San Petersburgo 2017: recuerdos del viaje - parte II.

San Petersburgo 2017: recuerdos del viaje - parte II.

Notapor La_profe » 10 Feb 2017, 19:07

Ещё раз привет всем!


Publicaré aquí la segunda parte de los artículos.


Parte II.


- Los espectáculos navideños para los más pequeños: antes y ahora: viewtopic.php?f=18&t=287#p954

- La tienda de los hermanos Yeliséev: un paraíso gastronómico: viewtopic.php?f=18&t=287&p=953#p956

- La sala de conciertos del teatro Mariinsky: “Pedro y el lobo” de Serguéi Prokófiev: viewtopic.php?f=18&t=287&p=953#p955

- Libros para estudiar el español en la librería “Dom Knigui”: viewtopic.php?f=18&t=287&p=958#p958

- “25 años hablando ruso”: la experiencia lingüística de un inmigrante: viewtopic.php?f=18&t=287&p=959#p959

- San Petersburgo - enero 2017: curiosidades en imágenes: viewtopic.php?f=18&t=287&p=974#p974




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Re: San Petersburgo 2017: recuerdos del viaje - parte II.

Notapor La_profe » 10 Feb 2017, 19:15

Los espectáculos navideños infantiles: antes y ahora.


¿Qué es «ёлка»?

La palabra «ёлка», además de ser “abeto” y “árbol de navidad” puede significar una fiesta navideña para los niños. Las fiestas de este tipo se hacen en los teatros, salas de conciertos, palacios antiguos, casas de cultura y otros sitios que disponen de escenarios y salas grandes donde un árbol pueda ser instalado y donde los niños puedan jugar y correr.

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Ёлки в СССР


Una «ёлка» suele empezar con los juegos y bailes en torno al árbol. Los animadores disfrazados de personajes navideños entretienen de esta manera a los pequeños espectadores hasta que llega el momento de encender el árbol. Entonces les proponen a los niños que griten todos juntos el famoso «Раз, два, три, ёлочка, гори!» (“Uno, dos, tres, arbolito, enciende tus luces!”), aunque el árbol, como es de suponer, no se enciende a pesar del esfuerzo. El fracaso del segundo intento también es inevitable, y entonces hay que recurrir al único remedio evidente: llamar al Ded Moroz y pedir su ayuda.
Cuando por fin el árbol está encendido y el Ded Moróz visto y aplaudido, los niños son acompañados a la sala donde se les ofrece un espectáculo en el escenario. Suele ser algún cuento relacionado con la celebración del Año Nuevo y apto para las edades más tempranas.

Al final de la fiesta los niños reciben sus regalos: normalmente es una caja de cartón que contiene bombones, caramelos y otros dulces. En los mejores sitios viene hasta con un juguete pequeño.


Las fiestas «ёлка» en la URSS.

Encontré por casa una invitación a una «ёлка» de 1956. Sé que fue de mi padre. En 1956 él tenía nueve años, y me imagino que la entrada se la habían dado a su padre en el trabajo, entonces era típico distribuirlas de esta manera.

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1956 г.


La «ёлка» a la que fue invitado mi padre tenía lugar en el Palacio de Cultura de Gorki, construido en 1925-27 en el barrio Kírovski. Hoy día aún tiene el mismo nombre y sigue siendo una sala de conciertos y eventos bastante conocida en la ciudad. Yo misma fui allí de pequeña a una «ёлка» y hasta recuerdo que de regalo me entró una pelota saltarina hecha de papel brillante con una cuerda de goma.


Las fiestas «ёлка» de mi infancia.

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1989 г. (Наташа, Ксюша, я, Дед Мороз и Снегурочка)


De pequeña fui a muchas fiestas «ёлка», pero las mejores eran para mí, por supuesto, las del Palacio de los Pioneros adonde fui desde los 7 años hasta los 14 a clases de dibujo y al coro. Hoy también se consideran las mejores que hay en la ciudad, y las entradas son difíciles de conseguir.

Me acuerdo como subíamos, mi hermana y yo, la escalera principal que llevaba a la sala en la que estaba el árbol, tan alto que llegaba hasta el techo. Eramos muy tímidas y evitábamos participar en los juegos, en vez de eso nos poníamos a jugar con las muñecas y los peluches que había en los rincones. Ninguna otra «ёлка» de la ciudad ofrecía juguetes, ni caballitos, ni toboganes, y además, el mismo sitio nos era familiar. No era un lugar cualquiera: era nuestra segunda casa.

También había fiestas «ёлка” muy malas. Recuerdo una que hubo en mi barrio, ya en los duros 90. En vez de una cajita de cartón cubierta de dibujos navideños nos dieron unas bolsas de plástico llenas de chocolatinas y caramelos, pero también de mandarinas y galletas. Las galletas se habían deshecho, y las migas no sólo llenaron las bolsas, sino también se metieron dentro de las envolturas de los otros dulces, fue algo muy desagradable.


Las fiestas «ёлка» ahora.

Creo que lo que más cambia con el tiempo no es el ambiente de una «ёлка» ni los regalos. Tanto los personajes, como las cajitas de cartón y los juegos seguirán siendo los mismos al menos durante las próximas décadas. Pero los temas de los espectáculos dependen de la época por completo. En los 50-60 el protagonista era el Spútnik, el cosmos en general y la amistad entre los pueblos soviéticos. Los 90 también le habían dado un toque propio a los espectáculos. Un antiguo animador que trabajó en las fiestas «ёлка» del Palacio de los Pioneros en aquella época cuenta que hubo un año en el que en vez de hacer de Ded Moróz tuvo que hacer de un Uncle Ben’s, aquel del famoso anuncio americano del ketchup que llegó a Rusia después de la caída de la URSS y enseguida atrajo a todo el mundo siendo una novedad absoluta.




«Робоёлка»

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La fiesta «ёлка» a la que mi hermana y yo fuimos este enero (esta vez para acompañar a los niños) la hubo en la Casa de los Oficiales. El nombre del evento, «Робоёлка», puede que le suene escandaloso a un hispanohablante, pero no es ningún “robo”, son los “robots”.

La idea me gustó: era el cuento de “Blancanieves” que adoran las niñas, pero interpretado con los robots que les encantan a los niños. Un espectáculo para todos los gustos.

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La sinopsis: La reina de los robots que vivía feliz con el rey y la princesa un día se formateó y se convirtió en una verdadera bruja que lo único que quería a partir entonces era ser un sistema operativo más moderno de todos los que existían en su reino. No paraba de actualizarse y de instalarse más y más aplicaciones, preguntándole al técnico si seguía siendo la número uno o no. La respuesta era sí hasta que un día se supo que era la princesa la que tenía un sistema impecable de verdad y no ella. La manzana envenenada del cuento reescrito pasa a ser un pincho USB con unos virus grabados en él. La princesa conducida por la bruja se conecta el pincho y su disco duro queda muy dañado. Pero entonces llega el príncipe, la besa, la salva y se casa con ella.

¿Y qué hay del Ded Moroz?

Aunque parezca raro e inesperado, aparece a la mitad del cuento y hace que todo ese barullo de robots con su música electrónico sea más ameno y simpático. Otra cosa importante: mientras el Ded Moroz estaba en el escenario, los niños no sólo eran espectadores, sino que podían participar en la actuación contestando a sus preguntas (“quién es el malo”, “dónde se escondió la princesa”, etc). Es un buen truco para hacer que los aburridos vuelvan a estar atentos durante un rato más.

A ambos niños les gustó el cuento, no se aburrieron nada, y a mi hermana y a mí nos gustaron los diálogos, la mayor parte muy graciosos: “La princesa no me querrá a mí, sino a un ordenador con una buena base de datos…”, “Al mirarnos nos quedamos los dos petados…”, etc. Estuvo muy bien hecho.



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"Дом офицеров"


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Re: НОВОЕ: San Petersburgo 2017: recuerdos del viaje - parte

Notapor La_profe » 13 Feb 2017, 09:03

La sala de conciertos del teatro Mariinsky: “Pedro y el lobo” de Serguéi Prokófiev.


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La historia sinfónica “Pedro y el lobo” («Петя и волк») fue compuesta por Serguéi Prokófiev en 1936 con el fin de despertar el interés por la música orquestal en los niños más pequeños, de mostrarles algunos de los instrumentos de la orquesta, de enseñarles cómo suenan juntos y por separado.

Para que los niños estén más motivados a escuchar esta pequeña sinfonía viene como un cuento. Cada instrumento es un personaje: el abuelo es un fagot, la gata es un clarinete, el pato es un oboe, etc. Además de tener su propia voz, cada uno tiene su leitmotiv, y es fácil reconocer su aparición en la trama.


“Pedro y el lobo” en mi infancia.

A pesar de que en los años 1940-60 se hicieran dos adaptaciones de esta obra en versiones animadas (una es de Disney, otra es soviética), no las conocí. En mi casa, dentro de la enorme colección de vinilos de música clásica había también el de “Pedro y el lobo”, y mi madre nos lo ponía a mi hermana y a mí muy a menudo. Sabía por qué hacía, por supuesto, y se lo agradezco mucho.

Esta vez también fue ella la que compró las entradas para que mi hermana y yo fuéramos con los niños a escuchar “Pedro y el lobo” en la sala de conciertos del Teatro Mariínsky el día ocho de enero.

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La sala de conciertos del Teatro Mariinsky.

El día que fuimos a ese concierto tuve que hacer cosas por el centro de la ciudad y me marché de casa pronto. Cuando a la hora prevista llegué al “Gostiny Dvor”, mi hermana ya estaba esperándome y haciendo unos selfies con los dos niños. Cruzamos la Nevski para ir a la parada del autobús y cogimos el 22 que nos llevaba hasta el Teatro Mariínsky.

- Me avisas cuando haya que bajar -dijo mi hermana al encontrar un asiento libre para ella sola. Bueno, no estaba tan sola: le hacía compañía su teléfono móvil.

Vaya, -pensé- ¿Y yo qué sé dónde es?” Además, era ya de noche, las ventanillas del autobús estaban cubiertas de escarcha y fuera no se veía nada de nada.

Subí a los niños a unos asientos altos, muy incómodos para ellos, y me puse a vigilarlos para que no se me cayeran, y también estaba pendiente de la ruta, porque una cosa es el mismo Teatro Mariinsky, y otra cosa es su nueva sala de conciertos que, a diferencia del famoso teatro, abrió sus puertas en 2010. Lo único que sabía de ella era que quedaba en la esquina de la calle Dekabrístov y la calle Písareva: lo miré la noche anterior.

Al final bajamos en la parada correcta, pero aún así no habría sido difícil encontrar la dirección necesaria si no fuera por la gente: montones de madres, padres y abuelos con sus hijos y nietos iban en fila atravesando un patio nevado por un sendero improvisado. Seguimos ese camino viendo que llevaba a las puertas del edificio que aún carecía de fachada. O sea que seguramente había alguna fachada, pero seguía en obras y estaba tapada por completo por los carteles que anunciaban los próximos eventos.

El vestíbulo estaba lleno de gente, madres ayudando a los niños a quitar sus pantalones de esquí para quedarse con la ropa de vestir, incluso poniéndoles otro calzado más ligero en vez de las botas fuertes. El invierno es así.

Subimos la escalera y fuimos directamente a la sala, porque apenas quedaba tiempo. La sala me impresionó. Completamente nueva, espaciosa, toda iluminada, moderna… Si supiera algo de la arquitectura, en vez de unos adjetivos flojos dejaría aquí una descripción que merezca la pena. No me queda otro remedio que colgar una foto:

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“Pedro y el lobo” en vivo.

Cuando el concierto empezó, mi hermana y yo intercambiamos unas miradas cómplices: tanto la música como el texto quedaban intactos en nuestras cabezas durante todos estos años. ¡Estaban allí! Vivimos nuestra infancia, luego la adolescencia, luego pasamos a ser adultas, hacía mucho que nos olvidamos por completo de “Pedro y el lobo”, pero seguía guardado en nuestras cabezas. La miraba a mi hermana que no paraba de sonreír escuchando la música y cuando me devolvía la mirada, ésta parecía decir: “¿Cómo es posible?” ¿Cómo puede ser que el cerebro sea capaz de hacer estas cosas?

Los niños en cambio tenían caras de aburrimiento. Les costaba escuchar algo así. No estaban acostumbrados a estar delante de un escenario escuchando simplemente, sin visualizar nada. Se les decía que “el pato estaba nadando por un charco”, luego sonaba el oboe, pero no había ningún charco y ningún pato.

Nosotras estábamos disfrutando y ellos simplemente esperando a que terminara. Entonces decidí hacer lo posible para que Leolia disfrutara el cuento al menos un poco: empecé a comentarle en voz baja algunos momentos intentando intrigarla, provocarla curiosidad. Eso ayudó y bastante, pero para mí fue agotador. Mientras mi hermana estaba feliz recordando la infancia e Iliá indiferente, explorando su asiento, yo estaba “trabajando” con mi hija. Quería que le quedara un buen recuerdo.

Los cuarenta y cinco minutos que dura la obra terminaron rápido y salí de la sala con el leitmotiv del pionero Petia (Pedro) en la cabeza. Mi hermana también salió cantando esa melodía. Leolia, en cambio, ya en el guardarropa empezó a cantar la canción de unos dibujos animados. Como si no hubiera ningún concierto. Estos niños… ¡a ver si crecen ya!

Aquí podéis escuchar “Pedro y el lobo” en ruso, la grabación es de 1956.

https://www.youtube.com/watch?v=pz1QQ06-RGg




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Re: ACTUALIZADO 13/02: SPB 2017: recuerdos del viaje - parte

Notapor La_profe » 16 Feb 2017, 08:47

La tienda de los hermanos Yeliséev: un paraíso gastronómico.

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La tienda de los hermanos Yeliséev (“Магазин братьев Елисеевых», o «Елисеевский магазин»), a pesar de ser precisamente tienda y no un museo, es un lugar perfecto para ir de excursión. Para que la encontréis seguro al pasar por la Nevski os he dibujado un plano:

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Y aquí está en la foto:

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июнь 2014



Los años felices de la tienda delicatessen de los Yeliséev.

El edificio art nouveau que se construyó en la esquina de la Nevski y la Málaya Sadóvaya en los años 1901-1903 enseguida fue adquirido por los hermanos comerciantes Yeliséev que no tardaron en reformarlo: decidieron rediseñar los escaparates para hacerlos mucho más grandes, cosa imprescindible para el buen funcionamiento de un negocio como el suyo.

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La idea de los Yeliséev era ofrecerles a sus clientes, tanto rusos como extranjeros, unos productos de alimentación de calidad suprema. Todo lo que vendían era de importación y la mayoría de los productos eran aún desconocidos por los habitantes de la ciudad. Trufas frescas, quesos finos, frutas tropicales, vinos y dulces que nunca se habían probado… Los Yeliséev colaboraban con las empresas de alimentación más conocidas de Inglaterra, Alemania, Italia y Francia y tenían sus propias bodegas en Madeira y en Burdeos. Cada nueva generación era más adinerada que la anterior. Pero no sólo la comida y las bebidas que había en los escaparates provocaban asombro en los clientes: los mismos interiores de la tienda se hacían inolvidables.


La llegada del desastre.

Durante la Revolución de 1917 los Yeliséev que hasta entonces no habían dejado de enriquecerse abandonaron el país y la tienda fue nacionalizada por los bolcheviques. Pasó lo de siempre: primero fue cortada la luz, luego del despacho del director desapareció una alfombra artesanal, después alguien robó una lámpara de araña carísima, de diseño exclusivo… Los alimentos, como es lógico, fueron vendidos a los pocos días.

Una década después, cuando la avenida Nevski pasó a llamarse “avenida de 25 de Octubre”, la famosa “Yeliséevski” también fue renombrada. Recibió un nombre muy soviético: “Tienda central de alimentación nº 1” ( «Гастроном № 1 Центральный») y fue allí donde se distribuían los productos deficitarios a la élite leningradense. Por productos deficitarios se entendían las mandarinas, los plátanos, el caviar, las piñas y el embutido curado. Para la gente normal ni existían, sus productos deficitarios eran otros, bastante más básicos.


La tienda durante el Sitio.

Durante el Sitio de Leningrado (1941-1944) en los gigantescos escaparates de la tienda había puestos unos carteles de propaganda (“¡Muerte a los enemigos! ¡Defendamos nuestra querida ciudad de Lenin!”)

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1903 y 1941



Los 1950-1980.

Después de la guerra la tienda se volvió a abrir y durante las siguientes décadas los leningradenses podían permitirse comprar allí algún alimento especial para servir en una fiesta familiar o para hacer un regalo importante. Aún así, la gente normal solía entrar allí simplemente para dar un paseo, como si fuera un museo de alimentos, y los turistas extranjeros entraban a hacer fotos.

Me di cuenta de que me acordaba de cómo era esa tienda durante mi infancia. ¿Es que no me habían llevado allí de pequeña? Ahora ya sé por qué fue: estuvo en obras justo a finales de los 80. Y antes quizá sí entrábamos, pero yo era pequeña para tener recuerdos.


Después de la URSS y ahora.

A partir de los 90 la tienda estuvo cambiando de dueños constantemente hasta que fue alquilada en 2010 por un empresario ruso a quien pertenecen dos o tres redes de cafeterías y un par de restaurantes en la ciudad.

Ahora la tienda está totalmente reformada y se le ha devuelto aquel mismo aspecto que tuvo desde el principio, desde 1903, aquel de las fotos antiguas. Su nombre oficial ha vuelto a ser “Tienda de los comerciantes Yeliséev”, los escaparates son los originales y tienen más de cien años, las vidrieras de la fachada han recuperado su diseño que ahora sale también en el logotipo de la producción propia de la tienda.

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Lo único que se puede considerar un cambio en los interiores de la tienda es la enorme palmera en forma de piña que no hubo antes de la Revolución y que ha sido instalada ahora para darle otro toque modernista al ambiente del lugar. Alrededor de la palmera hay mesas donde se puede sentarse a tomar algo, pero abajo, en las antiguas bodegas también hay un restaurante con un curioso nombre “Almacén nº 5” («Склад № 5»). Es algo más caro que la mayoría de los restaurantes del centro de la ciudad.


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Re: ACTUALIZADO 18/02: SPB 2017: recuerdos del viaje - parte

Notapor La_profe » 18 Feb 2017, 08:38

Libros para estudiar el español en la librería “Dom Knigui”

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La sección de filología de la librería “Dom Knigui” es mi favorita, pero por supuesto que no fue así siempre. De hecho la descubrí ya después de haber empezado a estudiar el español en 1998 y durante dos o tres años más me estuvo decepcionando: no había nada de lo que me hacía falta.

Y lo que me hacía falta eran libros de español.

En aquellos años el idioma castellano aún no estaba de moda en Rusia. La gente seguía estudiando los idiomas extranjeros de siempre: el inglés, el francés y el alemán. Los que por alguna razón preferían aprender otras lenguas lo tenían difícil.

Mi primer libro de español lo tuve que pedir prestado tarde tras tarde a una amiga que lo había conseguido de milagro: era el único ejemplar que había. Ella, que lo tenía en su casa a todas horas, apenas lo abría, y yo, en cambio, aprovechaba los ratos que me lo dejaba para copiar a mano dos o tres lecciones seguidas y luego ya estudiarlas tranquilamente con los apuntes.

Pasados unos meses yo también me compré el libro aquel. Seguía siendo el único disponible.

Ahora todo ha cambiado. El español se ha puesto de moda, y poco a poco los manuales, diccionarios, guías de conversación, textos adaptados y originales y otros materiales de todo tipo han invadido las estanterías de la “Dom Knigui”. Mirad qué paraíso:

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Creo que cada vez habrá más de todo. Cualquiera pensaría que estamos en España viendo la cantidad de volúmenes publicados por distintas editoriales españolas, todas muy conocidas. Esperemos que cuando estos libros acaben en las manos de los estudiantes de español rusos, estos sepan darles uso.

Si uno es principiante, sólo tiene que darse la vuelta y mirar entre esos montones de manuales de español que están expuestos enfrente. Yo ya no sabría decir cuáles son los mejores, sólo conozco aquellos que se publicaron por primera vez hace diez años y de esos apenas queda alguno. Los que me gustaban ya no están. Pero hay muchos otros entre los cuales se podrá encontrar aquellos que merecen la pena. Vamos a ver qué hay:

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¿En cuánto tiempo se puede aprender el español? Los autores de los siguientes libros nos dicen que el castellano se aprende en…

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Por último quisiera enseñaros las ediciones de textos adaptados por Iliá Frank y sus seguidores. Ya había hablado de este método aquí:
viewtopic.php?f=2&t=277#p932

Los textos que se ofrecen hoy a los estudiantes del español son estos:

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Y son así:

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Esta vez no me compré nada en aquellas estanterías que me son tan queridas. Tampoco sé qué tiene que pasar para que vuelva a coger algo de allí. Pero eso sí, entré en el siguiente pasillo y allí me estaban esperando estos dos libros. Mis dos joyas.


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Re: ACTUALIZADO 18/02: SPB 2017: recuerdos del viaje - parte

Notapor La_profe » 20 Feb 2017, 08:07

“25 años hablando ruso”: la experiencia lingüística de un inmigrante.


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Un hispanoamericano en Rusia. Un antiguo estudiante de la Universidad Estatal de San Petersburgo que al terminar la carrera decidió no volver a su tierra. Una verdadera estrella de la música andina cuya presencia en las fiestas latinas y los restaurantes mejicanos de la ciudad atrae a los clientes tanto o más que los bailes y la comida.

Quedamos una tarde para tomar un café en el centro comercial de la plaza de Alexandr Nevski, y allí le encontré con su look de celebrity y su acento inconfundible. Estuvimos hablando un largo rato, sólo en ruso. Entre otras cosas hablamos sobre el idioma, y voy a intentar reproducir aquí, en español, esa parte del diálogo.

1.
- ¿Cuántos años llevas en Rusia?

- No sé. Puede que trece o quince, o quizá mas…

- ¿Trece? ¿Quince? ¡Si yo misma llevo ya casi trece años en España!

- Ya, es verdad.

- Tú y yo nos conocimos en 1998. ¿En qué año viniste aquí?

- En 1991.

- Pues ya me dirás…

- A ver. ¿25 años? ¿¡¡Tanto?!! ¡No me lo puedo creer!

2.
- ¿Te costó aprender el ruso?

- ¡No!

- Dime, ¿cuánto tiempo crees que es necesario para aprender el ruso viviendo en el país?

- Unos seis meses… No. Tres. ¿Para poder hablar? Tres meses son suficientes.

3.
- ¿Cómo aprendiste el ruso?

- Mira, llegamos a Píter en 1991. Eramos un grupo de estudiantes de muchos países de la América Latina, y el primer año sólo nos enseñaron el ruso. Un curso preparatorio lo llaman. Por cierto, a todos nos enseñaban de manera distinta, había manuales diferentes dependiendo de la facultad, de las asignaturas que ibamos a estudiar. La base de gramática era la misma para todos, pero luego había que estudiar los términos necesarios para cada facultad.

- O sea que pasados unos tres meses todos ya hablábais ruso más o menos.

- Claro. Sin problema, ya te podías comunicar. Y pasado un año ya nos habíamos aclimatado perfectamente.

4.
- Hablas con soltura, no cometes ningún tipo de errores, utilizas expresiones idiomáticas y coloquiales, refranes, jerga…todo. A pesar del acento se te puede comparar con un nativo. ¿Y cómo escribes?

- Bien.

- ¿Con todos los signos suaves en su sitio, diferenciando la –б y la –в, etc.? ¿Poniendo comas donde hacen falta?

- Escribo bien. Bueno, bien no. Normal.


5.
- ¿Podrías traducir algo del español al ruso, un texto, no sé, un artículo de prensa, por ejemplo, o un relato, sin que haya errores de gramática ni de sintaxis?

- Sí, podría. Pero por supuesto que buscaría a alguien que me lo corrija. Por si acaso.

6.
- Tienes bastante acento hispano. ¿Te molesta tu acento?

- ¡No! ¿A ti te molesta tu acento ruso en el castellano?

- A veces. Un poco.

- Pues no debería. ¡Mira que te comes la cabeza por tonterías!

- ¡Vale!

- De hecho a mí el acento hasta me ayuda en mi trabajo, como comprenderás.

7.
- ¿Te ha pasado alguna vez que al enfadarte o al ponerte nervioso notabas que el acento se te hacía más fuerte y que de repente se te iba toda la gramática?

- ¡Claro! No somos robots, por supuesto que esto pasa.

8.
- ¿Y sabes insultar en ruso? ¿O prefieres hacerlo en español?

- Utilizo insultos rusos con los rusos. Preferiría el español, pero como no me entienden… Así que sí, sé insultar en ruso.


9.
- ¿Lees la literatura clásica rusa en original?

- Sí, la literatura, la prensa. Leo mucho. ¿No te acuerdas que de profesión soy periodista?

- Sí me acuerdo. Oye, si te pones a leer, por ejemplo, alguna novela de Dostoievski o de Tolstói, ¿cúántas palabras desconocidas encontrarás en una página? Más o menos.

- Dos o tres. Si son palabras rusas antiguas, o no tan antiguas, pero tampoco muy modernas.

8.
- ¿Y en qué idioma piensas?

- Habitualmente, en ruso.

- ¿Y contigo mismo?

- Creo que en ruso. Aunque no sé, puede que dependa de los pensamientos.

9.
- ¿Se te ha ocurrido traducirte mentalmente de ruso a español? Imagínate, hablas en español con alguien y de repente te viene a la mente alguna expresión rusa… o algún dicho.

- ¡Esto me pasa constantemente! ¡Bueno, tú también eres bilingüe, sabes cómo son estas cosas! Por eso lo preguntas.

- Claro.

10.
- ¿Te consideras ruso o boliviano?

- Boliviano, claro. Latinoamericano. Mis raíces están allí, es algo que uno no puede cambiar.





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Re: ACTUALIZADO SPB 2017: recuerdos del viaje - parte II.

Notapor La_profe » 12 May 2017, 14:42

San Petersburgo - enero 2017: curiosidades en imágenes.

El idioma español en las calles de San Petersburgo.

El cartel del “ Mr. Burrito”, una cafetería mexicana en el centro de la ciudad:

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El cartel de una panadería en la avenida Staronevski:

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“Un café + una tortilla” en el cartel de una cafetería del canal de Griboyédov.

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El vino español en el hipermercado “Lenta”.

Suele haber vinos españoles en cualquier supermercado de la ciudad, pero aquí hay bastante más variedad:

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El uso de las letras latinas en los carteles: una forma de atraer más miradas.

Es un fenómeno del que suelo hablar en clase, aunque hasta ahora nunca lo he podido ilustrar. Que quede aquí esta imagen:

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Nombres de locales escritos con caracteres latinos siendo palabras rusas: un truco parecido al anterior.

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Una idea interesante que se les ha ocurrido a los empleados de la librería “Bukvoied” de la Nevski, 46. “¿Qué leer?”

El cliente puede dejar sus propias recomendaciones clavando una nota más.

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El “SALE”, la palabra inglesa que reemplaza la rusa “распродажа” en la mayoría de las tiendas y carteles de publicidad.

Al leerse como “сэйл” (“seil”) y al terminar de esta manera en una consonante, enseguida empezó a funcionar como un sustantivo masculino, de allí vienen cosas como, por ejemplo, “зимний SALE”, “rebajas de invierno”:

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El famoso chocolate “Alionka”: ahora hay más variedad.

El «Алёнка» ha dejado de ser el clásico chocolate con leche: ahora lo hay con avellanas, con avellanas y pasas, con dulce de leche, con grageas de chocolate estilo “lacasitos”, con palomitas y caramelo, con crema de leche, etc.

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Los comederos para los pájaros.

Los gorriones, los carboneros y los camachuelos (los nombres en castellano de los úitimos dos los he mirado en el wikipedia) agradecerán estas pequeñas “cafeterías” por muy cutres que sean. El aspecto no es importante, basta con que dentro haya algo para picar…

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Verduras en su aspecto más salvaje amontonadas a lo salvaje en los súper.

Sí que les hacen competencia a los mismos productos lavados y envasados. Tan naturales y tan sanos.


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Re: San Petersburgo 2017: recuerdos del viaje - parte II.

Notapor enrichnew » 22 Dic 2018, 20:26

Hola, me imagino que debio haber sido un estupendo viaje, pues las fotos hablan por si solas por la felicidad que se en cada lugar y cada uno de los productos delicatessen que degustaron en todo el tiempo que estuvieron allá, a mi me gustaría también hacer un viaje así y conocer otras culturas y otras costumbres gastronómicas.
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