Cartas a mi padre (1967-1968)

Cartas a mi padre (1967-1968)

Notapor La_profe » 22 Jun 2017, 13:04

Una carpeta de cartón típica de las que aún tiene que haber montones en las oficinas, instituciones o simplemente, viviendas. Tengo una. Bueno, mi madre tiene, no yo. Además de las letras impresas de color azul, “Carpeta para papeles”, lleva puesto “Лёнина”, “de Leonia”. Dentro están algunos documentos, papeles y dibujos de mi padre.

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Y en esa carpeta están también algunas cartas escritas a mi padre. Su autor es Guennadi Víktorovich Shuválov. Un amigo suyo. De pequeña podía haberle conocido en persona, o incluso le conocí, porque sé que en alguna ocasión estuvo en nuestro piso, pero ahora ya no encuentro ninguna información sobre él en ninguna parte. No está en las redes sociales, no le localizo en las bases de datos, no sé si está vivo tampoco. Si lo está, tendrá 69 años. Los que tendría ahora mismo mi padre.

Nunca dejaron de ser amigos.

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Mi padre en la época estudiantil


Juntos estudiaron arquitectura en un colegio técnico, podían haber ido juntos a hacer la mili, pero mi padre no fue por razones de salud, y su amigo Guena, “Guenka” Shuválov, como le llamaban en mi familia, sí fue. A la Marina. Y mientras durante tres años estuvo trabajando para el Ejército en un cuartel al lado de Kaliningrado, se escribieron cartas. Cuando volvió, siguieron haciendo la vida de antes ya siendo universitarios. Ambos trabajaron de arquitectos en en el Instituto de Proyectos, ambos se casaron tarde…

Empecé a pasar estas cartas a Word pensando traducirlas todas al español y publicarlas aquí. Pero a medida que iba leyendo me iban decepcionando cada vez más. Demasiados lugares comunes, abundantes clichés y poquísima información interesante de verdad. Pasé al ordenador la mitad de las cartas haciéndolo noche tras noche, y de repente noté que incluso a pesar de la pobreza del vocabulario y de ideas, había algo en ellas que me hizo pensar en su autor y en sus días en la mili como si el destinatario no hubiera sido mi padre sino yo misma.

Un chaval de veinte años. Un chico culto, bien educado, “de la vieja escuela”, como se diría ahora, e inteligente, por supuesto, se ve metido en un mundillo que le es repugnante por la torpeza y la ignorancia de sus “habitantes”, los militares. Una persona joven que echa de menos a los amigos, las canciones de los “Beatles” y los paseos por la avenida Nevski de su Leningrado natal.

Creo que voy a cambiar de idea y lo traduciré todo, letra por letra.
Es una pena que no pueda leer las cartas que le escribió mi padre a Guena. Dónde estarán… si es que están.

Estos días iré publicando aquí estas cartas, y. por ahora unas fotos:

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Re: Cartas a mi padre (1967-1968)

Notapor La_profe » 26 Jun 2017, 08:30

8/VII - 67

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Hola Liónechka,

No puedo seguir esperando tu carta. No me aguanto y te escribo, aunque bien se sabe que me gusta más leer. Las cartas tardan mucho en llegar, unas más, otras menos, y sin ellas me aburro. Ahora escribo varias cartas a diario, una al día, como mínimo. Más tarde espero recibir cartas todos los días. Escribo a quienes puedo. Pero por ahora sólo me llegan respuestas tuyas y también las de Lena, de Mark y de mis padres. Lo malo es que mientras la carta va para allá y mientras me llega la respuesta pasa mucho tiempo. Y lo bueno es que me llegan varias a la vez.

El domingo recibí un paquete de mis padres. Fui a recogerlo a la ciudad. De hecho fuimos varios dirigidos por el sargento. Vi desde fuera la vida normal, la civil. Es curioso. Comí un helado por primera vez este mes. Vi la gente normal. Salimos a la orilla del mar. Estaba de tormenta. Hacía un fuerte viento. Las olas eran enormes y el sol aparecía por entre las nubes bajas. Todo tan magnífico e impresionante.

Pero con este “trocito de libertad” (estoy hablando del paquete) hemos acabado rápido. Y otra vez todo nos va como antes (o más bien, como ahora).

Tuvimos unos cinco días de tregua. Tregua relativa, claro, pero es mejor que nada, y ahora toca hacer algo de esfuerzo. El día diez habrá un desfile. Vendrán las autoridades, y lo malo es que llevamos practicando menos tiempo que los demás. Otros vinieron antes, ya están preparados, y nosotros acabamos de empezar. Pues nada, tendremos que llegar a su altura. He de admitir que aprendemos rápido. Y aún así todo requiere un esfuerzo. Por cierto, me han agradecido por la preparación militar y lo han hecho delante de toda nuestra columna. Solté un “Sirvo a la Unión Soviética” como un hombre honrado. Cómo me las arreglo para llegar a ser jefe, yo mismo me doy asco. Pero en el ejercito cuanto menos te manden, mejor, y cuanto más alto estés, menos te mandarán.

Pues, aquí tienes los últimos acontecimientos de nuestra monótona vida (aunque se puede encontrar en ella cierta diversidad). Escríbeme sobre cómo va lo de la universidad. Escríbelo con detalles. Todo. Escríbelo todo. Hasta luego. Guena.


19/VII - 67

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Hola Liónechka,

Ya llevo cinco días sin pertenecerme a mí mismo, estoy bajo el mandato de las autoridades. Y es que nuestras autoridades lo son todos, hasta la vieja calderera.

Todo se hace en fila, todo en columna, todo bajo el orden. Todo llega al extremo del ridículo.

Durante cuatro días estuvimos deambulando por ahí sucios, harapientos y explotados de la forma más bestial. Cargamos carbón, trasportamos leña, hicimos limpieza para dejarlo todo guapo. Los aborígenes nos miraban maravillados. Por cierto, apenas los vemos.
(Se me olvidó decirte que estamos en una ciudad estudiantil de la Flota del Báltico al lado de Kaliningrado. Por supuesto que la naturaleza no está nada mal y lo mismo diría del tiempo y cosas de esas).

A lo que iba, estuvimos trabajando y trabajando, luego pasamos unas inspecciones y nos vistieron con trajes marinos. En mi opinión, esto anima un poco. Hasta el marchar en columnas provoca cierto placer. Pero no han empezado a explotarnos menos que antes. Trabajamos el día entero. Queda como una hora antes del toque de silencio, pero un día de estos hicieron saltar la alarma . Todos se pusieron a correr con los fusiles y las máscaras antigás y en el cielo volaron avionetas de distintos tipos. Nos metieron en una cámara maloliente donde dormimos en unos colchones de espuma (algo que recuerda un tejado blando por lo áspero que es). Ahora nos han dejado sin luz, estamos sentados en la oscuridad. Así que si escribo algo incoherente o salto alguna palabra, no te enfurezcas: escribo a ciegas como el inolvidable Nikolái Ostrovski.

Pues, creo que te lo escribiré todo con detalles la próxima vez: ya no se ve un carajo.

Por cierto, de Leningrado somos nueve. De nuestro colegio está Kolia Díbtsev y otro chaval constructor. Está aquí también un tal Sasha Zhuk del colegio radiotécnnico, un conocido de Usacheva.

Pues, por ahora nada más. Da recuerdos a los nuestros. Que me escriba Mark, no conozco su dirección. Hasta luego. Guena.


20/VII – 67

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Hola, Liónechka!

Ayer recibí tu carta y desde entonces me atormenta la idea de que algo le está pasando a tu alma.

Hoy he recibido la segunda carta tuya, y ahora me parece que a tu alma ya le ha pasado algo. Y como el alma del “sexo masculino” le pertenece al “sexo femenino”, creo que a tu alma le ha pasado algo que tiene que ver con mujeres. Me gustaría equivocarme. Pero si no me equivoco, tampoco pasa nada. Es muy sano recibir una sacudida de vez en cuando, y luego volver a la realidad, y tú, por lo que veo, estuviste escribiendo tu última carta bajo el efecto de la “parte derecha” de la vida, si consideramos opuesta la “izquierda”.

En cuanto a tus decisiones respecto al colegio técnico, que sepas que te apoyo totalmente. Como recordarás, siempre he compartido tu política actual respecto a la vida estudiantil. A mí el problema de la universidad no me afectará al menos tres años más, y el problema de mujeres al menos dos meses (incluso no dos, sino tres). Aunque un día de estos (hace dos días, para ser exactos) estuve sumergido el día entero en la vida normal de la gente de ciudad y algo ha despertado en mí. Pero aquí esto desvanece rápido.

Fui a la ciudad de Kaliningrado por asuntos de economía. Un día entero estuvimos moviéndonos por la ciudad y mirando a la gente normal. La ciudad en sí no es gran cosa. Hay muchos espacios verdes, pero están como polvorientos. Edificios interesantes diría que no hay, excepto los túneles subterráneos alemanes. Desde fuera parecen una chapuza. Hay muchas ruinas. La gente es la misma que hay en todas partes. O sea que es una pequeña ciudad soviético-alemana como cualquier otra.

Poco a poco me siguen llegando cartas. He recibido hoy una de Yefímova. Y la última carta tuya se ha considerado todo un récord gracias a su tamaño y su originalidad.

¡La fotografía, Liónechka, no la dejes! Es algo que debe de ser agradable (al menos, útil) para ti, y también para mí. Yefímova dice que las chicas piensan escribirme una carta entre todas y enviarme fotos de la acampada. Lo de las fotos creo que es iniciativa tuya, cosa que te agradezco de verdad si es así. Total, que te agradezco por todo, eres mi interlocutor más leal.

Pues, bueno, hasta luego.

Guena.




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Re: Cartas a mi padre (1967-1968)

Notapor La_profe » 29 Jun 2017, 08:48

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"Hola querido Liónechka,

¡Es un gran placer el recibir tus cartas! Llegan hasta lo más profundo de mi alma. Me agrada infinitamente recordar los meses y años que hemos compartido, y sólo me apena el no poder volver a vivir lo vivido.

Últimamente, además, estoy padeciendo la manía de soñar. Soñar no en el sentido sublime de esta palabra, sino en el más banal (seguramente, sueños de este tipo se merecen alguna designación más noble). Y es que sueño con el regreso a Leningrado. Sueño con el encuentro con vosotros, con los helados y el champán en nuestra querida taberna. Pero los sueños no van más allá de estos detalles. Es difícil imaginar ahora cómo será el después. Porque aún quedan cuatro años. Pero sí que hay cosas que recordar.

El catalizador más eficiente de mis recuerdos es mi carnet del Komsomol con la foto hecha uno de los últimos días de mi “vida feliz” (Poniendo esta expresión entre comillas no quiero decir que en realidad no fuera feliz. Simplemente quiero denominar de esta manera mi vida antes del servicio militar). La vida de un soldado puede ser llevadera, pero no puede ser feliz.

Ahora un poco sobre la fotografía. Antes la fotografía, un pasatiempo, quizá, me gustaba como arte. Pero aquí la fotografía se ve como una manera de retener un instante, una imagen. Pues, eso. He preparado una base, y ahora voy a pedir algo. Enviadme, por favor, cualquier tipo de fotografías que reflejen vuestra vida; vuestros retratos o yo qué sé qué más puede ser. Las iré guardando en forma de un archivo, las sacaré de vez en cuando para recordar, soñar, imaginar y llorar (Aunque en el Decreto se dice que debemos “soportar con valentía todas las dificultades y privaciones del servicio militar”, así que lo último queda excluido).

Y aún así, es agradable ver fotos “de allí”. Por ahora tengo que contentarme con las fotos de los demás, pero espero que algún día esta situación cambie.

Ahora una cosa concreta. Mira, por ejemplo, me dices que no sabías que hacer con tu tiempo. Por supuesto que tienes razón diciendo que es algo que a mí no me afecta tanto. Aquí este problema no existe. Sólo que te equivocas un poco respecto a las dos o tres horas de tiempo libre que tenemos. Teóricamente tengo unas dos horas, pero es algo que ocurre muy raras veces. Los comandantes saben ocupar al menos la mitad de este tiempo. Te pondré un ejemplo: tu carta la estuve leyendo desde el mediodía de ayer y hasta la hora de cenar de hoy, y aún así no lograba llegar hasta el post scriptum. Hoy por fin pude hacerlo, pero fue en clase, y esto puede tener consecuencias.

Esta carta también la estoy escribiendo en clase, que también puede tener consecuencias, claro. Por cierto, a la mitad de la tercera página más o menos me gané un diez en la DQ que se traduce como “defensa química”. Es una asignatura bastante interesante, por cierto.

También me gustaría hablarte de mis sensaciones a la hora de marchar en columna cantando. Una canción en columna es muy apasionante. Es difícil describirlo, pero algún día te lo contaré todo en persona (o lo conocerás tu mismo, y ojalá esto no ocurra).

También quería comentar que ahora ya nos traen helados de vez en cuando (perdóname por esta guarrería, es que ha empezado a llover, y en la cámara (aquí quiere decir “sitio para dormir”) no nos dejan entrar). Por cierto, me ha gustado la idea del paréntesis.

Pues eso. Vuelvo a escribir después de la lluvia. O sea que sigue lloviendo, pero ya estamos en clase, tenemos autopreparación. Estamos empapados, pero contentos. Hubo entrenamiento de marcha. Estuvimos marchando con mucho empeño, durante un largo rato, levantando bien la pierna y dando golpes con el tacón. Luego empezó a llover cada vez más fuerte. Fuimos cantando al cuartel y cantábamos de maravilla. El jefe quedó contentísimo y nosotros completamente mojados. Dijo “Os agradezco la canción” y nosotros contestamos “Sirvo a la Unión Soviética”. Y ahora estamos en clase haciendo cada uno lo que le da la gana.

Hoy iremos a darnos un baño, así que hoy es un día feliz. Y la verdad es que hay suciedad que quitar.

Además, un día de estos nos tienen que dar un dinero cuya cantidad no voy a revelar por ciertas razones. Así que unos tres o cuatro días viviré como un rey.

Y ahora te pediré que me escribas todo, todo, como antes, y si puedes, escribe aún más. Aunque parece que no tienes demasiado tiempo. Pero aún así, escribe sobre cómo ingresáis en esa universidad vuestra. Escribe sobre los nuestros y sobre los que no lo son también. Escríbelo todo.

Un cordial saludo marino, como decimos aquí.

Guena".




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Re: Cartas a mi padre (1967-1968)

Notapor La_profe » 04 Jul 2017, 09:07

15 08 1967

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"Hola Lionia,

Para empezar voy a quejarme. Me quejaré del correo. Lo que pasa es que las cartas tardan demasiado en llegar. Pasan dos semanas desde que envío una carta hasta que obtengo la respuesta. Como es bastante tiempo, se me olvida lo que escribí. Se me ocurrió enviar una denuncia a algún ministro, pero pensé que tú me tranquilizarías mejor; es mucho más agradable escribirte cartas a ti y es aún más agradable recibirlas de ti, y además, mi denuncia quedaría muy rara al lado de los artículos del Decreto. Y ahora estoy completamente empapado (ahora, es decir, empezando por esta línea). Entramos en la galera y enseguida empezó a llover. El camino de vuelta lo hicieron todos corriendo, y nosotros marchando y cantando. De esta manera el comandante intenta hacer que nos acostumbremos al agua. Ha sido entretenido, pero ahora hemos tenido que escurrir los trajes y estamos desnudos. He lavado algo de ropa y estoy esperando mi turno para planchar. Al lado los chicos están jugando al dominó y de paso están cantando una canción con la que hemos venido sobre los monstruos del bosque y otras atrocidades de esas. Esa que dice “Ay, qué miedo que da…” Además, sin dejar el dominó ni la canción, están polemizando sobre el trato con las autoridades. Es bastante divertido.

Hoy me ha salido bastante bien en día. Primero, porque he recibido una carta de mis padres en la que me enviaron cinco rublos. Segundo, porque hoy nos dieron nuestra modesta paga marina. Tercero, porque me llegó un paquete de mis padres por el que he ido a la ciudad. Entonces el tiempo aún estaba bien. Sabes, cómo suele estar antes de la tormenta. Todo silencioso, silencioso. El mar tranquilo e increíblemente bello. En la playa los civiles tomando el sol y bañándose. Nos pusimos muy tristes.

Y luego llegué al regimiento y enseguida entré en clase. Después comenzó la autopreparación y me puse a escribir esta carta. Después cenamos y ahora tenemos tiempo libre. Y en este momento estoy aquí sentado (bueno, en realidad estoy de pie, porque mi taburete está ocupado por los jugadores del dominó) escribiendo.

Ahora de repente me ha llegado un olor a tela quemada, un “colega” ha quemado una toalla con la plancha.

Estoy recordando todo y a todos. Ahora tenemos una afición nueva: después del toque de silencio y antes de dormirnos estamos echados y nos contamos, uno por uno, nuestros recuerdos. Sale algo parecido a los relatos de caza.

Hace poco recibí una carta de Mark. He de decir que su segunda carta me ha ofendido. En una hoja de papel, con mucho espacio entre palabras, me pide que le ayude a un automovilista a montar su coche.

Por supuesto que es difícil ofenderse con Mark, pero es que me alegré mucho al recibir su carta, pero luego encontré aquello sobre el coche. Pues nada, espero que después de los exámenes para la universidad Mark tenga más tiempo libre y más cosas sobre las que se pueda escribir.

Os pido que me describáis con detalles esos exámenes vuestros. Supongo que estando donde estoy me será divertido leerlo. Nosotros aquí tenemos exámenes también. De PAZ, PJZ y ETC (lo de ETC quiere decir etcétera).

Escribe, Liónechka, sobre tu trabajo. Dime cómo va tu relación con Renata.

Pues nada.

A seguir bien.

Guena".



24-25 08 1967

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"Hola Liónechka,

Tengo prisa por escribir mientras no se me acalambra la mano y no me tiemblan las rodillas, y es que hoy me van a temblar seguro. En el cambio de guardia se nos dio fatal lo de dar la voz, luego perdimos el paso, y son cosas que nuestro sargento no perdona. Hoy toca practicar la marcha cuanto más, mejor. No habrá forma de llegar secos al final del día, y hay dos motivos para ello: los entrenamientos de marcha son agotadores y está lloviendo en la calle, una lluvia boba, la verdad.

Ahora volveré a quejarme del correo, pero no del correo soviético en general, sino del local. Tu magnífica carta “rosa” que se hizo motivo de admiración de todo el pelotón la encontró por pura casualidad el guardia que estuvo limpiando en la sala de correos. Las cartas están allí desordenadas, se pierden, etc. Está claro que es una vergüenza, pero no tenemos a quién denunciarlo y tampoco nos está permitido.

Bueno, basta de lloriquear, ahora iré al grano.

¿Qué se puede decir de la información que recibimos? Nos hemos quedado muy atrás. De los periódicos sólo leemos el “Países Bálticos” (aquí es donde se me ha acercado el teniente, y debo decir que escribo en clase y por poco me llevo un par de trabajos extra) de vez en cuando.

Televisor no tenemos, radio tampoco. A la hora de salir a correr por la mañana a veces escuchamos la emisora local. De vez en cuando hasta ponen a los “Beatles” en la radio local, y empiezo a recordar.

Últimamente los recuerdos me vienen cada vez más raramente. Quizá sea por la falta de tiempo, quizá se trate simplemente de un factor de la memoria humana. Eso sí, los recuerdos han adquirido forma, como si soñando viera una película estereoscópica. Ahoya ya no evoco otra cosa que caras, caras y más caras. Y evocarlas es agradable y triste, cómo no.

Sabes, lo más agobiante del servicio militar son las jetas de los comandantes estúpidos y engreídos. La verdad es que hay muy poco intelectual aquí, y entre los comandantes (hablo de los tenientes) casi todos son unos imbéciles o unos tipos enormemente crueles. Quizá un poco menos agobiantes me resultan las comidas. Les damos un aspecto más apetecible añadiendo algo de nuestra tienda marina, así todavía pueden valer.

Pues, eso. Ya hemos practicado la marcha y ahora estamos en clase de autopreparación. El sueño es matador. Ahora iremos a trabajar. Hoy tampoco habrá tiempo libre.

El día está nublado. Invita a dormir y a reflexionar, pero ya estoy bastante harto de reflexionar, porque los pensamientos siempre son los mismos.

Una vez más me han distraído diferentes actividades y vuelvo a escribir al día siguiente. Ahora tenemos un entrenamiento de tiro. Los entrenamientos de marcha estuvieron bien. El comandante se quedó contento y en vez de cinco horas sólo estuvimos practicando tres. Tres horas de marcha ahora ya no son nada para nosotros. Al principio nos quejábamos después de haber marchado una hora, luego después de dos, luego después de haber salido a correr con el fusil, y ahora ya ni los entrenamientos de tres horas nos afectan. Estamos esperando con impaciencia la comida. Las ganas de zampar son tremendas. Después de la comida nos traerán las cartas.

Anoche después de los entrenamientos agotadores de ayer soñé con todo tipo de idioteces. Soñé que nos hicieron saltar con el paracaídas, pero los paracaídas sólo se los dieron a unos pocos. Yo estaba en tierra mirando cómo se caían los chicos. Era algo tan horrible que me desperté.

Pero, ¿acaso uno va a soñar con algo mejor en este sitio? Cuando me desperté, no podía ni entender si iba a sonar el toque de diana o el de silencio. ¿Nunca has tenido la sensación de llevar una sustancia amarga dentro de la cabeza? Es algo espantoso. Y en el desayuno no sé por qué me acordé de Rubtsova, de cómo la vi en la “reunión” de Assónova, entonces me había atraído sentada en un sillón y mirándome por debajo de los cejas. Este es el único recuerdo que guardo de aquella velada.

Tengo que admitir que lo que más recuerdo son los últimos días. A veces me acuerdo de mi infancia lejana. Un día me acordé de la kasha de sémola con la que nos alimentaban en el campamento de los pioneros. ¡Esto sí que era una vida, la infantil! Y el servicio militar es una escuela perfecta para nosotros, la así llamada intelligentsia. Ahora termino: empieza el examen de tiro.

Hasta luego.

Guena".



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Re: Cartas a mi padre (1967-1968)

Notapor La_profe » 06 Jul 2017, 13:58

1 08 1967

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"Hola Leonia,

Recibí tu carta el día 30. Me alegré mucho. Justo ese día tuvimos una fiesta.

Todo comenzó el sábado. Nos dieron uniformes de gala. Todos blanquitos y negritos y de color azul claro. ¡Una preciosidad!

Cenamos como dios manda y fuimos al club. Primero hubo una parte solemne. Luego empezó el concierto de aficionados. En el escenario había gente cantando y todos miraban para allá. De repente todos se dieron la vuelta y miraron arriba, al balcón. Miré también, y resulta que allí había chicas. Fueron invitadas a la fiesta de los oficiales. Por supuesto que se oyeron por ahí bromas de todo tipo. Pero las chicas no eran para cualquiera. A nosotros nos tocó ver cine e ir a dormir.

El domingo, después del desayuno comenzaron las competiciones deportivas. Primero, una carrera de relevos paramilitar. Echamos unas carreras con máscaras antigás y sacos de 39 kilos de peso. Ganó nuestra compañía.

Luego hubo juego de la soga. Es divertido. Unos tíos robustos tirando de esa soga. Alrededor todos gritando. Las autoridades animando cada uno a los suyos. Y también en esto ganamos. Yo no, por supuesto. Yo aquí me ocupo de unos juegos mucho más tranquilos y apacibles.

Vinieron a vernos los pioneros de la zona. Me acordé de la infancia.
Bueno, esto ya son minucias.

Después de comer nuestra selección jugó al fútbol con la selección de aquí. Por supuesto que perdimos.

En fin, pudimos distraernos un poco de la dura vida del soldado. Como era fiesta, nos dieron mejor comida. Hasta hubo galletas y empanadillas.

Pero el domingo terminó, y de nuevo empezaron los entrenamientos de marcha y otros.

Las clases en el aula las llevamos fatal. Demasiado sueño. De repente te quedas seco igual que después de las noches anteriores al examen de diploma.

La verdad es que los recuerdos que tengo sobre la preparación del examen final son de lo más gratos. Y me vienen cada vez más a menudo. En cuanto me desconecte un poco y me quede tranquilo y en silencio, me atacan los recuerdos. Y me siento triste, muy triste al darme cuenta de que todo esto ya no vaya a volver.

Por las noches a menudo sueño con todos vosotros, y una vez hasta me vi a mí mismo de coronel. El ejército va ganando más y más territorio en mi mente. El comandante del pelotón cree que de nuestro pasado civil ya no queda casi nada en nosotros. Nos hemos acostumbrado a los decretos, los juramentos, las órdenes, las indicaciones, las sanciones, etc., etc., etc. Nos hemos hecho sastres, limpiadores de suelos, lavanderos, zapateros y hasta un poco médicos de emergencias. Pero sólo es el principio.

Siempre soñé con salir a correr por la mañana. Aquí no hace falta ni pensar en ello. Nada más levantarnos ya nos echamos a correr y a correr.

En fin, quería decir lo siguiente. Por supuesto que el servicio militar está bien. Aprendes mucho, te haces más fuerte. Pero si no has conocido, no te agobies. Lo malo es que tienes arenilla en los riñones. No te tengo envidia para nada. Pero tampoco tú me tengas envidia a mí.

Aunque, a decir verdad, ni me ha pasado por cabeza que me tengas envidia. Es de suponer que vivir en libertad es mejor.

Pues, que me escribáis del mundo libre. Enviadme vuestras fotografías, porque me temo que se me olvide cómo sois.

Ingresad en la universidad, pasead, divertíos, y yo voy a velar vuestro sueño y el de vuestros hijos. Hasta luego.

Guena".


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Mi padre con unos amigos a finales de los 1960.



/sin fecha/

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"Hola Liónechka,

Ahora estoy de guardia en el garaje, y es la tarea más tranquila de las que tenemos aquí. Estoy sentado y leyendo “La leyenda de Till Eulenspiegel”. Hacía mucho que no tenía en mis manos ningún libro.

A mi lado crecen las rosas. ¡Dios mío! ¡Qué bien huelen! Su divino aroma envuelve mi cuerpo y esto hace que tenga aún más hambre. Molestan las descripciones de manjares en este libro blasfemo. ¡Mira que hay por ahí gente que goza de buena alimentación! Y es que aquí de una alimentación correcta es mejor ni acordarse para no palmarla de hambre.

Creo que no me vendría mal engullirme algún escalope más normalito. O unas salchichitas, por qué no. Apetecen unos pelmienis con vinagre y pimienta. ¡Vaya! Me he puesto sentimental, será que el tiempo favorece. Ahora está medio nublado. Conocerás esa semioscuridad tan relajante y ese silencio. Estoy sentado en esa semioscuridad y en ese silencio y sueño con la comida. ¡Fíjate! Resulta que también con la comida se puede soñar como si fuera algo sublime. ¿Qué somos sin la comida? ¡Nada! ¿Quiénes somos sin las mujeres? ¡Nadie! Pues, estoy aquí sentado, siendo nada ni nadie, sino simplemente un guerrero de las Fuerzas Armadas de la URSS. ¿Qué derechos tengo? Tengo el derecho (un derecho de honor) de defender la Patria. Y aquí estoy, en la defensa de la Patria, leyendo de paso la obra de Charles de Coster, ya fallecido hace tiempo, y es más interesante que las obras de los camaradas del Ministerio de Defensa de la URSS, vivos actualmente, que se titulan “decretos”. No puedo decir que cumplir con el servicio militar sea duro. Por supuesto que la monotonía agobia. Pero aún no me he dado cuenta (y pienso que los demás tampoco) de que todo esto sea por mucho tiempo. Uno cree que dentro de nada volverá a casa, a esa vida desenfrenada de antes. Por ahora todo parece ser unas vacaciones de verano. Ya se verá lo que habrá después.

Tengo la cabeza estancada. Ni una idea más. Pues nada.

Hasta luego, Liónechka.

Guena".


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Re: Cartas a mi padre (1967-1968)

Notapor La_profe » 10 Jul 2017, 22:50

/sin fecha – ¿septiembre?/

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La ciudad Pionerski (Пионерский) en el mapa


"Hola Lionia,

No quiero volver a decirte que tu carta (este magnífico “tríptico”, por decir así) me ha alegrado: me alegra cada carta tuya, cada una de ellas me trae algo nuevo y hace que me anime. Animar quizá no sea la palabra, porque ahora mismo noto que hay casi demasiada vida en mí. La pena es que sea una vida con ciertos límites, por muy distantes que sean. Tus cartas hacen que estos límites se rompan.

Y ayer (es decir, el día que empecé esta carta) tuvimos unos bailes. Bueno, de hecho no los tuvimos nosotros, sino los de la dirección, y dos de nosotros (uno de los cuales fui yo) hicieron allí de guardias. ¿Qué decir de los bailes de aquí?

Primero en la sala de la cafetería (está en el territorio del regimiento) entra un montón de sargentos y de otros camaradas y se pone de pie junto a la pared opuesta a la entrada, con las manos detrás de la espalda. Luego, una por una, vienen las damas y se ponen en la otra pared, “arrugando los pañuelitos en las manos”, como dice la canción. Salen los músicos locales y empiezan a tocar (bastante bien, por cierto). El que mejor toca es el chaval del saxo. Primero todos están de pie. Luego las señoritas más atrevidas empiezan a invitar a bailar… ¡las unas a las otras! (no te voy a hablar del aspecto de esas señoritas, pero te aseguro que entre ellas y las maniquíes polacas hay la misma diferencia que entre mi pañuelo para la nariz y los calcetines de algún camarada de la infantería de marina (perdón por una comparación tan vulgar)). Luego viene el comisario político y empieza a reñir a los caballeros. Y por fin los caballeros se esparcen por la sala, y cuando todo está a punto de terminar una tercera parte de ellos ya se lanza a invitar a las damas. Es muy divertido verlo desde fuera: se acuerda uno de la infancia.

En cuanto a tu decisión de sentirte atraído únicamente por los ejemplares de sexo femenino exclusivos, que sepas que estoy totalmente de acuerdo y hasta me sumo a ello. Vladimir Ilych Lenin, aún al amanecer del régimen soviético, decía que “mejor menos, pero mejor”…

Estoy cada vez más convencido de que merece la pena leer las obras de Lenin, ya que algunos postulados se pueden trasladar a nuestra vida personal y social. Y al revés: muchos casos de la vida cotidiana se pueden trasladar, por ejemplo, a la política. Mira, la agresión de Israel la veo como un malentendido en un piso comunitario. Imagínate: uno de los inquilinos había colocado un armario en el pasillo y luego lo cambió por uno nuevo, uno de aquellos que las organizaciones de venta ofrecen en una gran variedad. Los vecinos aún no se han acostumbrado a dicho armario y todos se dan golpes contra él, y sin embargo, ninguno tiene posibilidad de moverlo, ya que las manos están ocupadas con la compra y en la cabeza nacen las aromas de los futuros manjares. Y un día los vecinos se reúnen y sacan en armario echando a la vez a aquellos que lo pusieron allí con la ayuda de la comisión de apoyo. (Este caso no tiene que ver nada con ninguno real, simplemente me he acordado de los pisos comunitarios).
En cuanto a nuestra polémica epistolar sobre los diferentes aspectos de la existencia, puedo proponerte una cuestión: ¿Existe o no el amor tal como lo describía Shakespeare? Es que, sabes, aquí a menudo salen discusiones sobre este tema, y mi experiencia personal no me permite tener una opinión concreta sobre esta cuestión. Te pido ayuda.

Tengo que decir que aquí se habla muy a menudo sobre el amor y la amistad, y además, la mayor parte de la correspondencia, de una manera u otra, tiene que ver algo con dicha cuestión.

Ahora mismo estoy mirando a la ventana y pensando en lo bueno qué es vivir. Vivir sin más, simplemente vivir. (Es para juntar las palabras, como dicen en el ejército al soltar tacos).

Seguramente ya estarás cansado de mis quejas del hambre. No es que sea hambre en sí, pero el dichoso horario de comidas hace que el estómago te pida comida a unas horas concretas, y la comida apenas varía. A pesar de todo esto, he engordado.

Ahora termino y voy a pedirte cosas.

Primero, Mark casi no me escribe, y por eso te pido que me digas cómo le va lo de la universidad. Segundo, no se me ocurre nada, así que lo dejo como está.

Hoy estoy contento a pesar de estar muerto de sueño (perdón por que vuelva a quejarme, pero no me quejo, sino que quiero dejarlo reflejado aquí), y escribo con placer a pesar de que no sea muy fácil. Que sigas muy bien.

Guena".


12 / IX – 1967

"Hola Liónechka,

Han terminado los días de entrenamientos duros. Ahora ya he jurado la bandera. Debo seguir aquí hasta el día 25, así que me puedes escribir a esta dirección. Nos explicarán las responsabilidades de los comandantes de división y nos colocarán en distintos regimientos. Todavía no sé a dónde me enviarán, y esto me preocupa un poco. La incertidumbre nunca me ha dado confianza. Habrá que dejar esta cuestión en manos de las autoridades y mientras simplemente esperar. Menos mal que habiendo trabajo, y ahora lo hay de sobra, el tiempo pasa volando.

El día 11 llegaron los reclutas, y ahora les estamos instruyendo. Es interesante recordar que hace poco nosotros mismos parecíamos cabezas de ganado como ellos.

Mark me envió un mensaje de varias líneas con el fin de informarme que por ahora se le han dado bien las pruebas de acceso. Estaré muy contento si logra entrar en la universidad. Quizá se haga más serio, aunque, lo más normal es que sea al revés. Pero, bueno. Tampoco está tan mal.

Y ahora tengo que terminar.

¡Liónechka! ¡Feliz cumpleaños! Te deseo que tengas todo lo mejor. Y lo más importante, te deseo que seas feliz en tu vida privada.

Esta copa, Liónechka, la tomo a tu salud. ¡Que seas siempre alegre, joven y feliz!

Perdón por que la sujete así, pero ahora me es difícil imaginar cómo se hace".

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15/ IX – 1967

"Hola Liónechka,

Hoy he recibido dos cartas tuyas a la vez y procuraré contestarlas enseguida. Ahora tenemos algo parecido al tiempo libre, por primera vez en dos semanas. Los reclutas nos llegan ahora en grupos pequeños. Y en este momento estamos en el aula esperando por si aparece alguien más. No creo que permanezcamos aquí mucho rato, pero trataré de aprovechar este tiempo.

Pues nada, Liónechka, ya es el día siguiente. Ahora creo que sí podré terminar la carta. Todo el pelotón se ha ido a realizar una tarea, aquí sólo quedamos dos. Estoy haciendo de guardia en la galera.

He decidido reunir todas tus cartas y escribir una novela. Creo que va a ser una novela maravillosa, y lo más importante es que su volumen en 4 años alcanzará un tamaño nada menos considerable que, por ejemplo, “El capital” de Karl Marx. Pienso mucho en empezarla, pero me falta tiempo. Bueno, ya se verá. Por ahora intento sacar conclusiones de la experiencia que he adquirido en los dos meses de servicio. La conclusión fundamental que he hecho es la siguiente: como en más de una ocasión me indicó Usacheva, no conozco la gente en absoluto. No sé por qué, pero aquellos que a primera vista me parecen ser buenas personas, luego resultan ser unos sinvergüenzas, y aquellos que me a mi parecer lo son, luego resultan ser gente estupenda. También es verdad que más tarde empiezo a comprender bien a los unos y a los otros, pero es frustrante el no saber diferenciar enseguida la gente buena y la gente mala.

Está terminando el plazo de nuestro curso de preparación y puedo decir con seguridad que la mayoría de nosotros tiene los nervios a flor de piel. Todos nos volvimos unos psicópatas. Luego, cuando comience el servicio de verdad, esto cambiará, pero ahora es completamente imposible hablar con los individuos. Yo aún aguanto (y queda poco por aguantar), pero la constante tensión nerviosa se nota. Trato de estar alegre, y aunque se me dé mal, no me desanimo.

Por cierto, he pensado que mis cartas deben de ser todas muy deprimentes. Liónechka, te aseguro que esto no tiene nada que ver con el estado de humor, sino que significa la atrofia del pensamiento. Mi cabeza funciona como un ventilador de buena calidad: no emite ruido, sólo aire, sólo aire.

Creo que terminaré aquí. Me temo que vuelva a quejarme de mi vida. Por mucho que lo piense no tengo claro si soy feliz o no lo soy. A veces me parece que uno es feliz cuando no se le ocurre pensar que después pueda venir algo mejor, y a veces pienso todo lo contrario. De vez en cuando me siento feliz por unos instantes cuando escucho una buena música en la radio. Quizá esto no sea felicidad en sí, pero es un estado sumamente agradable y siempre quiero que siga para siempre.

Me he dado cuenta de que no sólo a mí me pasan cosas de esas. Por ejemplo, un día estuvimos practicando la marcha, y del reproductor se oía la canción que un día estuvo cantando Ivanova. El pelotón que hasta entonces estaba marchando como es debido pasó a ir de puntillas. ¿Comprendes? Hasta el sargento iba ahora sin hacer ruido, y tuve la impresión de que todos intentábamos respirar con más suavidad. ¡Y las caras! ¡Si hubieras podido ver esas caras! ¡Era algo fantástico! Tuve una sensación muy agradable. Como una alegría completamente infantil.

Y el martes vi llorar a un militar. Estaba llorando a escondidas, con discreción y hasta diría que con ternura. ¡Te lo juro! Por la radio estaban echando un concierto y todos se amontonaron al lado del reproductor. Había silencio. Ya ves. Aquí existe una sensibilidad especial por la música.

Pues nada. Ahora sí que me veo obligado a terminar.

Hasta luego.

Guena".




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Re: Cartas a mi padre (1967-1968)

Notapor La_profe » 14 Jul 2017, 13:27

12/ X – 67

"Hola Lionia,

Como siempre, después de la inactividad viene el trabajo intenso. No paro de crear. Antes no existía para mí el concepto de “tiempo libre”, porque lo tenía libre siempre, y ahora tampoco existe, pero porque no lo tengo.

El trabajo me da placer, y esto es bueno. Me agrada el hecho de trabajar con toda el alma y ver que la cosa avanza.

Nos hemos puesto a decorar el cuartel con tal inspiración que el comandante de la compañía anda muy contento. El mismo ambiente tiene que apasionar, entusiasmar, presionar. Tenemos una posibilidad de ganar el concurso del decorado, y esto significaría unas vacaciones para el jefe y un regalo valioso (no me extrañaría si se tratara de un juego de bolígrafos) y algún agradecimiento para mí.

La proximidad del noviembre no sólo se siente en la preparación de la fiesta, sino también en el tiempo. El frío es espantoso. Los edificios aún no tienen calefacción. Al trabajar se nos hielan las manos, se nos hielan los pies. De vez en cuando sale el sol, pero ¿qué puede hacer contra los poderosos vientos marinos del noroeste?

He de decir que la naturaleza de la zona es toda prosperidad y maduración. ¡Si vieras esas llanuras! ¡Madre mía! Están todas rojas de las bayas. ¡Y las rosas! Nunca he visto nada igual. Y nada recuerda la región nuestra. Hasta los álamos son diferentes. Carecen de esa belleza severa, propia de nuestra naturaleza del norte. En fin, que no es nuestra tierra. Sea de quien sea: lituana, polaca o alemana, pero nuestra no es.

Ahora, Liónechka, tengo algo que pedirte.

Envíame, por favor, las letras en inglés de las canciones de los Beatles. Se ha reunido aquí una buena pandilla, pero el día 25 se van, así que cuanto antes, mejor. Recuerdo que habías encontrado no sé dónde la letra de “Girl” y también la de “Mr. Postman” y quizá tengas alguna más.

Hasta luego, pues.

Guena".



13/ X – 67

"Hola Liónechka,

¡El trabajo, el trabajo! ¡Qué bien está uno haciendo lo que le gusta! A veces la atmósfera del proceso creativo me recuerda los tiempos del examen de diploma. Los mismos destellos de inspiración en medio de una pereza infinita, el mismo humo del cigarro, las mismas discusiones, el mismo trabajo intenso por la noche a pesar del sueño, y nunca queda tabaco y el último panecillo seco se está acabando también.

Es agradable recordar los buenos tiempos. También es agradable soñar, y el terreno para los sueños se ha preparado hoy mismo. Antes de comer, a la hora en la que traen prensa, una buena parte de la compañía estuvo leyendo con deleite, agitación y deseo de comprender al menos algo el discurso del camarada Grechko sobre la reducción del plazo del servicio militar. Pocos han entendido algo, pero nadie pierde la esperanza. Tampoco la pierdo yo. ¿Y si tengo suerte y sólo me esperan dos años de servicio? Sería genial. Por ahora no me hago muchas ilusiones: más vale mentalizarse con lo peor.

Y el tiempo pasa. Hoy ya es el 13 y es el día del “cobro”. No nos han dado el dinero: esta fecha no puede ser buena, pero mañana ya recibiré mis merecidos 10, 80 y por primera vez tendré un día de permiso. Por fin podré ver cine normal. Estoy cansado de esas películas demasiado patrióticas, demasiado viejas y demasiado malas. Ojalá haga buen tiempo. Hoy hace sol todo el día. No hay viento. Los chicos están recogiendo las hojas caídas, y ellas, perturbadas, huelen a otoño. Es triste y agradable. Cómo me gusta el otoño. Pushkin tenía razón.
Pues nada, ya es tarde y he acabado el último panecillo seco.

Que sigas bien, Liónechka. Hasta luego".

Guena.


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El diploma de mi padre (Colegio de Arquitectos Técnicos), 1967



/sin fecha - ¿finales de octubre?/

"Hola Liónechka,

Han llegado los días en los que la proximidad de la fiesta se siente no sólo en la mente, sino a través de los brazos, las piernas y la cabeza. Los tiempos se parecen a aquellos del diploma. Vanidad de vanidades el día entero. Ahora estoy trabajando en el eslogan “monumental”: “El Partido es la inteligencia, el honor y la conciencia de nuestra época”. Tiene un tamaño tal que en comparación con los proyectos para el diploma más grandiosos dicho eslogan puede parecer todo un fenómeno. Basta decir que estas siete palabras ocupan cinco bastidores de madera, cada uno 8 x 1,5 m de tamaño. ¿Te imaginas? Estoy conociendo unos métodos de trabajo nuevos para mí, entre ellos el pintar con temple mezclado con cola en un cubo de agua. Para pintar uno de los cinco trozos me hace falta medio cubo. Mira qué dimensiones.

Aquel día de permiso al final no lo pude aprovechar. De repente salió un trabajo para por la noche: el comisario decidió presentar en el departamento político el boceto del decorado del cuartel. Tuve que poner manos a la obra. Todo esto hizo que me acordara mucho de los días del diploma, y cuando me echaba a dormir un rato, soñaba con cosas del colegio técnico. Todo terminó con un sueño impresionante cuya protagonista era Liálina. Así, cuando menos te lo esperas, aparecen en la memoria los hechos de la vida que dejaste atrás.

A veces se reúne una banda con guitarras y se pone a cantar. Cantan bien esos chavales, y yo escucho.

¿Y qué hay del universitario ese nuestro? ¿No pensará casarse? ¿O es que no quiere casarse, sino que quiere estudiar? Este Mark es un campeón. Me alegro mucho por él. Sólo que me escribe muy de vez en cuando y muy poco. Sobre sus pasiones no dice ni una palabra. Y es que Mark sin pasiones no es Mark. Además, ha ido al koljoz. Todos sabemos, creo, lo que es ir al koljoz, hasta a mí a menudo me vienen los recuerdos. Quiero escribir a Nelka. Ya le escribí una vez, pero no me contestó. También escribí a Usankova, pero recibí una sola respuesta a mis dos cartas. ¿No sabrás tú, Liónechka, por si acaso, qué puede significar? ¿No será que he sido demasiado borde en mis cartas? Me mata esta incertidumbre.

Y otra cosa. Cuanto más tiempo lleve de servicio, menos me apetece ir luego a la universidad.

Bueno, Liónechka, hasta luego.

Por supuesto, recuerdos a los nuestros.

Y a Nadia Maríchnina también dale recuerdos de mi parte.

Guena".


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Re: Cartas a mi padre (1967-1968)

Notapor La_profe » 19 Jul 2017, 08:48

8/XI - 1967

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"Hola, Liónechka,

¿Te acuerdas, Liónechka, de lo vago que era? Ja, ja. Aquí me voy haciendo aún más vago últimamente. Nunca pensé que sería capaz de no hacer nada en absoluto durante una semana entera. Pero resulta que sí es posible. Y cuando pienso que me esperan otras tres semanas así, me entra pánico. La gente, cuando no tiene nada que hacer, suele empezar a emborracharse, pero aquí tampoco tenemos esta posibilidad. Y no quiero beber: quiero comer.

Ahora detrás de la ventana hay un carbonero saltando. Dicen que lo que come a diario equivale a su propio peso. Ya me gustaría comer tanto. No, tanto no sería capaz de comer, pero, por qué no, una cuarta parte. Hubo tiempos en los que comía demasiado poco, pero aquí, con la cantidad de trabajo físico que tenemos, las ganas de comer son tremendas. Si comiera más, engordaría el doble, creo. Pero no pasa nada. Ya terminaremos con los grupos de reclutas de ahora y entonces me dedicaré a hacer culturismo. Me tomaré leche condensada dos veces al día.

Ayer fuimos a Kaliningrado a la celebración del 50 aniversario. Hicimos de extra. Sabrás que en los estadios normalmente colocan grupos de soldados que, cuando llegue la hora, tienen que levantar unos lienzos de colores que forman diferentes dibujos. Pues eso fue lo que nos tocó hacer. Se nos exigió atención, pero ¿qué atención va a haber si por la pista van caminando chicas vestidas con ropa más que formal de deportistas? Junto a nosotros había sentados grupos de pilotos cadetes y de submarinistas. Y las ochocientas personas estuvimos devorando a las chicas con unas miradas depredadoras, y nada más tener las manos libres, aplaudíamos a cada columna “femenina” que pasaba. Las chicas se ruborizaban, les daba vergüenza, perdían el ritmo al andar y se salían de sus filas.
Después del desfile hubo un grandioso espectáculo teatral. Debo decir que se habrían gastado muchos explosivos. Hubo disparos, cohetes, petardos y yo qué sé qué más.
Nos quedamos completamente fríos, pero contentos. Al menos pudimos ir a la ciudad.

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El desfile de 50 Aniversario en la Plaza Roja (1967)


PAR167202.jpg
7 de noviembre de 1967


Esto fue lo único que interrumpió mi existencia de parásito. Aunque, a decir verdad, se acerca el 50 aniversario y aún no hemos empezado con los preparativos mayores, y las cosas pequeñas hacen en un momento.

Poco a poco hago amistades con los sargentos.

De la carrera militar, Liónechka, ni hablar. Que sean tres años, vale, aunque no me haga mucha gracia, pero al menos es útil, pero veinte o cincuenta años es una bestialidad.

Lo que más me angustia es la ignorancia de los militares. Sobre todo la de la dirección del personal, del sargento mayor, de aquellos que se quedan una vez que se les ha cumplido su plazo. Son unas personas extremadamente ignorantes y mediocres. Llegan al ejército en busca de su sitio en la vida. ¡Y esas contradicciones tan propias del ejército! Les exigen algo a sus soldados y luego simplemente no les dejan cumplirlo ellos mismos.

Pero, en general, no es tan insoportable como parece, uno se puede acostumbrar a todo. Yo me he acostumbrado. Me he acostumbrado a la ignorancia, a las contradicciones. Como se suele decir, “he llegado a la esencia de la mili”. Y es que no queda otra.

Pero todo esto son temas tristes, y yo estoy alegre. ¡Qué alegre estoy! Lo malo es que no tengo posibilidad de disfrutarlo. (Habrás notado que uso demasiado a menudo palabras como “una pena”, “desgraciadamente” y cosas por el estilo. Ya basta, no lo volveré a hacer).

Lo único que me da pena de verdad es que los tiempos de antes ya han pasado y no volverán. Es algo que a todos nos da pena. Pero ¿cómo podemos ayudarnos a nosotros mismos? En esto nos ayudan los niños. Creo que todos queremos que nuestros hijos lleguen a lograr aquello que no hemos podido lograr nosotros, que no cometan los mismos errores que nosotros hemos cometido. Sólo los niños pueden devolvernos los años pasados, hacernos vivir de nuevo aquello que ya habíamos vivido.

En cuanto a Inka, Liónechka, te comprendo perfectamente. Siempre he querido tener alguna familiar cercana que sea menor que yo. Sería su amigo mayor y su defensor. La protegería y le ayudaría en todo. Pero sólo tengo un hermano, y es mayor que yo. Estoy esperando a ver si se me casa y tiene algún hijo. Tú en este caso has tenido más suerte. Pero tampoco yo lo tengo todo perdido. A ver si mi hermano me sorprende.

Pues nada, para hoy ya he exprimido todas mis ideas, tengo sueño. Ahora cerraré los ojos y dormiré. Para la hora de comer me despertarán.

Hasta luego.

Da recuerdos, Liónechka, a los nuestros (y a los que no lo son, también).

Qué sigas bien".

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"Г Ш" (Геннадий Шувалов)



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Re: Cartas a mi padre (1967-1968)

Notapor La_profe » 23 Jul 2017, 10:59

12/ I – 68

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"Hola Liónechka,

Lo primero, ¡al diablo con las rubias del lugar! Quiero a Brigitte Bardot y a Mylène Demongeot. ¡El amor, el amor! ¡Que se vaya al carajo también el amor! Es mejor dormir como un bebé y tomar alimentos dietéticos.

¡Y también que se vayan al cuerno los almirantes y los capitanes!, es mejor ser un hombre normal vestido de un pantalón normal y una chaqueta normal, un poco ajustada en la cintura, y con unos botones que no brillan nada. En fin, que tengo ganas de volver a casa (pero no dejo de querer a Mylène Demongeot).

Dios mío, Liónechka, si vieras a esas señoritas que hay aquí. Es difícil describir lo que sufre mi hígado y mis riñones cuando las veo. Tendré que hacerme monje. Me dejaré la cabeza rapada (para que no quede lugar a tentaciones) y pediré que me den trabajos sólo las noches de sábado a domingo (para que no quede posibilidad).

Y además, es terriblemente injusto que no pueda veros a diario a vosotros, pasear por las avenidas de nuestra querida ciudad, escuchar música normal y ver películas estrenadas el año pasado como muy tarde. Bueno, quizá me haya pasado con lo de “terriblemente injusto”, pero para mí en es allí donde nace el aborrecimiento hacia el ejército que sentimos prácticamente todos los que estamos aquí. Sobre lo absurda que es la estructura del ejército y sus otros fallos ya ni te hablo.

Pero, mirándolo bien, no es tan grave, y lo importante es que pronto ya terminará.

La vida sigue y sigue, y cuanto más tiempo pasa, más planes importantes tengo para el futuro (y dudo mucho de que se realicen, por cierto) y más interesantes se me presentan. Sólo el imaginarnos nuestra vida en el futuro ya es interesantísimo, porque la vida que nos imaginamos es la ideal, y cuando nos ponemos a pensar en lo que nos “espera”, nuestra alma goza, y cuando el alma goza, nos importa un comino lo que ocurre a nuestro alrededor. Y es que a mí alrededor no ocurre absolutamente nada.

Por cierto, tenemos aquí una cosa curiosa, algo parecido a una fumigación. A todos nos encierran en una tienda de campaña donde previamente se introduce una sustancia venenosa (no tan venenosa, por supuesto). Todos nos ponemos las máscaras de gas y durante un rato respiramos a través de ellas. Algunos tienen sus máscaras rotas y abandonan la tienda (de hecho lo hacen medio desmayados) para respirar el aire fresco y cambiar la máscara. Luego sale ya el resto, todos contentos de haber sobrevivido.

Por ahora nada más.

Mis más cálidos saludos a tus señoritas.

Hasta luego. G. Shuválov".



25/ II - 1968.

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"Hola Liónechka,

Te pido por favor que me perdones por no haberte escrito en tanto tiempo. Noto que me vuelvo más cerrado y hasta un poco cínico. Aunque, a lo mejor es lo que hace falta. Probablemente, todos tenemos que ser un poco cínicos, si no, lo tenemos claro.

Ah, he oido que Usacheva se ha casado. Felicítala de mi parte cuando la veas.

A mí todo me sigue yendo de la mejor manera. Trabajo mucho para la sala de la gloria militar, para la compañía y no se para quién y para qué más. Es difícil conseguir que el resultado guste a todos, porque lo que a uno le parece bien, a otro le desagrada. A veces cuesta salir de una situación complicada, pero, aún así, todo va bien. Las autoridades, por lo que veo, están contentas. Ahora lo que más me importa es tener unas vacaciones, porque me temo que mientras esté aquí, todo el mundo se casará, y es que lo daría todo por pasarlo bien en las bodas de mis amigos.

Los días de permiso últimamente ya no me atraen tanto. Aquella rubia que te mencioné quiere que me case con ella, y yo diría que es lo único que me faltaba para una felicidad absoluta. De hecho no puedo ver las bellezas que tenemos aquí sin que me dé escalofríos. Mylène Demongeot, en mi opinión, es bastante más mona.

El taller de la compañía ya está bajo mi dirección. El jefe ahora trabaja en … (ininteligible en el original). De vez en cuando disfruto de la soledad.

Pienso mucho en la guerra y la paz. ¿Seguro que va a haber guerra? Porque el mundo está al borde del precipicio. A pesar de que en Vietnam pronto vaya a haber negociaciones, será muy difícil llegar a un acuerdo de paz. De todas formas, no es posible que ambos bandos se queden contentos. Es sumamente difícil llegar a un compromiso. Ya veremos. Espero que todo termine bien. Además, dicen que la guerra no es totalmente inevitable, cosa que me hace dudar un poco. Incluso se me ha ocurrido una idea sin pies ni cabeza. ¿Y si se les dice a los americanos: “Vamos a luchar con dignidad, como en los viejos tiempos, y si no, firmamos el acuerdo de renuncia de armas nucleares”. Porque si el balanceo al borde de la guerra continua unos cinco años más, llegará el fin de la humanidad. Cien toneladas de explosivos por persona, por muy sencillos que sean, no es poco.

Pero seamos optimistas. Al fin y al cabo, la vida no nos va mal, igual que a más de tres miles de millones de otros “individuos”.

El hombre vive de los sueños, no de los miedos. Los miedos le llevan a la tumba, y tampoco hay tanta gente deseosa de irse a otro barrio. La vida no está mal hecha. Abajo hay barro. Arriba, el cielo azul. A todos nos llama el azul, pero es más fácil agachar la cabeza que levantarla, y aún más difícil es mirar de reojo levantando la vista. A esto hay que añadir que la culpa la tienen los barrenderos. ¡Gente ingrata! Menudas bobadas que digo.

Ahora estoy haciendo una tarea. Estoy de guardia en la galera. Suelo estar de guardia bastante a menudo (normalmente, cada cuatro días). Sí que he llegado a la misma esencia de la mili. Ya es hora de descansar. Pues, nada, ya vendrá el tiempo, y ahora viviré de los sueños como toda la gente normal.

Escríbeme, Liónechka, cómo vive Petersburgo con todos los amigos y conocidos a los que les envío mis más cálidos saludos.

Que sigas bien.

Hasta luego.

Guena".



FIN



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