de Chejov"
Publicado: 15 Jun 2013, 14:46
"La vida de Chéjov"
Una biografía que engancha, un libro maravilloso, supuestamente basado en documentos y cartas. La autora de la biografía Irène Némirovsky era de origen ucraniano y conocía muy bien tanto Rusia como las obras de Chéjov, así que creo en lo que dice a pesar de que algunos párrafos, por lo que parece, fueron escritos con con la intención de mostrar al lector una Rusia coloreada y grotesca, surgida de los sentimientos de nostalgia de la propia escritora que de joven emigró a Francia huyendo junto con su familia del régimen bolchevique.
Antón Chéjov (1860-1904) es uno de los escritores rusos cuyo nombre es tan conocido en el mundo como el de Tolstói y el de Dostoiévski. Sus relatos entran en la lista de la lectura obligatoria en los colegios de España. En Rusia sigue siendo uno de los escritores del que más se habla y se escribe, y cuyas obras se pueden ver en la mayoría de los teatros.
He leído las cartas de Chéjov y muchos ensayos sobre sus obras. Es uno de mis escritores favoritos y conozco lo que ha escrito tan bien que hasta puedo recitar de memoria trozos de algunas piezas de teatro. Pero en cuanto a su biografía, creo que era lo que menos conocía hasta que leí el libro de Némirovsky.
No me resultó muy fácil leer sobre Chejov - sobre mi Chéjov - en una traducción española. Es lo mismo que admirar un paisaje por detrás de una red para mosquitos.
La autora había escrito su libro en francés. La traductora al español siguiendo las normas de la traducción en España lo ha traducido todo. Pero no todo con éxito.
Los primeros capítulos son sobre la infancia de Chéjov. Su hermano se llamaba Саша. En francés «Sacha» se leería igual que «Саша» en ruso, sólo que con acento al final, pero es lo de menos. En cambio la traductora española lo dejó sin ningún cambio y el lector español encuentra a un «Сача». No existe tal diminutivo en ruso. Pobre lector español.
Los demás nombres están traducidos al castellano:
“Había seis niños Chéjov, cinco niños y una niña. Los dos mayores, Alejandro (Sacha) y Nicolás... Los dos más jóvenes, María y Miguel...”
Alejandro, Nicolás, María, Miguel... ¿Qué habrían perdido estos españoles en la ciudad de Taganrog?
Su padre se llamaba Pablo. Lo que no entiendo es por qué razón en vez de «Егóрoвич» era «Егорóвич»:
“Antón respetaba a su padre, Pablo Egoróvich”
La autora nos cuenta la infancia de Chéjov. Su padre le pegaba, y su madre era cariñosa y taciturna. La ciudad de Taganrog era sucia y pobre. Chéjov tenía maestros griegos.
Luego habla de la juventud de Chéjov, de como estudió en la universidad, como le faltaban medios para vivir y por eso escribía unos relatos humorísticos cortos para los periodicos bajo el seudónimo de Chejonte, hasta que un día recibió una carta del escritor Grigoróvich en la que le aconsejaba dejar el seudónimo y los relatos y escribir una obra de verdad bajo su nombre verdadero.
Podemos leer aquella carta y también la respuesta de Chéjov emocionado y de feliz. (Aquí las palabras españolas hasta vienen bien, es como si estuvieran hechas para expresar alegría). Y luego leemos sobre aquella época en la que escribía piezas de teatro, y sobre la enfermedad que le vino de repente:
“He tenido una hemorragia – escribió a sus parientes -, pero no es tuberculosa.”
Y sí que lo era... La salud de Chéjov empeoraba aunque no le daba importancia y seguía escribiendo y practicando medicina.
Me pareció muy interesante el capítulo en el que Chéjov se compara con Tolstói. Liév Tolstói fue como un ídolo para Chéjov durante mucho tiempo. Chéjov quería escribir algo que tuviera la misma fuerza educativa hasta que comprendió que no era otro Tolstói, que su arte era distinto.
También podemos leer cómo recordaban a Chéjov otros escritores rusos: Núnin, Kuprín, Górky:
“Lo que tenía lugar en el fondo de su alma, ninguno de los que le estaban más próximos lo supo nunca con certeza” (Búnin). ¿Búnin? ¿Y por qué viene con acento?
“Lo que más sorprendía a los que le veían por primera vez era su peculiar tranquilidad. Sus movimientos eran suaves y ligeros, su conversación sencilla y concisa, su voz fría, pero la sonrisa seguía siendo la de un niño” (Búnin).
“Sus ojos no eran azules, como se pensaba a primera vista, sino oscuros, casi marrones... Debido a los quevedos y a la forma que tenía de mirar por debajo de sus lentes, levantando un poco la cabeza, a veces su rostro parecía severo...” (Kuprin). ¿Kuprin? Aquí el acento sí que estaría bien.
“en sus ojos tristes brillaba una sonrisa, unas finísimas arrugas se estremecían en sus sienes; su voz era profunda, dulce, opaca...” (Máximo Gorki).
Es triste leer sobre la enfermedad de Chéjov, sobre como adejgazaba, tosía, envejecía y aún así no les hacía caso a los síntomas.
Un buen libro que se merece una traducción moderna.
Una biografía que engancha, un libro maravilloso, supuestamente basado en documentos y cartas. La autora de la biografía Irène Némirovsky era de origen ucraniano y conocía muy bien tanto Rusia como las obras de Chéjov, así que creo en lo que dice a pesar de que algunos párrafos, por lo que parece, fueron escritos con con la intención de mostrar al lector una Rusia coloreada y grotesca, surgida de los sentimientos de nostalgia de la propia escritora que de joven emigró a Francia huyendo junto con su familia del régimen bolchevique.
Antón Chéjov (1860-1904) es uno de los escritores rusos cuyo nombre es tan conocido en el mundo como el de Tolstói y el de Dostoiévski. Sus relatos entran en la lista de la lectura obligatoria en los colegios de España. En Rusia sigue siendo uno de los escritores del que más se habla y se escribe, y cuyas obras se pueden ver en la mayoría de los teatros.
He leído las cartas de Chéjov y muchos ensayos sobre sus obras. Es uno de mis escritores favoritos y conozco lo que ha escrito tan bien que hasta puedo recitar de memoria trozos de algunas piezas de teatro. Pero en cuanto a su biografía, creo que era lo que menos conocía hasta que leí el libro de Némirovsky.
No me resultó muy fácil leer sobre Chejov - sobre mi Chéjov - en una traducción española. Es lo mismo que admirar un paisaje por detrás de una red para mosquitos.
La autora había escrito su libro en francés. La traductora al español siguiendo las normas de la traducción en España lo ha traducido todo. Pero no todo con éxito.
Los primeros capítulos son sobre la infancia de Chéjov. Su hermano se llamaba Саша. En francés «Sacha» se leería igual que «Саша» en ruso, sólo que con acento al final, pero es lo de menos. En cambio la traductora española lo dejó sin ningún cambio y el lector español encuentra a un «Сача». No existe tal diminutivo en ruso. Pobre lector español.
Los demás nombres están traducidos al castellano:
“Había seis niños Chéjov, cinco niños y una niña. Los dos mayores, Alejandro (Sacha) y Nicolás... Los dos más jóvenes, María y Miguel...”
Alejandro, Nicolás, María, Miguel... ¿Qué habrían perdido estos españoles en la ciudad de Taganrog?
Su padre se llamaba Pablo. Lo que no entiendo es por qué razón en vez de «Егóрoвич» era «Егорóвич»:
“Antón respetaba a su padre, Pablo Egoróvich”
La autora nos cuenta la infancia de Chéjov. Su padre le pegaba, y su madre era cariñosa y taciturna. La ciudad de Taganrog era sucia y pobre. Chéjov tenía maestros griegos.
Luego habla de la juventud de Chéjov, de como estudió en la universidad, como le faltaban medios para vivir y por eso escribía unos relatos humorísticos cortos para los periodicos bajo el seudónimo de Chejonte, hasta que un día recibió una carta del escritor Grigoróvich en la que le aconsejaba dejar el seudónimo y los relatos y escribir una obra de verdad bajo su nombre verdadero.
Podemos leer aquella carta y también la respuesta de Chéjov emocionado y de feliz. (Aquí las palabras españolas hasta vienen bien, es como si estuvieran hechas para expresar alegría). Y luego leemos sobre aquella época en la que escribía piezas de teatro, y sobre la enfermedad que le vino de repente:
“He tenido una hemorragia – escribió a sus parientes -, pero no es tuberculosa.”
Y sí que lo era... La salud de Chéjov empeoraba aunque no le daba importancia y seguía escribiendo y practicando medicina.
Me pareció muy interesante el capítulo en el que Chéjov se compara con Tolstói. Liév Tolstói fue como un ídolo para Chéjov durante mucho tiempo. Chéjov quería escribir algo que tuviera la misma fuerza educativa hasta que comprendió que no era otro Tolstói, que su arte era distinto.
También podemos leer cómo recordaban a Chéjov otros escritores rusos: Núnin, Kuprín, Górky:
“Lo que tenía lugar en el fondo de su alma, ninguno de los que le estaban más próximos lo supo nunca con certeza” (Búnin). ¿Búnin? ¿Y por qué viene con acento?
“Lo que más sorprendía a los que le veían por primera vez era su peculiar tranquilidad. Sus movimientos eran suaves y ligeros, su conversación sencilla y concisa, su voz fría, pero la sonrisa seguía siendo la de un niño” (Búnin).
“Sus ojos no eran azules, como se pensaba a primera vista, sino oscuros, casi marrones... Debido a los quevedos y a la forma que tenía de mirar por debajo de sus lentes, levantando un poco la cabeza, a veces su rostro parecía severo...” (Kuprin). ¿Kuprin? Aquí el acento sí que estaría bien.
“en sus ojos tristes brillaba una sonrisa, unas finísimas arrugas se estremecían en sus sienes; su voz era profunda, dulce, opaca...” (Máximo Gorki).
Es triste leer sobre la enfermedad de Chéjov, sobre como adejgazaba, tosía, envejecía y aún así no les hacía caso a los síntomas.
Un buen libro que se merece una traducción moderna.