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por La_profe » 17 May 2014, 14:42
A mi abuelo paterno no le conocí. Falleció antes de que yo naciera, y si hablo de él con mi madre o con mi hermana, le llamo por su nombre y patronímico, Viacheslav Ksenofóntovich, y nunca “abuelo”. Escribiendo su nombre solemos poner las iniciales: В. К. (V.K.) Ya siendo una adolescente encontré en nuestra casa un cuaderno que resultó ser un diario de Viacheslav Ksenofóntovich que él escribió durante el año 1979. Tenía 65 años y vivía en su Leningrado natal con mi abuela Aliexandra Semeónovna (en el diario A. S.). Mi padre entonces tenía ya más de 30 años, era arquitecto y vivía en un piso que le había proporcionado su empresa. Aquí voy a publicar algunas entradas del diario de Viacheslav Ksienofóntovich traducidas al español. Quizá un día llegue a publicarlo todo. Diario de Viacheslav Ksienofóntovich Kondrátiev (1914 - 1980).El año 1979 fue aquel en el que mis padres, Leonid y Elena (en el diario Leonia y Lena, que son los diminutivos de estos nombres), se conocieron y se casaron. Publico aquí las entradas en las que V. K. habla de aquellos acontecimientos. Son estas: 3. III. 79 Por la noche llegaron Leonia y Gienka Shuválov bastante borrachos. Leonia dijo que encontró a una chica que le gustó mucho. Aunque la encontró en un restaurante o en una cafetería.
30. III.79. Hoy Leonia y Lena, a la que aún no hemos visto, fueron a Tallinn a dar un paseo. El tren sale a las 23 35, toda la noche de viaje. Desde mi punto de vista esto no es muy bien pensado, además ahora a menudo salen viajes organizados que son más baratos y prestan un buen servicio. Pero es cosa de ellos.
18.VIII.79 Ayer estuvimos donde leonia. Su madre por primera vez vio a su amiga Lena. El encuentro le dejó una buena impresión.
24. VIII.79 Leonia y Lena piensan ir a la costa del Golfo de Riga en un viaje organizado hasta el 16 de septiembre, pero su relación aún no está formalizada.V.K. era una persona "de vieja escuela" y en su diario se ven muy bien sus ideas y sus opiniones un tanto anticuadas, soviéticas. Para él, conocer a una chica en una cafetería o a un restaurante y no en un teatro o en una excursión era mala señal, a pesar de que luego ella resultó ser una persona inteligente con la que enseguida entabló una amistad y con la que le encantaba charlar de cualquier cosa. Tampoco le parecía normal que una pareja joven fuera de vacaciones sin más compañía y sin haber registrado el matrimonio antes. Continuará...
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por La_profe » 18 May 2014, 14:19
En esta entrada V.K. escribió sobre lo que les costó comprar un sofá que iba a ser un regalo para la boda de mis padres. 28 ХI. 79
El 16 de octubre A. S. y yo encargamos un sofá para los recién casados y lo pagaron los padres de Elena. En el momento de encargarlo se nos ocurrió decir que dicho sofá sería un regalo de boda y que sería preferible recibirlo lo antes posible y no pasados dos o tres meses. Lo encargamos en una tienda de muebles de la calle de Pliejánov.
El 26 de octubre Leonid y Elena registraron su matrimonio y celebraron la boda.
El 29 de octubre los recién casados se fueron cinco días a Moscú. Cuando volvieron, el sofá aún no estaba y dormir en un sofá cama les era imposible. Elena buscó una alfombra y empezaron a dormir en el suelo, que tampoco era una opción. Entonces decidimos no esperar más e intentar hacer algo para que se lo enviaran ya. No sé a quién se le ocurrió primero. Tal vez a A. S, o tal vez a mí o a Leonid. Y tomamos medidas.
A. S. se acercó con el resguardo del pedido a la tienda de muebles, allí le dijeron que lo sentían mucho, pero que no le podían ayudar, y le dieron el número del Departamento de reparto. Es un departamento al que le llegan pedidos de todas las tiendas. Les llamamos. En el Departamento de reparto nos contestaron que no podían hacer nada por nosotros porque aún no les habían llegado los sofás. Pasados unos días yo también fui hasta la tienda de muebles para preguntar ya la dirección del Departamento de reparto. La dirección era sencilla, el sitio no quedaba en las afueras, sino en la calle de Piéstel. Fuí allí y me dirigí a la administradora. Ella preguntó qué sofá era y de qué color. Le dije que era rojo, y una de las empleadas, que estaba en el otro lado de la habitación, me contestó que los rojos no se habían repartido a los compradores desde agosto. –¿Lo ve? –me preguntó la administradora. Y ya ninguna de las dos quiso seguir hablando conmigo.
A. S. pidió ayuda a nuestro vecino. Aquel vecino trabajaba de administrador en no sé qué mercado y era un sinvergüenza como pocos. Él prometió ayudarnos, desde nuestra casa llamó al Departamento de reparto, después a no sé quién más, pero luego los días siguieron pasando y nada cambió.
Un día en el piso de otro vecino nuestro estuvieron celebrando un cumpleaños (o no sé qué otra fiesta). El vecino se llama Yura y le alquila el piso a uno que antes vivía en él y que ahora trabajaba en el "Transagenstvo" (“agencia de transportes” ) y tenía algo que ver con lo de repartir muebles. Cuando ese día A. S. fue a ver a Yura, aquel estaba bastante borracho y no era capaz de hablar de cosas serias: –Por usted, A. S., haré cualquier cosa –dijo–. Deme algún papel, le escribiré los números y los nombres para que pueda llamar y preguntar. Y los escribió. Nos dio una esperanza.
El 9 de noviembre A. S. llamó a uno de los números y preguntó por un tal Morózov. –Morózov no está y hoy ya no estará. Luego sequí llamando yo a los otros tres números. Me contestaban que la persona que necesitábamos no estaba, que tampoco estaría más tarde, o el número estaba ocupado. Al día siguiente llamó A. S. y pasó lo mismo. Cuando al llamar a un número pregunté por Yura D., me dijeron que él allí no era nadie, un simple repartidor. Supuse que ellos ya se habían dado cuenta de la razón por la que buscaba a Morózov.
Era como un callejón sin salida. El vecino que tenía algo que ver con no sé qué mercado no decía nada. Morózov resultó ser difícil de cazar.
El 12 de noviembre volví a pasar por el Departamento de reparto. Esta vez me acerqué a otra mesa y dije: –Quisimos hacer un regalo de boda y en la tienda nos dijeron que era posible, pero ahora los recién casados duermen en el suelo. Una de las empleadas se rió y dijo que "todavía era mejor". Y aquella a la que le estaba hablando me escuchó con amabilidad y me preguntó: –¿Qué sofá es? ¿Cuál es el número del pedido? Le contesté, y ella se levantó sin decir nada más, se acercó al armario y encontró una carpeta llena de papeles. En la carpeta había por lo menos cien pedidos. –¿Cuál es su apellido? –Kondrátiev. Se puso a revisar los formularios de los pedidos, y ya apenas le quedaban cuando empecé a pensar "¿Dónde diablos está el nuestro?", pero al final lo encontró, era uno de los últimos. Cogió el formulario nuestro, lo colocó encima, el él escribió con letra grande "BODA" y lo dejó encima del resto. Luego dijo que los sofás "Yulia" no les llegaban de la fábrica desde el 1 de octubre y que les habían dicho que estarían listos después del 15 de noviembre. –Usted mismo puede llamar a la fábrica. Y me dio el número.
Mientras tanto el vecino que tenía algo que ver con el mercado se fue a casarse al Cáucaso. Allí está su patria, pero esto ya no nos importa. Ese camarada es un típico empresario moderno. Su estilo de trabajo es prometer cualquier cosa con una sonrisa en la cara y luego no hacer nada, a no ser que esto le suponga una ventaja personal. También le dejamos de llamar al Morózov del "Transagenstvo". Nos dimos cuenta de que era en vano.
El 15 de noviembre llamé a la fábrica para preguntar. Resultó ser el número del Departamento de transportación. Zinaída Filíppovna me habló con cortesía, dijo que el 16 de noviembre estarían listos nueve sofás "Yulia" y el día 17 diez más, lo que significaba que nuestro sofá nos lo tenían que enviar, por lo menos eso pensamos. Pero, para que no quedaran dudas, el sábado 17 de noviembre volví a ir al Departamento de reparto. Estaba cerrado. La tienda abrió y el Departamento de reparto no, pero había un vigilante a quien preguntar. De hecho era una vigilante, una mujer joven, y se notaba que le repugnaba hablar conmigo y con su comportamiento y la expresión de su cara parecía querer dármelo a entender. En su mirada no vi más que "fuera de aquí, viejo estúpido", y como no me iba, su agobio aumentaba. Y lo comprendía, pero aún así intenté hablarle: –Lo cierto es que mi pedido está el primero –le dije–, ayer llamé a la fábrica, al Departamento de transportación a Zinaída Filíppovna, y ella dijo que les iba a enviar diecinueve sofás. Por lo visto a la vigilante la sorprendió lo informado que estaba porque con un gesto vago se acercó su libro de pedidos. –¿Cuál es el número de su pedido? –El 6498 –le contesté, y ella echó un rápido vistazo al libro antes de volver a cerrarlo. –¡No está! Y se dio la vuelta. Pero yo me quedé allí sentado, no quería marcharme sin haber conocido todos los detalles. –Vuelva el lunes –dijo ella de nuevo. –¿Y no podría ver yo mismo ese libro que tiene? No sé qué habría dicho para sus adentros, pero me pasó el libro. –¡Haga el favor! Empecé a pasar páginas sin prisa ninguna. –Allí no puede estar –dijo la chica bruscamente, pero justo en ese instante encontré una pagina con fecha de 17 de noviembre de 1979, y en la fila de los números de los pedidos encontré el mío, el 6498. –¡Pero si aquí está! –le dije. –Entonces, ¿qué hace usted aquí? Hoy le van a enviar el sofá, ¿tiene a alguien en casa? Salí de allí disparado y llamé desde la cabina telefónica más cercana a A. S. Quería llamarle a Leonid también, pero no tenía otros 2 kopeks.
Volví a casa contento. A. S. ya había llamado a Leonia y ellos ya estaban esperando, pero a las siete tenían que ir a un concierto y por eso a las seis y pico salimos para allá para sustituirlos. Todos sabemos lo que es esperar. Llegaron las diez de la noche, ya era bobada seguir esperando, así que volvimos a casa. Todo había sido una estupidez y yo debía parecerles a todos un embustero sin serlo de verdad.
El lunes volví a pasar por el Departamento de reparto. Me dirigí a aquella empleada que había puesto nuestro pedido por encima de los otros y había escrito en él: "BODA". La saludé. Me miró sorprendida. Quizá no me hubiera reconocido o este era su comportamiento habitual. Dije que había llamado a la fábrica y que me habían dado la información sobre unos diecinueve sofás, y que la fábrica se los debía de haber enviado pero que a mí no me llegó el mío. –Masha, mira a ver –dijo la empleada a la otra. Fui a la otra mesa. Sobre la mesa estaba el mismo libro del otro día. La chica Masha hojeó el libro y dijo: –¿Qué quiere usted? Recibió el sofá el día 17. ¡Pero es que no lo recibimos! La documentación fue enviada al "Transagenstvo", pero nadie sabría decir por qué no nos había llegado el sofá. –¿Y entonces qué hago? –dije. - Llame. Y Masha me dió dos números. El de una tal oficina 3 y el del "Transagenstvo". Al llegar a casa llamé al "Transagenstvo". Una voz femenina a la que pregunté sobre el sofá me contestó: –No tenemos sofás. No hemos repartido ningún sofá "Yulia" desde el 1 de noviembre. –Pero la fábrica se los había enviado –dije. –Si esta información se la dieron en la fábrica, pues póngase en contacto con ellos.
Nada más colgar yo A. S. llamó al mismo sitio y dio el número del pedido. Le contestaron que, en efecto, ese número del pedido lo tenían ellos, pero que los sofás no estaban. En cuanto estuvieran, los repartirían. Y que teníamos que esperar que nos llegara un telegrama. ¿Y para qué esperar? Nadie quiere esperar, y menos si tiene que hacerlo durmiendo en el suelo.
Llamé al Departamento de transportación de la fábrica. –Z. F. –dije–, Le había llamado, y usted me había dicho que habían transportado diecinueve sofás "Yulia", pero en el "Transagenstvo" me acaban de decir que no han recibido ningún sofá. ¿Cómo es posible eso? Balbuceó algo, parecía que estaba insultándome en voz baja y luego dijo muy alto: –Va a ser un problema de la sección de la producción, nos dieron esa información, pero luego no han transportado los sofás al almacén. Llámeles usted mismo. Y me dio el número de teléfono: 224-80-03 y dijo que preguntara por Galina Petrovna. Marqué el número, me atendió otra voz femenina. –¿G.P? –Sí, soy yo. –G.P. –dije–, ¿Qué está pasando? Ustedes les dijeron a los del Departamento de la transportación que los diecinueve sofás "Yulia" estaban listos. ¿Y dónde están? –¿Y quién es usted? –preguntó. Yo sin pensarlo dos veces dije. –Un reportero. Me daba cuenta de que me metía donde no me llamaban, siendo un descarado, pero ya no había vuelta atrás. La oí gritar apartando el auricular: –Búsqueme al encargado. El encargado por suerte estaba cerca. Oí como le preguntó: –Maxímych, ¿habéis llevado los sofás "Yulia" al almacén? Y él le dijo: –Llevamos los diecinueve, y hoy llevaremos otros cincuenta. Esto me lo repitió a mí luego. La agradecí y pensé que era un círculo vicioso.
Al día siguiente, el 20 de noviembre fui al "Transagenstvo". Estaba situado en un barrio dormitorio Kalíninski, en la calle Apriélskaya y el viaje resultó ser largo. En la calle y dentro del patio había muchas furgonetas. Transportan muebles, se dedican a las mudanzas, etc. Me costó trabajo encontrar la puerta necesaria. Dentro había tres mesas. Me acerqué a una de ellas donde había sentada una mujer joven, y dije: –Venía para preguntar por qué no he recibido aún el sofá "Yulia". –No los hemos repartido desde el 1 de noviembre. ¿Le ha llegado el telegrama? –me preguntó. –No, no me ha llegado. La fábrica les envía sofás, ustedes no los reparten y en el Departamento de reparto creen que el sofá me había llegado el 17 de noviembre. Ella hojeó no sé qué libro, me preguntó el número del pedido y dijo: –Mañana lo tendrá. Hoy le llegará su telegrama. –¿Seguro? –La documentación ya está enviada al expedidor, el telegrama también ya está enviado. Se notaba que no tenía ganas de hablar.
Y me fui de allí. Mientras iba en trolebús a casa pensé que el telegrama le llegaría a Leonia a nombre de Kondrátiev, y en el piso a Leonia se le conocía como Ostrovsky y quizá los vecinos pudieran decir que allí no había ningún Kondrátiev, que no vivía allí nadie con apellido parecido, y mientras Leonid y Elena estarían en el trabajo. Por la tarde me acerqué a la oficina de correos sin saber qué oficina le correspondía a la calle Sadóvaya, 107, la dirección de Leonia. Fui a la oficina más próxima, la de la plaza Mira, pero estaba en reformas y la oficina de Telégrafos y Teléfonos estaba cerrada también. Luego fui a la oficina de la esquina de Sadóvaya y el callejón de Miasnikov, y de allí me enviaron a la avenida de Maklin. En ese tercer sitio les expliqué el asunto, me comprendieron y me dieron un número de teléfono para que pudiera informarme sobre el telegrama.
Por la noche Leonia nos llamó y dijo que cuando llamó a ese número, le dijeron que sí tenían un telegrama al nombre de Kondrátiev. Entonces mañana ya tendrían el sofá.
El sofá lo han recibido el 21. ХI. 79. Nosotros, A. S. y yo fuimos a la casa de Leonia cerca de las 12. Lena se estaba preparando para ir a trabajar, se marchó y enseguida volvió con uno de los repartidores, el jefe. Él ya aprovechó el momento para decirle que el sofá no valía 226 rublos, que es lo que habíamos pagado, sino 234. Seguramente quería que Lena le diera una propina para tomar una copa de coñac. Después de que colocaran el sofá en el sitio pensado para él y le pusieran las ruedas les di 5 rublos. Y así terminó la historia.
Continuará...
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por La_profe » 21 May 2014, 08:48
Una de las primeras entradas del diario. 24. I. 1979.
Hace más de un año Leonia participó en las reformas de varias salas del edificio del Comité Ejecutivo, e incluso dirigió las obras. Las autoridades quedaron satisfechas con el trabajo, a Leonia le agradecieron, le dieron un premio, y lo que es más importante, le dijeron que iban a proporcionarle un piso, o más bien, que le iban a apoyar en ello todo lo posible.
Es fácil comprender que en los intentos de conseguir un piso uno gasta sus nervios y sus fuerzas.
Cuando la empresa recibió un piso de dos habitaciones, a Leonia le dieron permiso para visitarlo. Estaba situado en el barrio de Krásnoie Seló.
El 29 de enero del 1979 los tres, Leonia, A. S. y yo fuimos al Krásnoie Seló a ver el piso ofrecido. Aquel día hacía frío, estaba nublado y soplaba el viento. El viaje salió sin complicaciones, yo estuve pendiente del reloj. Fuimos a la estación “Baltiyski” en metro desde nuestra casa y llegamos allí en 25 minutos. En la estación estuvimos unos 10 minutos esperando el tren, luego el viaje hasta el Krásnoie Seló nos llevó 27 minutos, y en el Krásnoie Seló estuvimos otros 10 minutos esperando el autobús en la plaza delante de la estación. Total: 1 hora 15 minutos aproximadamente.
No conocíamos el barrio en el que a Leonia le ofrecían el piso, pero vimos a un hombre mayor y le preguntamos si conocía la calle de Spirin. Aquel hombre nos lo explicó todo muy bien y comprendimos que la calle y el barrio entero aún se estaban construyendo, de hecho había obras por todas partes y aún no estaban terminadas.
La casa que estuvimos buscando y al final encontramos era un bloque largo e insípido de nueve plantas, Leonia dijo que era un edificio tipo “barco”. El piso se situaba en la sexta planta. A. S. estaba pasando frío, casi se encontraba en un estado de shock, mientras que yo estaba de buen humor y a pesar del frío me sentía animado. Leonia también se mostraba contento. Abrimos la puerta del piso. No había cerraduras, la puerta se abrió sola. Cuando entramos, nos dio una mala impresión la nieve que crujía debajo de nuestros pies. Probablemente las ventanas habían estado abiertas y el piso se había llenado de nieve, había escarcha en las paredes y en el techo. Aún así Leonia y yo logramos medir las habitaciones, el pasillo y la cocina. Desde las ventanas se veía un infinito campo nevado. El piso me pareció muy modesto, las habitaciones eran pequeñas, la cocina era de unos 6 metros solamente. Pero en una superficie tan pequeña había de todo: baño, gas, calefacción y hasta un balcón. Y a mí, a decir verdad, el piso me gustó, soy un trabajador soviético y tengo la conciencia limpia, nunca me he permitido lujos y por supuesto que cualquier piso independiente no se puede ni comparar con los pisos comunitarios, la convivencia en los cuales se basa en en los principios de la moral comunista: todos somos amigos, camaradas, etc. Pero es que no son posibles los principios comunistas en los pisos comunitarios.
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Un edificio "barco" de aquella época. A. S. no dio su opinión, no parecía muy entusiasmada. Estábamos todos de acuerdo en que el Krásnoie Seló quedaba muy lejos y muy separado de la ciudad, y que el piso era demasiado pequeño.
Tres días después, cuando salí a dar un paseo acompañando a Leonia que se iba a su casa, él dijo que ese piso no era ninguna solución. Y unos días más tarde dijo que le iban a cambiar el piso en el Krásnoie Seló por uno en el barrio de Kúibyshevski que es más céntrico.Continuará...
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por La_profe » 26 May 2014, 08:58
25. VIII.79 Hoy he entrado en la tienda grande de alimentación "Bolshói Gastronomícheski" en la avenida de Lesnói. Hay latas de conservas: "Desayuno de un turista" de 35 kopéks (no las coge nadie), chicharro, paté de sardinas ahumadas, caballa y esturión en salsa de tomate que vale 1 rublo 20 kopéks. Mientras estuve en la tienda no ví a ningún dependiente y tampoco a ningún comprador. El comunismo es el primitivismo en la vivienda, la alimentación, la forma de vida...
Los "Gastronom" (tiendas grandes de alimentación) en los años 1970: Las latas de conservas típicas de la URSS: Continuará...
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por Francisco » 27 May 2014, 02:57
Elena, te felicito por esa narracion de la vida en la antigua Unión Sovietica, todo muy interesante, desde luego que tenian paciencia en aquella época, yo no creo que hubiera podido aguantar tanta llamada de telefono.
Saludos
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Francisco
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por La_profe » 28 May 2014, 12:32
Gracias, Francisco. No sabía si publicar todo esto o no, pero yo también pienso que es interesante. Lo único malo es que no tengo mucha experiencia en la traducción y seguro que un traductor profesional lo haría mucho mejor.
Ahora hay mucha gente rusa, soviética, que participa en los blogs y en los foros dedicados a la vida en la URSS, y es muy interesante leer lo que ponen, porque aportan fotos de aquella época, imágenes de algunos objetos típicos de entonces y simplemente comparten sus recuerdos. Si se pudiera reunir los relatos más interesantes y editarlos en forma de un libro sobre cómo vivía la gente en la Unión Soviética, sería estupendo. Y luego traducirlo a los idiomas principales, incluído el español. Pero por ahora todo queda en las entradas de los blogs que apenas se conocen, en los temas de los foros, en los comentarios de las redes sociales, etc.
Estos días voy a seguir publicando lo que he traducido. El mismo diario no lo tengo en León, lo que tengo aquí es una copia que hice en Word hace ya años, pero en mi próximo viaje a San Petersburgo intentaré encontrar aquel cuaderno y escanear sus páginas. Algunas tienen dibujos y recortes pegados.
Un saludo.
Elena.
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por La_profe » 10 Jun 2014, 20:22
30. VIII.79
Hoy ha pasado una cosa muy desagradable. A. S. ha lavado la ropa de cama, las sabanas, la funda del edredón, y lo tendió todo para que se secara en la escalera. Aproximádamente a la una nos robaron las tres sábanas y la funda. A. S. se puso muy triste y aún ahora está mal. Llamó a la policía, les contó por teléfono lo ocurrido. Cerca de las cuatro de la tarde vino un policía, un hombre joven, muy apuesto, y nos explicó que la policía no nos puede ayudar en nada, que la cantidad de robos en los pisos no para de crecer, mientras que los robos en la producción han traspasado todos los límites. De lo último nos hemos convencido nosotros mismos mientras trabajamos en la ciudad de Vyshni Vólochek: vimos como todo el mundo robaba la vajilla, sólo los más vagos tal vez no lo hacían. También me di cuenta de ello trabajando en la fábrica de "Siévernaya Zariá". ¿Cómo es posible esto? Si el ejército se dedica al pillaje, pierde la capacidad de luchar. Si el pueblo roba, pierde la moral. ¿Cuánto tiempo podemos seguir así? Ninguna ley lo puede cambiar, hace falta tomar medidas drásticas, y lo primero que hay que conseguir es que la vida de las personas sea menos difícil, sólo entonces se podrá empezar a luchar con los robos.
Continuará...
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por La_profe » 20 Jun 2014, 13:15
El 10 de agosto de 1979.
Estuve más de un mes sin apuntar nada, y no es porque no tenga nada que escribir en este cuaderno. Han ocurrido muchas cosas distintas, pero no tuve tiempo para escribir, y a veces tampoco ganas. Me encuentro en una edad cuando cualquier cosa que hace uno le crea una duda y una pregunta: ¿para qué? Supongamos que a uno le apetece escribir algo, pero la pregunta no tarda en aparecer: ¿para qué?
Cojo una segueta, dibulo alguna imagen sobre una tabla para recortarla, y de repente me pregunto: ¿para qué? Dejo el trabajo apartado. Ahora también he cogido este cuaderno, lo he abierto con ganas de escribir sobre cómo trabajamos en Vyshni Vólochek en la fábrica de vidrio "Krasny Mai", como fuimos allí, como vivimos allí, con qué impresión volvimos, y otra vez me hago la maldita pregunta: ¿para qué?
No se puede hacerle caso a esa pregunta, hay que vivir hasta el último suspiro, éste es el sentido de la vida...
A la ciudad de Výshni Vólochek a trabajar fuimos el día 29 de mayo de 1979. El día era bueno, hacía sol, llevábamaos mucho equipaje que incluía instrumentos: el benceno, el nivel, el trípode. Si no fuera por Leonia que vino a acompañarnos, no habríamos podido con ese peso. En casa habíamos comido y habíamos bebibo un poco. Comimos cosas sencillas. Sobre todo para no dejar comida. Fuimos en metro hasta la estación. Leonia llevó la maleta más pesada y una bolsa. Mientras fuimos andando por el andén para llegar al vagón, Leonia cada poco paraba y se secaba el sudor, su camisa estaba empapada, la bolsa era increíblemente pesada también. Cuando dejamos las cosas en el vagón, Leonia y yo salimos a echar un cigarro y se le notaba contento de no tener que empujar más por aquel peso.
Si alguno de vosotros escribe un diario, espero que no se haga la pregunta que se hacía V.K. No tiene que haber ningún “para qué”. Porque si lo hay, las futuras generaciones, como ha pasado en el caso de mi abuelo, se van a perder unas historias del pasado interesantísimas a través de las cuales habrían podido conocer la vida de sus abuelos. Lástima que V.K. no continuó escribiendo sobre el viaje a Vyshni Vólochek. Dejó el relato tal como lo he publicado.
Continuará...
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por La_profe » 22 Jul 2014, 14:53
Sobre la boda de mis padres.
26. IX. 1979
Suele ser difícil elegir el hecho más importante de todos para describirlo, pero ahora sí lo puedo definir: lo más importante es la boda de Leonid.
Ayer Leonia y Lena se inscribieron en la lista de espera para registrar su matrimonio. Tendrá lugar el 26 de octubre de 1979 en el Registro Civil "Oktiabrski". ¿Y por qué no en el Palacio de Bodas?
Primero, porque ninguno de los dos quiere hacer de la boda un espectáculo cuyos protagonistas tienen que ser ellos mismos. Y tienen razón. La boda empieza con el ruido detrás del escenario que son las preparaciónes, el hecho de invitar a todos los familiares, etc. Luego está la salida al escenario: suena la música, ellos van subiendo la escalera, hay gente por ambos lados... Mientras tienen que intentar poner en la cara una expresión correspondiente para no decepcionar al público. Tal vez no esté bien sonreír, pero tampoco se puede estar serios, debe ser algo entre una cosa y otra, y esto requiere un esfuerzo de voluntad.
Segundo, porque la boda en el Palacio sólo puede ser en diciembre, hay que esperar dos meses. Pero es una tontería esperar cuando ya se ha tomado la decisión. Es igual que subir al coche y no arrancar el motor.
Se dice y se escribe mucho sobre los servicios sanitarios gratuitos, sobre los viajes gratuitos a los sanatorios, pero nunca se habla de la cuota sindical que equivale a 1 % del salario, y los servicios sanitarios gratuitos suponen 6% del salario. Algunos dicen que el alquiler es barato, que es un precio simbólico, pero es que los salarios de la mayoría son simbólicos también. ¿Por qué digo esto? Por lo siguiente. Las bodas salen horriblemente caras. ¡No, no me importa gastar el dinero! Para una cosa así se gasta lo que sea, pero, ¿de dónde sacaríamos esa cantidad?
Normalmente dos personas jovenes forman una pareja cuando sólo empiezan a vivir. Necesitan una alimentación sana, quieren vestirse si no a la moda, pues al menos de una manera aceptable. Y el salario de la gente joven deja mucho que desear, por eso todo el peso de los gastos recae sobre los padres. Tal vez sea lo correcto, pero, ¿de dónde sacarán los padres tanto dinero? Estoy hablando de la gente normal a la que, desgraciadamente, también pertenece mi familia: nunca hemos robado nada a nadie. Pero bueno, me he alejado del tema y no he escrito lo que tenía pensado escribir. Al final sólo he mostrado mi rabia. Qué estúpido.
29. IX. 1979
Ayer pasó a vernos Leonid, le dimos unos 200 rublos y él fue a la cita con Lena para ir juntos a buscar las alianzas. Precisamente buscar, porque no es nada fácil comprarlas. A esto tengo que añadirle que al inscribirse Leonia y Lena en la lista de espera en el Registro Civil recibieron unos certificados que les permitían comprar las cosas necesarias para la boda, incluyendo comida y alianzas, en las tiendas especiales para los novios.
Hoy Leonia nos contó lo siguiente.
La joyería está repleta de gente, no hay manera de acercarse a los escaparates de dentro porque la enorme cola ocupa toda la sala. Si uno quiere ver algo, tiene que hacerlo por encima de la cola. Al final consiguieron acercarse al dependiente. No había alianzas de la talla de Leonia, pero las que había eran muy anchas y valían 180 rublos. El Registro Civil devuelve 35 rublos del precio de las alianzas el día de la boda, así que una alianza de ese precio le saldría a Leonia por 145 rublos.
Estamos pensando dónde celebrar la boda, si en un restaurante o una cafetería, pero también hemos hablado de celebrar este acontecimiento en el piso de Lena. Hemos decidido quedar A. S. y yo con los padres de Lena para conocernos y hablarlo todo, pero hoy por teléfono Leonia dijo que lo de quedar se podría aplazar hasta que quedara una semana para la boda. Y mañana, el 2. Х, es el cumpleaños de Inna.
3. Х. 79
Ayer estuvimos en el cumpleaños de mi nieta Inna. Bebí demasiado, bailé con mi pierna mala (cómo bailé, esto ya es otra cosa). También llegaron en taxi Leonia y Lena. Nos sentamos a la mesa, todos estuvieron muy animados. Luego Lena tocó el piano. Me gustó su interpretación. Tiene una manera de tocar muy suave, se nota conexión entre los acordes y la inspiración. Diría que era una interpretación muy artística.
14. X. 1979
Al final Leonia compró la alianza, de hecho la compró Lena. Encontró una joyería donde el precio de una alianza de primera ley era de 75 rublos. Una cosa menos, y era importante.
Ayer por fín fuimos de visita a la casa de los padres de Lena. Nos vimos por primera vez. Bajo la iniciativa de Lena se preparó una comida más que correcta: hubo vodka "Starka" de los más caros y otro más normal, vino "Aigueshat", tomates frescos de la plaza, unos 2 kilos, pepinillos salados, queso, mantequilla, latas de sardinas en aceite, de segundo hubo una deliciosa carne estilo entrecot con patatas fritas, y luego tomamos té con bombones.
21.Х. 1979
Hoy estuvo aquí la madre de Lena, Z. P., también vinieron Leonia y Lena, elaboramos el menú de la fiesta, hablamos de las cosas que tenía que comprar cada uno, tomamos algo y luego se fueron. Parece que todos nos caemos bien.
25. Х. 79
Hoy compré en la plaza del mercado 3 kilos de tomates, 1 kilo de manzanas, 3 manojos de cebollino por 1 rublo 50 kopéks, 0, 5 de nueces /4-5, 5 kilos/, 1 kilo de zanahoria por 50 kopéks.
Ahora tiene que venir Ígor para recoger la compra que hicimos nosotros, luego hay que ir a la tienda "Strielá" donde nosotros, Leonid y yo, hicimos un pedido: embutido, queso, bacalao, manzanas, mayonesa, etc. El precio total es de 25 rublos. Desde la tienda tendremos que ir a la calle Sadovaya donde vive Leonia y recoger los 4 kilos de carne que compramos ayer. Luego hay que ir a la casa de Lena, a la avenida del Mariscal Zhúkov.
Durante varios días Leonia estuvo buscando un traje y unos zapatos, hoy me llamó y dijo que compró el traje en el "Atelier de Modas" por 106 rublos, una preocupación menos.
Mañana A. S. tiene que ir a ayudar a Z. P. a cocinar.
27. Х. 1979
¡Ya están casados! Acabamos de llegar a casa. Mañana lo contaré todo.
Pero V. K. no contó nada, y no porque no hubiera querido, sino porque hubo un suceso que se lo había impedido. Ahora sólo quedan fotos de la boda en blanco y negro y algunos recuerdos de mi madre. Ella aún guarda su vestido de boda en un armario.
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por La_profe » 20 Sep 2014, 16:39
El día 28 de octubre de 1979 V.K. tenía en sus planes escribir en el diario sobre la boda de su hijo, pero no lo hizo... porque aquel mismo día murió su madre, mi bisabuela a la que no pude conocer. Murió en un internado psiquiátrico, o una residencia de mayores en las afueras de Leningrado. He encontrado una foto del edificio en internet:
30.III.79
Ayer fui a ver a mi madre. El viaje hasta el internado dura aproximadamente una hora y veinte o treinta minutos. Desde la estación de Baltíyski hasta la estación Volodárskaya fui en tren, luego cogí el autobús 359 que me llevó desde la estación hasta la calle de Krylov, y allí, en aquella calle, a unos 300 metros de la carretera de Petergof está el internado al que mi hermano y su familia, su mujer y su hija, llevaron a mi madre.
La primera vez que fui allí, y esta segunda vez, quedé convencido de que no es mi madre la que tiene que cumplir la condena en este internado psiquiatrico, sino aquellos que la metieron allí. Aunque ellos, esas bestias que no tienen nada humano, no se merecen los cuidados y la atención que les prestan allí a las pobres ancianitas que están condenadas a esperar su muerte entre los paredes de piedra de esa institución estatal en vez de estar en su hogar. Si existe Dios, que castigue a los que envían a los viejos a sufrir las torturas de la soledad y la una espera única, la de la muerte. Y ésta vendrá: a mi madre la veo peor que en mi primer visita.
26. IV.79
Estuve donde mi madre, más bien quise estar pero no me dejaron, están en cuarentena. Ví a mi madre en una ventana, siempre quedará así en mi memoria. También estuvo allí Volodia. Volodia está igual que siempre. Se queja de sus enfermedades, de su familia. Da pena verle.
18.VIII.79
El jueves 16.VIII.79 fui a ver a mi madre. La trasladaron del edificio que está en cuarentena al edificio №2 – departamento 3, habitación 28. Encontré el edificio y la habitación. Mientras iba por el pasillo eché un vistazo alrededor: a la derecha estaban las ventanas, a la izquierda las puertas abiertas de las habitaciones, casi en todas las literas había pacientes. Al lado de las ventanas de aquel pasillo había flores, unas flores frescas, y al final del pasillo estaba la habitación № 28. La puerta estaba abierta, en la habitación había cinco literas, en todas ellas estaban echadas unas mujeres viejas, y sólo mi madre estaba sentada encima de su litera leyendo. Enseguida me vio, se alegró. Había cambiado. Más tarde comprendí que su estado mental había empeorado, los ojos le habían cambiado, la mirada también. Estuvimos un rato sentados en la habitación, luego nos fuimos a un banco en el jardincillo delante del edificio. Parece que razona de una manera muy sana, responde a las preguntas pero al instante empieza a decir cosas sin sentido. Me he despedido de ella sintiendo dolor.
28. Х. 79 (dos días después de la boda de mis padres) Estuve en la tienda y en el mercado, y cuando volví, A. S. me dijo que había llamado mi hermano Volodia al que le habían llamado del internado. Mi madre murió. Mi madre. Ocurrió probablemente 27. Х. 79, pero hay que ir allí e informarse de todo.
31. Х. 79
Es difícil escribir de dos acontecimientos contrarios. Si la boda es un acontecimiento alegre y lleno de euforia, la muetre de mi madre dejó una cicatriz en mi corazón, es como si lo hubieran rajado con un cuchillo y ahora el dolor ya nunca se me pasará, y nunca desaparecerá de mi memoria su imagen, su muerte y toda esa repugnante historia de su entierro.
Me encontré con Volodia el 29. Х. 79 por la mañana en la estación Baltiyski después de haber quedado por telégono el 28.Х. Subí la escalera mecánica y le vi a la salida del metro. Nos saludamos. Fuimos en tren hasta la estación de Volodárskaya, luego en autobús hasta el internado donde murió nuestra madre. No encontré en él ninguna señal de tristeza, hablaba de tomarnos algo para recordar a nuestra madre. Andaba encorvado, parecía que no tenía la conciencia tranquila, daba la impresión de ser una mala persona, no me caía bien. Llegamos al internado y al principio fuimos al departamento en el que estuvo ingresada nuestra madre, y de allí nos diriguieron al edificio de la administración. No recuerdo el nombre del despacho donde nos tenían que explicar qué había que hacer. Nos dijeron que esperáramos. Me senté al lado de la ventana en el pasillo. Del despacho salió una mujer mayor, robusta, con una mirada pesada y unas marcas en la cara. Preguntó si a nuestra madre la íbamos a enterrar por nuestra propia cuenta y si trajimos ropa para vestirla. No habíamos traído nada. - ¿Cuánto dinero tienen con ustedes? -preguntó la mujer. - Unos cincuenta rublos. -dije. Volodia permaneció callado. - Bueno -dije yo-, tenemos que hablarlo. Cuando aquella mujer, la empleada del internado, se fue, le pregunté a Volodia sobre el dinero. - Yo no tengo dinero, -contestó-, Hablémoslo en el bar. Нay que recordar a nuestra madre -añadió. Ya le daba igual todo, sólo quería beber algo. - ¿Y el entierro? -voiví a empezar. - ¿Y tú qué? Yo contesté: - Tengo unos sesenta y cinco rublos, también podría pedir prestados unos 25. Cobramos la pensión, el pedir que nos presten el dinero es un problema, ¿quién nos lo va a dar? A lo mejor nosotros mismos pronto estiramos la pata. Y tú estás trabajando, a ti tal vez te ayuden tus compañeros, dentro de unos días cobrarás, y encima tienes extras. Podemos pagar el entierro a medias.
- No tengo dinero -repitió Volodia.
Así hablando llegamos hasta un bar donde nos pedí dos copas de vino de 150 ml y dos bombones. Volvimos al internado.
Ya comprendí lo que quería Volodia. Quería que yo solo me ocupara de todos los gastos del entierro, él no quería gastar en el funeral de nuestra madre ni un solo kopék. Pero lo que más quería era que me negara a pagarlo todo y que a nuestra madre la enterrara el internado para no sentirse peor persona que yo.
Los dos sabíamos que el internado enterraba a sus pacientes a través de las instituciónes médicas, con la autopsia obligatoria, y no comunicaban el lugar del entierro.
Daba miedo tomar una decisión así.
Pero, ¿qué podía hacer?
Tuvimos que firmar el papel que ponía que nosotros, los familiares más próximos, no estábamos dispuestos a pagar el entierro. - Vete a firmarlo tú -dije. Él entró en el despacho y yo me quedé en el pasillo. Era un pasillo ancho, luminoso. Me empezó a doler mucho la pierna mala, los dedos se me entumecieron. Me quité la bota y puse a calentar el pie sobre el radiador. Un rato después mi hermano salió con una cara que decía que se veía superior a mí por entrar a firmar. - ¿Tomamos algo más? -preguntó. - No. -contesté. Y mientras íbamos andando a la parada del autobús, dije: - Somos unos sinvergüenzas tú y yo. - Así es, -dijo él.Cada vez que vuelvo a leer estas entradas en el diario de V.K. me siento triste por mi bisabuela cuya vida terminó lejos de su familia, en la que seguramente la querían, pero no eran capaces de cambiar nada. Y estuve pensando mucho si traducirlo y publicarlo, pero al final me he decidido a compartirlo. Que sea algo parecido a un homenaje. Continuará... La_profe. CONTINUACIÓN: PÁGINA 2.
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por La_profe » 07 Feb 2016, 17:41
Sigo traduciendo poco a poco el diario de V.K., mi abuelo paterno. Invierno l979: Hoy es el 30. XII. 78.
Todo el día hemos estado a 29 grados bajo cero. Es lo que muestra el termómetro que está colgado detrás de la ventana.
Ya está llegando, ya está cerca.
Hoy es el 30. XII. – la nochevieja del 1979.
Hoy he comprado tinta de color violeta únicamente para rellenar la solicitud de renovación del pasaporte. Me avisaron de que sólo se podía rellenar con tinta color violeta. Los cuadros de este cuaderno también son de color violeta, y la palabra en sí es interesante. Hay algo en ella. /Diario de un loco/
5. I.79.
El Año Nuevo 1979 lo celebramos los tres juntos. A. S., Leonid y yo. Tomamos vodka, coñac, champán. Estuvimos viendo la tele hasta las cinco de la madrugada, luego dormimos hasta la una.
Sigo trabajando en la fábrica "Siévernaia Zariá", soy transportista, gano 130 rublos al mes. El trabajo no es difícil, pero de vez en cuando tengo que levantar mucho peso, es un gran esfuerzo físico y no hay nada que satisfaga el alma.
Si tan sólo hubiera entre los escritores soviéticos uno como Balzac, capaz de describir la vida cotidiana maravillosamente y ser, además, una gran trabajador, y si un escritor así describiera la vida de una persona soviética, su pobreza, sus pensamientos tan limitados... Pero no hay escritores así. Los hay como Shólojov que tardan unos quince o veinte años en escribir una novela. Estas novelas, en su mayoría históricas, tienen éxito y dan fama al escritor. Pero ¿qué escritores son aquellos que no paran de acudir a las instituciones correspondientes para preguntar si se puede escribir esto o lo otro? Y luego tenemos que tragarnos una literatura educativa que expresa una idea única, la misma que sale en la prensa, en la radio, en la televisión, etc. Una literatura como esa no puede ser buena.
16 de enero del 79.
Hace unos días noté un dolor en la espalda, en el lado derecho, cerca de la columna vertebral. Poco a poco, a medida de que me inclinaba o levantaba peso el dolor se hacía más fuerte. Llegó a ser tan fuerte que alcanzó el estómago, el corazón. No era un dolor agudo, pero tampoco era de los leves.
El 15 de enero fui al médico de cabecera, éste me dio de baja. Estuve enfermo siete días, el diagnóstico final, ya después de haberme hecho los analisis, es una neuralgia del costado derecho. Desde el 22. I. 79 he vuelto a trabajar de transportista en la fábrica "Siévernaya Zariá".
El 27 de febrero del 1979 me di de baja en la fábrica, y a partir del 1 de marzo del 1979 ya no trabajo allí, es decir que he trabajado en la fábrica como transportista unos cinco meses, de los que estuve de baja una semana. Este trabajo me desgastó física y moralmente. El dinero se me iba volando al igual que los días, pero también es verdad que 130 rublos no es mucho.
El viernes 23 de febrero de 1979 A. S. estuvo celebrando su cumpleaños. Leonia compró champán, naranjas, flores. Tenían que haber venido Ígor, Tasia, Inna. Inna vino la primera, después llegaron en su coche Ígor y Tasia. Nos sentamos a la mesa servida para la cena de fiesta. Inna tenía prisa, tomó un chupito de vodka, comió algo, es decir, le rindió visita a su abuela. Y está bien que Ígor ha aprendido a conducir, se lo merecía, pero que no haya podido tomar ni una copa a la salud de su madre, está mal. ¿Por qué había que venir en coche? Pero está claro que es cosa de Tasia, ella al tener coche ya no puede desplazarse en tranvía o en metro.
El 17 de marzo de 1979 celebramos mi cumpleaños, cumplí 65 años. Bebimos un poco. Ígor, Tasia e Inna tuvieron un imprevisto y no vinieron. Llevamos varios días de un frío intenso, -15, -18, y por la noche hasta -20. Primavera 1979: 2 de abríl de 1979.
Un día como otro cualquiera. Pensamientos, dudas, preguntas, reflexiones y ningún acontecimiento. Estamos a 7 grados sobre cero, está nublado.
15. IV.79
Fui a cortarme el pelo. Estuvo Leonid, tomamos una botella de Oporto. Vimos hockey, el campeonato mundial.
Desde el 10. IV.79 hasta 20. IV.79 hacía frío, estuvo nevando, por la noche las temperaturas bajaban hasta -3, -10, durante el día -5, -2, 0. Hacía un aire helado, estamos cansados del frío. Un invierno tan largo y una primavera tan fría.
22 de abril de 1979.
El Zenit jugó con el Ararat: 1:1.
Soy una persona muy directa: digo lo que pienso, pero aquellos que me escuchan tienen la impresión de que no se me da bien pensar.
3 de mayo de 1979.
Ya han terminado los cuatro días de fiestas. Los cuatro días estuvimos celebrando. El día 1 estuvimos en la casa de Ígor, vino a recogernos con su coche, la vuelta la hicimos en tranvía. Hoy he comprado un vestido de verano para A.S, muy bonito, pero A.S. dice que es una tela muy difícil de planchar. Me ha llamado Pruss, nos pide que tengamos paciencia con lo del trabajo. Esperaremos hasta el día 10.
El 9 de mayo de 1979.
Por la mañana había 10 grados y para el mediodía ya 18. El Día de la Victoria no nos ha traicionado y ha sido caluroso y soleado, así como un día de fiesta ha de ser. Estamos gastando por capricho, casi todos los días hay vino en la mesa y platos de carne, tanto los primeros, como los segundos. La pensión nos llega para 15 o 20 días. Leonia nos ayuda muy bien, pero pronto llegará el verano, las vacaciones, así que hay que parar esa locura.
Continuará... La_profe.
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por La_profe » 14 Feb 2016, 21:22
V.K. y su hijo Leonia, mi padre. Finales de los 50, Leningrado. La_profe.
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